El Recuerdo

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En Rodhe Island volvían a ser vacaciónes de pascua. Al despertar el lunes por la mañana me quedé acostada en la cama durante unos segundos asimilando. El año pasado por estas mismas fechas un temido vampiro me había engañado, y se había llevado lo que más amaba en la vida a él a... No podía ni pronunciar su nombre.

Mark no estaba. Hace dos semanas había recibido una llamada algo extraña, pues se distanció para contestar el teléfono cosa que nunca lo había visto hacer. Para después anunciar un viaje de trabajo por un par de semanas.

Todo iba bien cuando estábamos juntos, pero Mark se sentía obligado a marcharse por aquel trabajo el cual ahora lo veía horrible, así que la primera semana estuve sola, Después busqué refugio en Brown, Neffertari y yo habiamos viajado para estar con nuestros padres el período vacacional. Neffertari era la más entusiasmada, Brown sería el último lugar al que  yo hubiera deseado ir pero la ausencia de Mark me había empujado hasta allí.

Me sentía un estorbo, siempre ocupando cada espacio del tiempo de mamá. A ratos estudiaba un poco pero me costaba trabajo el concentrarme, aveces le hacia platica a papá, pero el no era muy dado a rellenar los silencios prolongados, así que se agudizaba la sensación de ser un estorbo, este ya no era mi lugar, mi lugar seguía atado a esa ciudad.

Intente pasar por casa de Neffertari dos días a la semana para variar. Al principo fue muy agradable sentir la calidez de nuestra amistad intacta a pesar de los muchos cambios de ánimos míos. Nefer era una chica muy alegre, y tranquila demasiado activa la mayor parte del tiempo juntas le ayudaba cuando se dedicaba a revolotear por la casita, barríamos, arreglabamos el jardín botánico que su mamá cultivaba o de vez en cuando la observaba cosinar. Resultaba fácil estar más aquí con ella como siempre, en Rodhe siempre estaba en clases.

Las cosas cambiaron cuando superficialmente y de una manera astuta para que no doliera tanto fue cuando me explico que ella y Azael no eran más que buenos amigos, había algo en el vampiro que no se desidia a dar el segundo pasó por lo cual comenzó a salir con un chico del condado Dexter un residente de medicina que hacía practicas en el pueblo. Comenzó a pasar por su casa cuando estaba yo allí, después tuve que escapar. El aura de amor y satisfacción que los rodeaba era más difícil de soportar en dosis concentradas, cuando no había nadie al rededor de ellos para diluirla.

Me dedicaba a vagabundear por los jardines del pequeño parque que tenía el condado evitando a toda costa el estar encerrada en casa. Intentaba no pensar en Mark, en su trabajo y en que a que tipos de peligro se enfrentaba cada día.

A Mark no podía pasarle nada. La sola idea era insoportable. Yo ya había perdido demasiadas cosas. ¿A caso el destino pretendía arrebatarme también las escasas esperanzas de paz que quedaban todavía? Me parecía injusto y desproporcionado, pero quizá todo esto era por haber roto la ley, al haberlo amado contra todas las reglas de nuestro mundo, y ahora que el ya no estaba conmigo y tal vez tampoco en el submundo tenía que pagar mi condena...

No  a Mark no iba a pasarle nada malo. Tenía que creer en eso o sería Incapaz de seguir funcionando.
Sacudi la cabeza con desesperación como si eso fuera hacer que mis ideas malas desaparecieran, mientras me levantaba de la banca donde había permanecido toda la tarde sentada.

La semana se me hizo larga. El jueves ya no estaba segura de lograr mantenerme viva hasta el sábado. Todos los días corria al telefono para revisar los mensajes del contestador. No había ninguno. Hice trampa en varias ocasiones e intenté llamar a Mark, pero la línea de su teléfono seguía sin funcionar.

Ultimamente la herida del pecho había estado supurando, como para vengarse de las veces que la presencia de Mark la había aliviado. Los bordes me ardían. Me sentía muy, muy sola; demasiado.  Al estar lejos de la compañía de Mark, de las distracciones, se me vino encima todo lo que había estado reprimiendo. La brecha de mi pecho estaba peor que nunca. Me había creído capaz de tenerla bajo control pero dia tras día se abría más, apretando los bordes y jadeando en busca de aire, mientras me escondía de mis padres.

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