XVIII

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Seúl, 2013

¡Divino! — Exclamó JongIn mientras admiraba el nuevo corte de cabello del joven de mejillas regordetas — V debería pagarme mejor después de esto.

El más joven alzó una ceja mientras observaba su reflejo en el costoso espejo de mano que el estilista le ofreció.

Concuerdo. — Asintió JiMin.

Algunos meses habían pasado desde que V lo había declarado su propiedad y Park aún no se acostumbraba del todo. Estar ahí dentro era un completo desastre y se estaba viendo obligado a asistir a un montón de reuniones dentro de las familias solamente para acompañar al capo.

V era un encanto y eso era algo que el pelinegro no podía ignorar. Siempre se preocupaba por su bienestar y se encargaba de cumplir todos y cada uno de sus deseos por más descabellados que estos fueran.

Se puso de pie mientras acomodaba el ostentoso saco gris que V había pedido exclusivamente para él y llegó a la conclusión de que verdaderamente le agradaba su apariencia en aquel preciso momento.

Su amante siempre le explicaba que dentro de Aleatti perniciosi existía un código de vestimenta y quien no lo cumpliera recibiría algunas sanciones no especificadas aún, es por ello que todos dentro de aquella organización se preocupaban tanto por su vestimenta o apariencia física.

Y mientras el joven Park admiraba los costosos regalos que el capo le obsequió desde su llegada, fue cuando se lo preguntó.

JongIn — el estilista alzó una ceja en espera de la pregunta — ¿Ha habido otros?

¿Disculpe?

JiMin asintió.

Sí. Ya sabes... otros amantes.

El de piel morena rio por lo bajo mientras acomodaba sus materiales de trabajo.

No como tal, no — respondió después de algunos segundos —. Había traído hombres antes, pero... no es ni mínimamente parecido al compromiso que hizo con usted.

Y aunque el joven Park no debía hacerlo, se sintió afortunado por ello.

Omertà - Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora