Quemada.

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Helen

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Helen.

No logré conciliar el sueño en toda la noche. Luego de la llegada de esa carta las cosas se volcaron dentro de mi mente. Tenía una enorme confusión acerca de lo que esa persona quería. ¿Por que quería que descubriera su identidad? o acaso me quería volver loca buscando personas y identidades en vano, dando vueltas y vueltas al rededor de un enorme signo de interrogación que definía a la perfección a aquella persona. 

Me levanté muy temprano en la mañana, mi madre ya se había ido y me dejó el desayuno en la mesa como era de costumbre. Lo llevé hasta mi cuarto y comí  plácidamente mientras era acompañada por la música, intentando distraerme, aunque eso fue un esfuerzo en vano. Me bañé y vestí, y fue entonces cuando saqué una hoja de un cuaderno y comencé a hacer una lista: La lista de sospechosos. En aquella lista estaban todas las personas que yo conocía, empezando por nosotros cinco y terminando quizá con el conserje de la escuela.

El empeño que puse por hacer una lista organizada fue de verdad exorbitante: Los nombres estaban ordenados por orden alfabético; cada nombre tenia en frente la razón por la que era descartado de la lista, y en algunos casos la razón por la que no. Finalmente, revisé si me había faltado a alguien, al principio dudé sobre si debía o no ponerlos en la lista, pues eran nuestros amigos y no debíamos dudar de ellos, sin embargo, opté por que era lo correcto; esas personas eran Malcom, Even, y por muy loco que suene, Wilson.

A mi lado, vibró mi teléfono indicando una llamada entrante, una llamada de Cris. Lo envié a buzón, la distracción que él me generaba no era apta en estos momentos de presión, pues tenía que planear como iba a descartar a cada una de las personas, necesitaba una guía, algún parámetro el cual seguir, y escuchando la voz de Cris no iba a lograr nada en esos momentos. No sabía por donde comenzar, y opté por descartar a la primera persona que me venía en mente, no creía que esa persona fuera tan infantil de auto nombrarse asesino, así que comencé con la única persona que era fácil de manipular: Nicholas. Aunque la idea de tener que verlo no me llamaba la atención, tenía que empezar con él. Varias veces a la semana lo veía en uno de los prestigiosos restaurantes del pueblo, era lógico que él trabajaba ahí, necesitaba confirmar cuales eran sus horarios y así saber si tenía o no que ver con los asesinatos de aquellas noches. Me puse mi diadema roja, agarré mi bolso y con el sol de la mañana golpeando mi cara me dirigí hasta el centro de la ciudad, ahí, donde mi misión—mejor dicho, mi salvación— comenzaba.


Caminando hasta la puerta del restaurante me sentí muy nerviosa, este quedaba en todo el centro del pueblo y era uno de los restaurantes mas prestigiosos. Empujé el vidrio de la puerta para que esta se abriera y después mostrar su interior. Era un lugar muy bonito, con luces cálidas y con una música clásica de fondo muy agradable. Estaba casi vació, a excepción de unas cuantas personas, era muy de mañana aun, por lo tanto era obvio. No tenía pensado que decir apenas llegara a la recepción, entonces comencé disimuladamente a planear algunas sonrisas amables para dirigirme a alguna de las chicas detrás de la barra. 

La Culpa de lo que Somos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora