XXIX

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Oscuridad fue lo único que el comandante pudo observar durante todo el camino. Estaba comenzando a desesperarse y, si no llegaban pronto, era capaz de arrancarse aquel incómodo antifaz aunque aquello le costara la vida.

Soltó un profundo suspiro, el cual provocó una ligera risa por parte del capo.

Calme usted, comandante. Ya casi llegamos.

Dijo en tono burlón.

No puedo creer que esté en la camioneta del hombre más buscado en todo el continente.

V negó levemente con la cabeza mientras lo observaba a través del espejo retrovisor.

Ni siquiera creo que estén buscándome, Jeon... — rio por lo bajo — no soy el hombre más cuidadoso cuando salgo a las calles.

Y, a decir verdad, el capo tenía bastante razón. Si bien era uno de los hombres más buscados, la mayoría del tiempo no se centraban en atraparlo, pero... ¿por qué no lo hacían?
La respuesta a esa pregunta siempre fue bastante simple, pues V era quizá el hombre más importante e influyente dentro de todo el país. El imperio que había formado en tan poco tiempo era impresionante y era prácticamente imposible derrotarlo, por lo tanto, en aquel preciso momento no tenía caso iniciar una guerra contra él.

Pero Jeon planeaba cambiar eso, y pronto.

Así que si su intención es atraparme, ya lo habrían conseguido.

Susurró antes de darle un sorbo al vaso con whisky que sostenía en su mano derecha.

Señor, hemos llegado. — Susurró RM.

Escuchó algunos aplausos y podía asegurar que provenían de las palmas de V.

Perfecto, ya estaba comenzando a desesperarme.

La respiración del comandante se cortó cuando escuchó las puertas de la camioneta abrirse de manera abrupta y se sintió inseguro cuando fue sujetado por unas enormes manos, obligándolo a salir del vehículo.

Quítenle el antifaz.

Ordenó.

RM se acercó al comandante, sujetándolo del otro brazo para después quitarle el antifaz con la mano que le había quedado libre.

¿Qué mierda estás haciendo, V?

Y el comandante supo que la había liado cuando sintió un fuerte golpe en su abdomen.

Más respeto al jefe, que aquí no nos apiadamos de los oficiales con aires de grandeza... como tú.

V hizo un ademán, indicándoles a ambos hombres que debían permanecer tranquilos.

RM, Jin, agradezco la intervención, pero la violencia no será necesaria susurró antes de acercarse un poco al cuerpo de Jeon —, yo sé que el comandante y yo nos entenderemos a la perfección, ¿cierto?

El oficial solo pudo asentir.

Perfecto. Tráiganlo.

Y cuando el capo comenzó a caminar, Jeon fue prácticamente arrastrado por ambos dentro de aquella enorme residencia.
Se sentía intimidado, había por lo menos unos 20 hombres armados en el perímetro, hombres que simplemente se encargaban de vigilar las afueras de la mansión. Aquella construcción era casi tan grande como la Casa Blanca y no quería ni imaginarse cuántas personas estarían habitando sus interiores.

Aquí tenemos algunas reglas, ¿bien?

Mencionó cuando por fin llegaron a la habitación. Era una habitación bastante amplia, pero con pocas cosas en su interior. La puerta era inmensa, de caoba pura y el suelo estaba cubierto por una lujosa alfombra.

Omertà - Vmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora