Leila y Leo cayeron a plomo sobre un campo de hierba reseca, a unos metros de la entrada a la ciudad. Desde ahí podía verse el destrozo: incendios, escombros, humo... aunque el desastre de verdad estaba delante de la academia: una columna de humo descomunal subía hasta el cielo, ennegreciéndolo todo, y las llamas del incendio amenazaban altas como torres. Se escuchó un rugido, y el suelo tembló otra vez. Leo se puso de pie y ayudó a Leila a enderezarse. Ambos se miraron, y eso lo dijo todo. "Corre" y corrieron por la calle principal hasta el parque. El incendio había avanzado hasta los límites del lugar, tanto que Leila tuvo que entretenerse un par de veces en absorber la energía calorífica y apagar las llamas para avanzar hasta el centro del caos.
Allí el desastre era máximo: cráteres por todas partes, magii heridos de gravedad huyendo, otros entrando y saliendo de la columna de humo de la cual venían los temblores, magii por el suelo, puede que muertos... Y entonces salieron del caos sus amigos: Alex tenía la armadura rota por tres lados, la lanza de Selena se le estaba derritiendo entre las manos, y una parte de la espada gigante de Ben no estaba, cómo si algo la hubiera arrancado. Los cinco amigos se reencontraron, y Leo tomó la palabra:
-¡Chicos! ¿qué...
-¡Fuego! ¡Ácido! ¡Veneno!... y es enorme...- Le interrumpió chillando Selena.
-¿Pero qué es? -Gritó por encima del ruido Leila, pero no hizo falta que nadie le contestara. Una ráfaga inesperada de viento llevó el humo a otro lado, y eso que causaba temblores y rugidos se vio por fin.
Lo que primero vio Leila fue el león, pero algo fallaba: tenía el tamaño de un bebé elefante. Cada vez que rugía, fuego salía por su boca y hacía arder algo más. Por si eso no era suficiente, luego se giró, y al otro lado se vio una cabeza de cabra, blanca como la nieve, pegada al cuello del león, como si algún niño travieso hubiera estado pegando peluches entre ellos.
La cabra baló, cosa que no dejaba de ser terroríficamente ridícula en la situación, y luego, cómo para llorar de miedo y risa a la vez, eructó, y la nube de gas fundió una farola cercana. Por último, el monstruo volvió a girar, dejando al descubierto su trasero, y en el lugar en el que tendría que ir una cola de león había cuerpo y cabeza de una anaconda adulta sobredimensionada, que escupía veneno por todos lados.Leo empalideció:
-Una Quimera... ¡No se veían de este tamaño desde la que mató un héroe griego!
Leila fue más directa:
-¿¡Qué o quién creó a esa cosa!?
Ben no perdió su humor:
-Yo la habría hecho mejor. Puede que le hubiera puesto pechos de mujer...
Alex, mantuvo su instinto asesino:
-¿Cómo mato a esa cosa?
Selena volvió a perder los estribos:
-¿¡Y si puede ser sin que acabe convertida en un charco de porquería!?
-Podemos con ella. -Aseguró Leo. -Tres cabezas para cinco personas. Nos dividimos: Selena y Leila, os toca la cabra. Cortadle los cuernos y luego cortadle el cuello. Ben y Alex, tenéis la serpiente para vosotros solitos. Hacedla rodajas! Yo me ocupo del león. -La única que estuvo de acuerdo con él fue Alex, que llevaba demasiado tiempo (5 minutos) sin intentar matar a nada. Ben no opinó, Selena no quería enfrentarse a la cabra eructadora, y Leila, dado que su elemento era el fuego, pensaba que podía absorber todo lo que ese león escupiera.
Leo no admitió ninguna queja:
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Nada es lo que es
FantasiLeila Moon, una adolescente normal de 15 años, se ve arrastrada a un mundo paralelo en el que la magia existe, las leyedas y mitos corren por sus anchas por el mundo y una raza de humanos, llamdos "magii" se ocupan de que éstos no ataquen al mundo m...