Claves

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Lian Domenech

No se cuanto tiempo llevo aquí, mis manos duelen por los hierros en forma de argolla sobre mis muñecas, mi ropa o lo que queda de ella esta húmeda y sucia de mi propia sangre, no se por que motivo estoy aquí encerrado.

—¡Lian! ¡Lian! —Escucho una voz a lo lejos, su voz aguda y femenina hace eco por el calabozo. Me pregunto ¿Si abra alguien más por estas celdas?

De pronto una mujer de asombrosa belleza está frente a mi mirándome con cara de horror.

—¡Por todos los cielos! ¿que te han echo mi amor? — se aferra a los barrotes de la celda mientras la miro con desconcierto.

Ella me mira una vez más sin decir nada, sus ojos se cristalizan por las lágrimas que están apunto de desbordarse de sus bellos ojos.

—Dime algo, quieres— su voz esta llena de sorpresa, no puedo recordarla ¿Me habla a mi?.

—¿Me conocés? — preguntó mi voz es apenas un susurró.

—¡¿Como diablos me preguntas eso?! ¡Lía! ¡Soy Victorie, tu prometida! —ella habla con desesperación. La veo agitada, por mi. No debe de estar mintiendo.

Han llegan unos soldados, y abre la puerta para que ella pase, tan pronto como esta adentro se abalanza sobre mi y se echa a llorar.

—¿Ya puedo llevarlo? —se dirije a uno de los soldados.

—Si señorita, el rey ya dio la orden— murmura uno de ellos. Mientras que otro desata mis manos de las argollas de Hierro.

—¡Mi amor—la chica me abraza.

Yo estoy recio a corresponder sus caricias, no logro recordar o comprender que fue lo que me llevó hasta ahí, la causa, el motivo o si en realidad ¿quien? No se si realmente mi nombre es como ella lo dice, pero comienzo a confiar, no cualquier persona se desviviria por alguien de esa manera, así que correspondo su abrazo y me dejo llevar por su cálido aroma después sus labios buscan los míos y le correspondo...

                     (......................)

Desconocido.

Lo veo atravez del enorme espejo, esta a un lado de mi lavando su cara con desesperacion, sus cabellos se han tornado completamente negros y eso me preocupa se que no es buena señal, se que esta sediento no recibió alimento desde hace dos meses, las torturas implicadas en el han dejado e
Un avisomo de lo que el fue.

Camina a paso lento y voy tras de él, hasta que ella Victorie sale a su encuentro con una copa, lo que parece ser sangre, y se la ofrece el la acepta sin dudar y yo doy un paso más hacia el, cuidando el olor de lo que conriene la copa se que ella no es limpia  y puede que le Siga envenenando.

He estado tan al pendiente de él justo como se me ordenó, hace una semana que salió de su calvario, no me atrevo aún hablar donde le he encontrado, aun no puedo, no en el estado que esta, su cuerpo luce aun más delgado y enormes manchas violáceas cubren la mayor parte de su cuerpo, su cara luce desfigurada del pómulo izquierdo debido a las golpizas diarias que se le daban, pero pronto sanará me he encaegado de eso y de otros asuntos para poder reportarme, la mujer lo tiene engañado pero no cuenta con mi presencia.

Los veo a ellos pero, ellos a mi no y eso me resulta bastante ventajoso el príncipe estará a salvo pronto.

                 (......................)

DAMIÁN

—¿Me llamo señor? —me inclinó y le hago una reverencia.

—Si, primero ¿Como esta Domenech? —pregunta, mientras esta atento a mi respuesta.

—Bien, un poco lastimado. Se lo acaba de llevar la hija de Gina tal como lo ordenaste mi señor—

—Bien, ese chico no volverá a saber quien es. Se rompió el vínculo que tenia con la chica—  murmura mientras se levanta de su trono, algo poco inusual en el.

Lo miro sin decir nada más, no creo que mandara a llamarme solo para tener la conversación del chico vampiro, el engreído nieto de Raymond. Me pregunto ¿Estarán buscando a un al chico? ¿Por qué mi señor se presto para retener al chico, si ya tenía lo que deseaba? Escucho el carraspeo de su garganta y caigo en la cuenta que me he quedado sin palabras ante su presencia por lo que levantó mi cabeza rápidamente.

—Damian, tengo un trabajo para ti— anuncio mientras depositaba su mano en uno de mis hombros.

—¿Si señor? — respondí con firmeza mi lealtad hacia el es hasta la muerte.

—Es una visita a Rodhe Island...


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