I: La huida

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Salgo con cuidado de aquel apartamento para que las vecinas cotillas luego no hablen de lo ocurrido y se lo cuenten. No me importa el hecho de que opinen sobre lo ocurrido, solo quiero que llegue a casa y no me vea.

Llevo esperando este momento desde que me dio esa carta hace unas horas y salir de aquí enseguida, pero las maletas me están dificultando la idea.

Creo que buscaré un taxi rápidamente en la calle y me iré directa al aeropuerto, para irme a cualquier lugar mientras el vuelo sea esta noche.

Llego a los ascensores y la puerta se abre, mostrándose al borracho de siempre, pero esta vez, está sobrio.

-¿Que coño haces con esas maletas?.- Pregunta y mis manos empiezan a temblar. Sé que va a pasar después.- Quería que leyeras la carta y al menos me entendieras y empezáramos de cero.- Coloca sus manos en sus bolsillos y su tono es de frustración. Agacho la cabeza decidiendo si decirle la verdad o decirle una escusa.

-Esto...-Es lo único que puedo decir, ya que el nudo en la garganta me está impidiendo hablar.

-Adelante, dime alguna gilipollez de las que siempre hablas y podremos entrar en casa.- Dice, pasando por delante de mí.

-No pienso volver a entrar ahí.- Digo, con voz firme. Ese nudo se deshace a medida que pasan los segundos.

-Oh vamos Samanta, este es tu hogar, no tienes a ningún sitio al que ir.- Suelta dando un paso hacia mí. Yo retrocedo y toco la puerta fría de metal con mi espalda. Sus manos agarran mi muñeca tan fuerte, que hace que se me escape un grito de dolor.- Te dije la última vez que no gritaras aquí, los vecinos se enteraran.

-Me da igual quien se entere, no decides en mi vida a partir de ahora. Lo único que quiero es alejarme de ti y que me dejes en paz.- Grito lo más alto que puedo y él chasquea la lengua seguido de unas risas.

-¿Dejarte a ti en paz? ¿Has cambiado de opinión por esa puta carta no? Sabía que no debería de haberte contado nada hasta que nos hubiéramos casado y así no te podrías ir a ningún lado, ya que haría todo lo posible para que te quedaras a mi lado.- Aprieta mis muñecas de nuevo, tira de mí y salgo disparada hacia delante como si estuviera hecha de papel.

-He dicho que no quiero volver.- Digo de nuevo y le miro a los ojos.

-Maldición.- Golpea la puerta en la que estaba segundos antes apoyada. Doy un pequeño salto del susto y él gira su rostro, lleno de ira.- Ahora vamos dentro si no quieres que te quedes en esa casa y no salgas por una buena temporada.- Me amenaza y abre la puerta con brusquedad, haciendo que golpee contra la pared.

Coge mis maletas y las tira por el suelo. Acto seguido, cierra la puerta detrás de mí y me pone contra ella.

-Detente ahora.- Digo seriamente, pero él me ignora. Comienza a besar mi cuello y sus manos bajan rápidamente mis pantalones.

-Ahora voy a hacer lo que quiera contigo, te guste o no.- Dice y con una mano agarra mis dos manos, mientras que con la otra se baja el pantalón.

Las coloca encima de mi cabeza y le miro con asco cuando tira los pantalones lejos de nosotros.

-Me niego a que lo hagas.- Muevo los brazos bruscamente para soltarme, pero ya era demasiado tarde.

Mete sus manos por debajo de mi camiseta y empieza a tocar mis pechos. Me estoy enfadando cada vez más, y no puedo hacer nada para impedir que haga esto.

-Deja de ser tan borde y disfruta Sam.- Dicho esto me besa. Mis labios están formando una línea recta mientras él los mueve con brusquedad.- Si vas a seguir así, empezaré con esto.-Baja mis bragas y lo hace. Suelto un grito de dolor y él sonríe.- Sigue así Sam... Sé que amas esto.

I'm YoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora