XI

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Westminster, 2006

Me han dicho que soy bastante buena en lo que hago — la rubia le susurró al oído —, usualmente los hombres grandes y apuestos como usted solicitan mis servicios.

El sujeto frente a la joven de ojos esmeralda fumó de su pipa antes de responder. Su semblante frío y sin expresión era inigualable, como si hubiese visto a la mismísima muerte frente a sus narices.

Ya veo, bueno... quizá debería pedir la opinión de mis colegas.

Dicho aquello, la joven pudo apreciar las siluetas de otros tres hombres entre la oscuridad, hombres que se acercaban a ella hasta acorralarla en aquel frío y tenebroso callejón.

Verá, señorita. Soy un agente en vigilancia.

Al escuchar aquello, la joven se maldijo a sí misma en su interior.

Ya conoces las leyes sobre la prostitución. Se trata de una ofensa de tipo 4. Eso quiere decir que nosotros tenemos que decidir qué te sucederá, esa es nuestra prerrogativa.

Oh no, mire... — sollozó la rubia — haré lo que usted quiera, por favor no me mate.

Lo entendió mal, señorita — habló el hombre —. Hará lo que nosotros queramos y luego morirá.

Y cuando sintió la respiración pesada de aquel hombre en su cuello, apretó los ojos y no fue capaz de formular palabra alguna.

Acapara sobre sí todo un enjambre de infamias...

Abrió los ojos. No podía ser él.

¿Quién demonios...? — Susurró uno de los sujetos.

¿Qué está pasando aquí? — Kim TaeHyung cuestionó — ¿Acaso han organizado una fiesta en mi honor?

— ¿Quién es él?

— No sé. Debe ser un idiota que salió de algún sanatorio. ¡Oye tú!

TaeHyung sonrió con malicia.

¿Yo? — Se señaló a sí mismo — Ya quisiera alguien como usted haber salido de un sanatorio como el mío.

El hombre de la pipa se apartó del cuerpo de la joven y se acercó al coreano, a quien tomó repentinamente de la muñeca.

¿Qué carajos estás diciendo?

El asiático ni se inmutó.

Estás en problemas, amigo. Grandes problemas. Esta mujer es una criminal, somos oficiales de policía — explicó uno de ellos —. Se le necesita para interrogarla, así que mantén...

Y cuando aquel hombre notó que su mano ya no lo estaba sujetando a él, solamente su muñeca, se espantó.

... ¿tus manos fuera?

¡Vaya! ¡Esta noche parece humear muertes sangrientas!

Dicho aquello, TaeHyung se acercó al cuerpo de Marianne, quien lo observaba con admiración y temor a la vez.

Y sin mediar adiós... he aquí mi despedida.

Un objeto metálico golpeó el suelo segundos después. Al notarlo, los oficiales no tuvieron siquiera tiempo para reaccionar. De repente aquel oscuro callejón se convirtió en humo.

¡Gas lacrimógeno! Dios santo, ¡Es gas lacrimógeno!

— ¡Tengo su mano! ¡Qué carajos debo hacer con...?

Y el sonido de una explosión le impidió terminar la oración.

¡Qué mierda? — Exclamó uno de ellos al observar el cuerpo en llamas de su colega — ¡Esa cosa ha explotado!

El resto observó con espanto aquel artefacto que había sostenido su colega segundos atrás. Aquella no era una mano, definitivamente se trataba de una bomba.

Aquel coreano lo había asesinado sin siquiera tocarlo.

Ese bastardo... ¡tenemos que encontrarlo!

Omertà - Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora