Capítulo 18

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El cuchillo, empuñado por Tashen, iba directo hacia el pecho de Leila. Los sacerdotes estaban paralizados por el terror del comportamiento de su anciano compañero, y su magia sólo les permitía curar, así que no podían hacer nada. Sus amigos iban vestidos con ropa para ir al templo: túnicas y vestidos ligeros, y no llevaban armas. Alex y Ben, que tenían más reflejos y estaban acostumbrados a trabajar bajo presión, probaron, por las palabras que gritaban, magia de defensa y escudos mágicos, pero todos se rompían al entrar en contacto con la hoja del puñal.

-Es una hoja de obsidiana, ¡Absorbe la magia! -Gritó Alex.

-¿Qué hacemos? -Chilló Ben.

Todo esto cuesta de describir, pero al igual que el siguiente hecho, sucedió en segundos.

El poder embriagador que Leila había sentido jugando al frontón mágico, cuando había surgido un geiser bajo sus pies, volvió ahora. Una luz, blanca y pura, surgió de su pecho e  inundo toda la sala. Ella cerró los ojos, preparada para morir, pero la puñalada no llegaba. Abrió los ojos, y cuando la intensidad del fulgor desapareció del todo, se sorprendió en darse cuenta qué toda la gente, incluido el viejo Tashen, cuyo cuchillo le había caído al suelo, qué la rodeaba estaba en el suelo "No puede ser no pueden estar...." se negaba a decir "muertos"  pero un pensamiento mayor asaltó su mente "No los puedo haber matado yo, no he hecho nada"

-Tranquila, no están muertos. -Dijo entre risas una voz detrás de ella. Sonaba autoritaria, pero también increíblemente joven.

-¿Que les ha pasado entonces? ¿Y quién eres tú? -Se giró y vio a una figura.

Pero no la vio bien, pues la luz del sol quedaba detrás de esta, y sólo se veía su silueta.

-Soy Luciel, sumo sacerdote del templo magii. Y sobre lo que les ha pasado y que lo ha causado, es una cuestión que debemos discutir.

Nada es lo que esDonde viven las historias. Descúbrelo ahora