Epílogo

901 75 103
                                    

28 Años después.

El reino de Arendelle había crecido con el paso del tiempo, con más torres, más posadas, hogares, calles, plazas y el castillo se había extendido por terreno y por pisos.

Los centinelas fueron descendiendo con el paso del tiempo al igual que los felinos, pues su reina ya no estaba más y su rey había partido cuando su hijo tuvo edad para estudiar y gobernar.

La sala de reuniones estaba llena de angustias y mortificaciones, pues frente a ellos estaban las cuatro diferentes cartas de declaraciones de guerra para Arendelle.

Después de la guerra del invierno eterno que comenzó la reina Elsa años atrás, varios descendientes tomaron venganza ante sus padres asesinados, y uno de ellos era el sobrino de los hermanos del Sur.

Que ahora hoy era rey del Sur.

-Debemos irnos a las afueras del reino, cubrir miles de terrenos para evitar que lastimen a nuestra gente-Dijo uno de los guardias presentes.

-Nuestro rey será capaz de eliminarlos con rayos y tormentas -Dijo un ministro.

-Claro que puede hacerlo -Dijo ahora el primer ministro que sucedió después del primero que apoyó a la reina Elsa – Pero sólo estamos hablando de la tragedia, y nuestro rey quiere prevenirla ¿Majestad?

Los hombres miraron en dirección a la silla de trono en donde estaba sentado el rey.

Era un joven de ojos azulados, cabellos platinados en punta peinado atrás como el de su madre, pero sus facciones eran idéntica a las de su padre y llevaba dos perforaciones en la curva de su oreja.

Era un joven de ojos azulados, cabellos platinados en punta peinado atrás como el de su madre, pero sus facciones eran idéntica a las de su padre y llevaba dos perforaciones en la curva de su oreja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ilustración por Sumiaki

Vestía prendas azuladas de dos diferentes tonalidades, una muy oscura y la otra tenue. Llevaba puesta su corona y de sus hombros caía una capa azul marino.

Su expresión era sombría y fría, cualquiera que lo viera a simple vista diría que sería capaz de asesinar sin pensarlo dos veces, pero no era así.

La personalidad del rey era amable y cariñoso, las pocas veces que sonreía lo hacía con sinceridad, con cariño e inocencia. Pero cuando debía ser firme y disciplinado, no había persona que le cambiara su expresión dura. A excepción de una.....

-No pienso dar pie a estas guerras -Dijo con su ronca voz mientras se ponía derecho – Pero si daremos una advertencia, una de la que tendrán dos opciones: retirarse o morir.

Os hombres guardaron silencio ante lo dicho, el guardia oficial tomó la palabra.

-Si pudiese saberse, majestad ¿Qué advertencia les daremos?

-Un clima terrorífico -Opinó otro ministro – El rey deberá crear una tormenta y rayos horripilantes.

-No sólo seré yo quien dé la advertencia -Eliot miró el mapa tallado y pintado en la mesa redonda de reuniones, ahí miró las tierras a donde iría a pedir apoyo.

The Snow Queen. 2do libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora