Siempre has sido tú {Bakudeku} (Terminada)

Miradas mutuas

(Pov. omnisciente)

Después de eso, Deku se volvió a girar para cepillarse los dientes de una vez por todas y asi poder meterse a la ducha antes de ir a limpiar. Y parece que el de ojos carmesí le tomó ventaja.

El peliverde miró a través del espejo y vio al rubio cenizo quitándose su camiseta. En cuanto vio aquello desvió la mirada totalmente avergonzado. El mayor tenia un cuerpo asombroso.

-Oi, nerd, ¿que te pasa?-preguntó el mayor mientras metía su camiseta del pijama en la taquilla.

Mierda, Katsuki lo habia visto a través del espejo.

-¡No es nada, Kacchan!-contestó el de ojos esmeralda mientras guardaba apresuradamente sus cosas en su respectiva taquilla.

Bakugou sonrió ante el nerviosismo del pecoso, y se puso de espaldas al menor para seguir quitándose la ropa restante.

Izuku hizo lo mismo, se quitó su camiseta y sacó de la taquilla el champú y todo lo necesario.

Esta vez fue el rubio quien se sonrojó por el hecho de que Deku estuviese delante de él sin camiseta, tenia que admitir que también tenia un cuerpo increible.

-¿Y a ti que te pasa, Kacchan?-dijo el pecoso sonriente.

Habia podido vengarse, y Bakugou lo unico que dijo fue un "tch".

-Apurate, nerd-contestó Katsuki sin poder mirarle a la cara-si no el imbecil de Aizawa nos reñirá de nuevo.

Se dió la vuelta y se encaminó a las duchas, con una toalla envuelta en su cintura.

Pero Izuku no dejó pasar un detalle.

-Kacchan, no me digas que las heridas de los hombros son las que te hice anoche-dijo el pecoso preocupado mientras se acercaba a zancada rápida al mayor.

Ya llevaba su champú en la mano y la toalla en la cintura, al igual que el cenizo.

-Si, ¿y qué?-contestó despreocupado.

-¿No te duelen?-preguntó inquieto mientras se acercaba cada vez más a Katsuki.

Al ser de estatura más bajita que Kacchan, Deku tuvo que ponerse de puntillas para poder mirar bien las heridas de sus hombros. Eran moratones y rasguños, pero no eran nada pequeños.

Al estar de puntillas, sus caras estaban muy cerca. De repente el pecoso dejó de mirar las heridas y miró la cara de su amigo.

Ambos cruzaron miradas, sonrojados. Se podría decir que estaba a centímetros de distancia.

-No, no me duelen-dijo Katsuki apenas en un susurro, el cual fue escuchado por Izuku.

Sus respiraciones se comenzaron a agitar y a mezclarse entre si, el corazón les dió un vuelco a ambos, y el calor subió muy rápido a sus mejillas.

-Lo siento por habértelas hecho, Kacchan-contestó el menor en otro susurro.

De repente sonó un estruendo en la puerta de los baños que hizo que los dos se separasen de un salto.

-¡Y pensar que me he dejado aquí la mochila!-exclamó Kaminari entrando rápidamente al baño-algún dia me dejaré tambien la cabeza.

Y salió corriendo de allí, hablando solo, sin siquiera darse cuenta de la presencia de los dos chicos.

Ambos suspiraron, aun con el sonrojo en los cachetes.

-No te preocupes por las heridas, brócoli con patas, no me duelen una mierda-dijo Katsuki dándose la vuelta para andar hacia las duchas- si me doliesen si te deberías preocupar, porque te hubiese metido una paliza aun peor que la de ayer.

-¡Oye, no me metiste una paliza!-exclamó riendo el menor- pude haberte ganado perfectamente y lo sabes.

A Katsuki se le escapó una carcajada y negó con la cabeza.

Al fin entró a las duchas y desde allí metió presión a Izuku para que tambien se duchase, ya que en nada tenían que estar limpiando.

Que gusto les daba a ambos volver a llevarse relativamente bien. Aunque el de ojos carmesí le insultase y le picase -aunque eso lo hace con todo el mundo-, estaba bastante feliz de poder hablar con él y de que se rieran juntos, ya que Katsuki no suele mostrar sus sonrisas a la gente.

Aunque al rubio le cueste admitirlo por su orgullo de mierda, estaba contento.

Por otro lado, Izuku estaba realmente feliz de poder hablar con él tranquilamente. Sabe como es Katsuki desde pequeño y como es con toda la gente, por tanto le dan igual esos pequeños insultos y esos intentos de molestarlo.

Es más, le hacen gracia y él también intenta contrarrestar con algún que otro pequeño insulto para mosquear al mayor.

La relación de ambos avanzaba poco a poco, pero a pasos agigantados.