Las heridas

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(Pov. Omnisciente)

-Siento si te duele un poco, Kacchan-le dijo el pecoso al tiempo en que agarraba un algodón y el acohol para las heridas-solo será un momento.

-Tsk, hazlo y ya-dijo el rubio, observando cada movimiento del menor-a mi eso no me afecta.

El menor rió, y Katsuki lo miró con la ceja alzada en señal de duda.

-Bueno, de pequeños siempre que te hacias una herida del mismo estilo, te lo dolia muchisimo y casi estabas a punto de llorar.

-¿¡AAHH!? Eso es totalmente mentira, mocoso-contestó este, recordando que lo que decia Deku era, en cambio, totalmente verdad-tú eras el que lloraba siempre como un jodido aspersor.

-Sí, y te doy la razón, pero tú no lo admites y yo lo recuerdo perfectamente-dijo este con una gran sonrisa-bueno, allá voy.

Y nada más decir aquello, el rubio no pudo contestarle. Un gemido de dolor se ahogó en la garganta del mayor.

-Shh, dije que aguantaras-dijo el peliverde en un susurro, concentrado en las heridas-queda poco.

Katsuki, como no, se puso a maldecir de acá para allá. Deku reia ante aquello, pues le parecia graciosa la forma que tenia su amigo para distraerse del dolor.

-Bieeen, ya está-dijo el peliverde, cogiendo las manos del rubio con delicadeza-ahora solo falta vendarlas un poco y listo.

El menor se giró y revolvió entre las cosas del botiquín para buscar las vendas.

-Desde pequeño se te ha dado bien curar este tipo de heridas.

-Bueno, más bien curarte a ti-dijo mientras comenzaba a enrrollar la venda en la palma de su mano derecha-aprendí contigo, al principio ni sabia pero te lastimabas tanto con tu Quirk antes de que pasara todo aquello, que tuve que aprender para poder ayudarte.

-Cierto...-dijo el rubio con una sonrisa nostalgica, pues eso sucedia cuando aun eran mejores amigos, antes de que todo se le subiese a la cabeza-y no queria ir nunca a casa por que estaba la vieja bruja y me regañaria, asi que acudia a tí siempre.

-Si, veo que te acuerdas-dijo el pecoso con una sonrisa tierna y risueña, llena de alegria.

-Claro que me acuerdo, inútil-dijo este, dandole una pequeña colleja.

Ambos se echaron a reir bien agusto, sintiendose genial por la presencia del otro.

-Bueno, pues ya está-dijo Izuku levantandose de la silla-en dos dias o asi podrás quitarte las vendas. Menos mal que mañana es sabado y no hay clases, por que Aizawa te hubiese matado.

El rubio ceniza asintió, mirandose ambas manos.

-Gracias, supongo-dijo en un leve susurro.

-No las des, Kacchan-le contestó con una gran sonrisa-nos vemos dentro de un rato para la comida.

Dicho esto, recogió el botiquín y antes de salir por la puerta, se despidió de Katsuki con una sonrisa de oreja a oreja.

-Pues a comer-dijo el menor nada más salir, mientras se tocaba la tripa-que hambre...

El pecoso iba totalmente ensimismado, pensando en todos los momentos que habia pasado con Kacchan todas estas semanas. Estaba realmente feliz.

Se dirigia a su habitación a dejar las cosas cuando tropezó con alguien.

-¡Oh, lo siento, estaba en mi mundo!-dijo el menor sobandose la cabeza.

-No te preocupes, Midoriya.

Siempre has sido tú  {Bakudeku} (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora