La Muerte es el Nuevo Negro.

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Helen

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Helen.

Llevábamos aproximadamente unos diez minutos sentados en una de las sillas del parque decidiendo que hacer. Ya me había calmado pero aún me costaba hablar, me dolía la garganta. Andrew se agarraba la cabeza desesperado sin saber que hacer y con mucha desesperación al no tener control sobre la situación.

—Helen, ¿tu lo hiciste?—preguntó Andrew acercándose a mí.

—No lo sé.—Tomé una pausa y seguí— la sangre en mis manos. No lo sé, Andrew. No logro recordar nada aparte de lo del carro.

No lograba recordar nada, y la culpa que sentía al no saber que había hecho me carcomía por cada segundo que pasaba. El cuerpo de la madre de nuestra amiga estaba tirado frente a nosotros repleto de sangre y no podía creer que estuviéramos viviendo esa escena. La única salida en este caso según las películas de misterio era enterrar el cuerpo en un lugar lejano; nosotros no podíamos hacer eso, pues si lo hacíamos la culpa iba a ser peor.

Rápidamente Andrew pensó en llamar a la policía anónimamente y decir que había un cuerpo en el parque. Sacó su teléfono y Marcó escondiendo su número.

—Hola, buenas noches—dijo Andrew cuando contestaron la llamada.— me encuentro en el parque frente al lago, salía a correr y me llevé con un desafortunado paisaje. Hay un cuerpo en lugar. Creo que es el cuerpo de Lili Strong. Podrían acercarse lo más rápido posible, por favor. Gracias.

El teléfono se colgó y Andrew nos dió una mirada despues de guardar su teléfono.

—No tenemos nada más que hacer. Hay que volver a la casa antes de que alguien nos vea o antes de que la policía llegue.

Me levanté del suelo y caminé detrás de los chicos para subirnos al auto sin decir una palabra. Dí una última mirada hacia atrás antes de subirme y Andrew arrancó. Pasaron las calles y yo aún no podía respirar con normalidad. Intentaba buscar en mi mente cualquier otro recuerdo de lo sucedido, si yo lo había hecho, pero no podía recordar nada.

El problema era, además del asesinato, que nos habían drogado y me habían sacado de la casa de Andrew en la madrugada. Esa persona no pudo ser Wilson, por lo tanto había alguien más. Pensé por un instante que la persona de la máscara fue quién asesino a la señora Strong y también a Sara, pero eso no explicaría la sangre seca de mis manos y mi camisa, ni tampoco el hecho de no tener ningún recuerdo.

Llegamos a la casa de nuevo y bajamos apurados del auto mirando en repetidas ocasiones hacia los lados para fijarnos de que nadie nos viera. Y nadie nos vió, o por lo menos eso pensamos.

—¿Quieres café?—preguntó Andrew cuando entramos a la sala.

Alice aún estaba en shock y Cris no decía nada. Ambos estaban muy pensativos, y no iba a juzgarlos, pues estábamos inmersos nuevamente en una situación que jugaba con nuestra libertad.

La Culpa de lo que Somos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora