Esta historia empieza como pocas otras, un viernes por la mañana, cuando Leila Moon despierta a las siete y media de la mañana, en su casa a las afueras de del pueblo británico de Yorkshire.
Después de vestirse, se lavó la cara y se miró al espejo: un par de ojos marrones oscuros, pero que brillaban en el centro como si se tratara de un sol peleando tras la luna en un eclipse, demostrando que podría brillar más. Su pelo era castaño dorado y nunca hacía falta peinarse. Ella podría decir que su boca era demasiado pequeña, o sus ojos demasiado grandes, pero en verdad hacían una combinación preciosa. Después de desayunar y coger el autobús, se encuentra con sus amigos en la clase de segundo de instituto: Leo Winterson, Ben Smith y Alex Mason discuten acaloradamente:
-¡Pero no era esta actividad, Alex!- exclama Leo. Es el mejor amigo de Leila, y un chico muy listo. Tiene un pelo castaño ondulado impeinable, sus ojos cambiaban de color según la luz que influía en ellos, pasando del gris al verde y del verde al azul claro en cuestión de segundos. Solía vestir de azul, pero ese día iba de gris, con una camiseta de la universidad de Yale y unas bermudas negras. Se giró, le dijo unos veloces “Buenos días” y corrió a la taquilla para guardar su teléfono móvil, y después ya volvió al sitio, se sentó encima del pupitre y saludó bien:
-¿Qué tal?-dice soñoliento
-Bien, ¿tú?
-¡Ben, dame mi estuche! -Grita Alex detrás de él. Alex era alta, muy delgada y rubia, con el pelo rizado. Hace karate, por lo que era un poco violenta y empezó a perseguir a Ben por toda la clase, pero antes le pudo echar una miradita con sus ojos marrón clarito y dijo un escueto “Hola”
Ben estaba ya en la otra punta de la clase, y corría tirando mesas y sillas a su paso. Ben era robusto, moreno y también tenía los ojos marrones, así que cuando lo veías con su hermana, rubia de ojos azules, podrías pensar que él era hispano. Con una sonrisa traviesa le devolvió el estuche a Alex justo antes que la profesora de Historia entrara en la clase
-Sentaos chicos. Nos quedamos por…
-Buf. Universo, por favor mándanos una distracción, aunque sean cinco minutos…-Suplica Leo mirando al techo. Los cuatro ríen, y en ese momento, Selena Swanson llama a la puerta
-Señora Haggins, mi tutora le pide que vaya porfavor…- y les mira y dice hola con sus ojos marrones. Su pelo cae en una cascada dorada por sus hombros, y por lo blanca que es su piel podrías adivinar que es rusa
-Vaya suerte!-Exclama Leo- aunque seguro que es la única que tenemos en todo el día.
No se equivocó. Fue un día duro, pero al final Leila llegó a casa, se duchó, cenó, habló un poco con Leo por el teléfono y se fue a dormir, y ahí empezó su raro sueño, que en verdad era una gran aventura.
En su sueño, se levanta de la cama, y sale de su casa para ir al pueblo a por un somnífero, así que coge una chaqueta y se lanza a la aventura.
Pero se olvida de algo: "¿cómo voy a viajar? Ni se conducir y me da palo correr". Entonces, de la noche, surge un ladrido amigo.
Es su perrita, que quiere defender a su dueña de los peligros de la noche "pero así de pequeña no eres muy útil" piensa nuestra heroína. Así que imagina que se saca del bolsillo una galleta de perro que hará que su perrita crezca hasta ser mucho más grande, y al ser un sueño, funciona, y una galletita rosa aparece en su bolsillo, galletita que le da a su perra llamada Mía.
Esta se lo come contenta, y de repente crece y crece hasta que tiene el tamaño de un caballo. Y nuestra somnolienta heroína se monta en ella y juntas corren a la búsqueda de somníferos y anti estresantes, y sí la búsqueda lo permite, una gran aventura.
Entonces, cuando la joven se dirige hacia Yorkshire por el bosque de repente escucha un ruido...
Y cree ver un par de grandes ojos rojos la observan desde la oscuridad.
De repente, se ve rodeada por una manada de lobos del tamaño de personas, negros cómo sombras y con unos afilados colmillos amarillentos.
Entre ellos surge, montada en un lobo aún más grande, una esbelta mujer enfundada en un traje de cuero negro.
Armada con una lanza larga y destellante, la misteriosa mujer encapuchada le mira, y sus ojos reflejan un odio profundo, y algo más, locura asesina
"sabía que vendrías por aquí, Leila Moon"
"Yo nunca dejo que una niñita insolente me gane, así que despídete" dice La Señora Haggins con un destello de locura psicópata en los ojos en el momento en que la jabalina vuela directa a su corazón, y sabe que no fallará.
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Nada es lo que es
FantasyLeila Moon, una adolescente normal de 15 años, se ve arrastrada a un mundo paralelo en el que la magia existe, las leyedas y mitos corren por sus anchas por el mundo y una raza de humanos, llamdos "magii" se ocupan de que éstos no ataquen al mundo m...