》Donde los asesinatos se volvieron algo común en las calles de Seúl y las respuestas se encuentran bajando por un elevador.《
-¿Por qué alguien mataría a gente inocente?
- Esta loco de seguro.
- Ojalá lo atrapen.
- No lo harán.
√ Inicio: 28/Julio/201...
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Jisung, desde las cinco de la mañana, estaba en su "laboratorio" preparando armas y formas para torturar a la gente.
Había tenido insomnio y, ¿qué mejor manera de perder el tiempo que esa?
Jeongin nunca había matado a nadie que estuviera dentro de las jaulas por órdenes de Jisung. Él miraba todo lo que el mayor hacía con admiración sin preguntar o quejarse. J.One pensaba que era hora de que el menor también se divirtiera un poco.
Jeongin tampoco podía dormir. Daba vueltas en su cama esperando que el primer rayo de sol se asomara por su ventana, mas eso parecía ser eterno.
Se paró de golpe de su cama y tomó una sudadera para salir. No iba a poder seguir durmiendo. Nadie lo siguió hasta su destino.
Presionó los botones del ascensor asegurándose que nadie lo estuviera viendo. Este empezó a bajar, a lo lejos los gritos se escuchaban empezando a emocionar más a Jeongin.
Al llegar no le sorprendió ver a Jisung abriendo y cerrando cajas con armas o alguna otra cosa.
- ¿Qué haces aquí tan temprano?- Preguntó el mayor en cuanto entró.
- No podía dormir... la emoción.- El contrario asintió y siguió en lo suyo.
- Entonces podremos empezar desde antes ¿Te parece?- *Podremos* esa palabra resonó en la cabeza del menor varias veces.
- ¿A qué te refieres con "podremos"?- Dijo haciendo comillas con sus dedos y con la emoción consumiéndolo lentamente.
- Por primera vez te dejaré jugar.- Sonrió inocentemente.
Jeongin no contuvo la emoción y dio pequeños brincos en su lugar.
- Ayúdame a elegir armas y después veremos a quiénes tomar.- Dijo Jisung siguiendo en lo suyo.
El menor se acercó sacando una pistola de la caja más chica y le limpió el polvo con un trapo verde que estaba en la mesa.
-¿Cómo empezaremos?
- Mataremos a los que han estado aquí más tiempo... y torturaremos a los más molestos y a los nuevos.- Dijo serio como si no tuviera mucha importancia.
Los encerrados lloraban, imploraban para que los liberaran pero todas sus súplicas eran inútiles.
- Por favor... p-por favor.- Una mujer empezó a llorar por lo alto llamando la atención de los dos chicos. - Si no m-me dejan libre... m-mátenme.- Rogó en su llanto.
- ¿Cómo dijiste bonita?- Preguntó Jisung acercándose a paso lento. - Venga, repítelo, no muerdo.
- Por favor m.. matame.
- ¿Eso quieres?¿Sí?- Esperó una respuesta de la chica que solo asentía mientras quitaba sus lagrimas intimidada ante la mirada de Jisung.
- Jeongin, tú decides si ella muere o no.- Jisung le lanzó una pistola que afortunadamente atrapó.
- Ella...- la pistola en sus manos temblaba. Ya había matado a mucha gente pero nunca ante la mirada de Jisung. Además, Jisung era un saco sin sentimientos y tenía un corazón roto, turbio y podrido. Pero Jeongin todavía sentía algo de empatía por los demás.
Cerró sus ojos y jaló el gatillo. La bala estrelló en el estómago de la chica y esta dio su último suspiro.
- Bien...- Sonrió el mayor limpiando algunas gotas de sangre que habían salpicado en su brazo. - Con eso damos por iniciado esto.
Abrió una de las jaulas en la cual tres chicas se encontraban gritando pegadas a la pared para que Jisung no las atrapara. Pegaban al aire en un intento de alejar a su captor.
Los demás, veían sin emitir ningún sonido. Unos muy espantados como para reaccionar y gritar por ayuda. Imaginándose cualquier forma de muerte que esos dos chicos podían hacerles pasar. Pensando en planes para escapar. Lo mejor era morir, las torturas que J.One empleaba dejaban serios traumas que muchos experimentaron.
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Jisung arrojó otro cuerpo inconsciente dentro de una jaula. Ya no había más gritos, solo leves lloriqueos que el dolor les provocaban las heridas. Quedaban pocas personas conscientes pero ninguno de los dos había parado de "jugar."
- J.One, ¿Cómo se te ocurren tantas formas para dañar mentalmente a las personas?- Jeongin llegó por detrás con las manos llenas de sangre y un cuchillo.
- Mmm, estudié psicología.- Contestó serio tomando una cubeta llena de agua. En vez de ayudar a las personas a superar traumas, él les creaba los traumas. Todo lo que Jisung hacía era con extrema tranquilidad sin preocupación alguna.
Jisung todavía no estaba satisfecho, caminó por el lugar buscando a alguien. - Basta... - Seunggyo, el más reciente en llegar a ese espantoso lugar, quería regresar a su casa y no salir por mucho tiempo.
- ¿Recuerdas a tus amigos?¿ A esos pequeños delincuentes que murieron porque prendí el auto en llamas?- Habló Jisung importándole poco las condiciones del chico frente a él.
- ¡No hables de ellos!- Le gritó Seunggyo enojado al borde del llanto una vez más.
- No te preocupes, te traje una cubeta con agua para que apagues el incendio.- Sonrió inocentemente.
- ¡No sonrías así, das asco! No quiero tu maldito cubo de agua.- Volvió a gritar.
Jisung estalló en carcajadas como loco, Seunggyo viéndolo asustado con lagrimas acumuladas en los ojos amenazando con salir.
- No te pregunté si querías la cubeta.- Sus carcajadas cesaron de un segundo a otro, su rostro cambiando a un semblante serio.
De una patada Seunggyo cayó al suelo demasiado débil como para volver a levantarse. Unas cuerdas ataron los brazos y piernas del menor impidiéndole hacer cualquier intento de levantarse. Jisung colocó la cubeta de agua a un costado del chico y con un vaso negro empezó a vaciar el agua helada en la boca abierta de Gyo. El agua vertida empezaba a desbordarse de su boca y tapaba su nariz impidiéndole respirar. Seunggyo trataba gritar que parara pero sentía que si lo hacía se ahogaría.
- ¿Crees que hubiese sido agua suficiente para apagar el incendio?- Preguntó Jisung volviendo a meter el vaso a la cubeta para rellenarlo. Los recuerdos de sus amigos en llamas regresaron a la cabeza de Seunggyo y no pudo evitar su llanto.
Jisung pateó el estomago del menor repetidas veces y este se empezó a ahogar. Gotas de sangre y agua era lo que tosía Seunggyo. Sus costillas le dolían, seguramente porque las tenía destruidas. El oxígeno empezó a hacerle falta y cerró sus ojos pensado que ahí acabaría su suplicio.
- ¿Creías que te dejaría morir?- La voz de Jisung nuevamente resonó en la cabeza de Seunggyo, quien respiraba irregularmente y tosía incontrolablemente. Pensó que realmente se había ahogado, o tal vez sí lo había hecho, pero Jisung no le permitió morir. - No te vayas a ahogar ¿quieres agua?- Han con una sonrisa estiró su mano con el mismo vaso negro lleno de agua.
- Eres un maldito hijo de puta.
Jisung solo salió de la jaula riendo para seguir torturando a alguien más.
Era de los destinos que nadie debería desearle a alguien. Nadie más debía sufrir eso. Nadie excepto Jisung. Él se merece sufrir sus mismas torturas.