XXXIX

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No me gusta nada tener un guardaespaldas — se atrevió a decir el de mejillas regordetas —. Extraño mi libertad.

El capo asintió levemente mientras abrochaba el pequeño botón de su manga derecha.

Por supuesto, cariño — dijo con firmeza —. Pero no puedo permitir que estés solo, no me perdonaría si algo llegara a pasarte.

JiMin soltó un suspiro antes de ponerse de rodillas sobre la cama, abrazando al mayor por la espalda.

V se vestía en el borde de la cama mientras pensaba cómo ejecutar el siguiente paso de su plan. Se la estaban poniendo difícil teniendo en cuenta la situación actual, pero estaba seguro de que encontraría la manera de hacer todo a la perfección, igual que siempre.

Una pequeña sonrisa se formó en sus rodados labios al sentir los brazos de su amante alrededor de su cintura. Entendía completamente su desesperación, pero no podía permitirse arriesgar a su pequeño de esa manera.

Todos mis enemigos saben que la única manera de derrocarme es poniéndote en peligro.

Susurró mientras acariciaba con delicadeza las pálidas manos de JiMin.

Pero eres más listo que ellos — replicó Park —, siempre vas un paso adelante... incluso dos o tres.

El capo suspiró, recargándose por completo en el pecho de su amante.

Pueden lastimarte en cualquier momento, me preocupa tu seguridad.

JiMin frunció el ceño.

Además... te encanta molestar a Wonho.

El de cabello rosado alzó una ceja después de escuchar aquello.

Es verdad, ¿pero sabes qué me gusta aún más?

Dijo juguetón mientras jugueteaba con el cuello de la camisa de su amante.

¿Qué cosa? — Cuestionó con la voz temblorosa debido a las manos traviesas del más bajito.

Poder ir solo a comprar mi ropa... esa ropa que te encanta.

Le susurró al oído, mordisqueándolo un poco solamente para provocarlo.

Bueno... eso puede arreglarse, tendríamos que discutirlo.

JiMin sonrió, por fin estaba cediendo.

El capo solía ser una persona bastante firme y segura por naturaleza, era un líder nato, pero cuando se trataba de JiMin, cedía bastante fácil. Era su kryptonita.

Perfecto.

— Encontraremos la manera, pero definitivamente no te pondré en peligro.

JiMin asintió mientras lo soltaba, permitiendo que se pusiera de pie.

¿Cómo puedes ser tan apuesto?

Cuestionó mientras el capo peinaba con delicadeza su brillante cabellera castaña.

V sonrió en señal de nerviosismo, pues para él era imposible mantener la postura cuando su pequeño le hacía ese tipo de cumplidos.

De no ser por tu posición, estoy seguro de que saldrías en la portada de millones de revistas.

El capo negó.

Soy afortunado de tenerte.

El más alto no pudo evitar sonreír después de escuchar aquello.

Se dio media vuelta y se inclinó para besar con fervor los gruesos labios de su amante.

Yo soy el afortunado, te lo aseguro. — Le aseguró.

Sí, él podría ser el capo de la mafia más poderosa del continente, incluso del mundo entero, pero le encantaba que en su pequeña burbuja era un hombre enamorado que lo único que buscaba era su bienestar.

Porque V era todo un genio, incluso cuando se trataba de amar.

Omertà - Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora