Sebastian P.V.
Camino a mi hotel recibí un mensaje, era de un numero con quien hace mucho no tenía contacto, me extraño recibir su mensaje pero honestamente no me resulto nada desagradable. Me cito en un bar y cambie la ruta para dirigirme a su encuentro. No sabía tampoco cómo se había enterado de que estaba aquí, ni que hacia ella aquí.
Cuando llegue al bar. Que estaba bastante oscuro y apenas iluminado con unas luces tenues busque entre la gente alguna cabecilla con cabello corto y negro pero no había ninguna, quizás aún no llegaba así que me senté en la barra mientras me tomaba un tequila.
Me sobresalte cuando sentí las manos tibias de una mujer tapar mis ojos desde mi espalda. Seguramente era ella.
-Hola mi amor.- Me destapo los ojos y tan pronto me di la vuelta sello mis labios con un beso antes de que le pudiera corresponder el saludo. Estaba sorprendido pero esta era una estupenda bienvenida. Se separó y nos miramos sonrientes unos segundos.
-Hola primor.- Seguía siendo una diosa, encantadora e irresistible como siempre, el cabello le había crecido y ya no se lo teñía de negro, lo llevaba de su color castaño de siempre. Los ojos verdes le brillaban y sus labios rojos estaban jugosos y entreabiertos, volvería a besarle si no tuviera tantas preguntas por hacerle.- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que yo estaba aquí?
-Vivo aquí, mis padre tienen un apartamento en un nuevo condominio lujoso y yo estoy viviendo ahí y bueno es imposible no enterarse cuando el mismísimo Sebastian Stan se encuentra en la ciudad.- se sentó a mi lado en el banco de piel roja y brillante, a pesar del ruido pude escuchar como la piel de su pierna hacia un leve sonido al despegarla del asiento para cruzar su pierna, como siempre le encantaba presumir lo muy bien torneado de su cuerpo.- Eres como el gallo en el gallinero, solo vienes a alborotarnos.- me reí y ella se tomó el resto de mi trago de un solo sorbo.
-Ya sabes que no es mi culpa causar todas esas sensaciones en las mujeres.- Le hice señas al cantinero para que nos sirviera dos copas más. Y ella no dejaba de sonreírme.
-¿Estás aquí por trabajo o por placer?- me volvía loco como había enfatizado la palabra placer y la forma en que sus pestañas revoloteaban como palomillas.
-Es un viaje de trabajo principalmente, pero si tú quieres... se podría volver un viaje de placer.- deje salir eso entre un pesado suspiro que provenía de los mas profundo y perverso de mi ser. Que placer seria si ella lo deseaba también.
Nos sonreímos y ambos nos tomamos de un trago nuestra bebida. No dejábamos de mirarnos, nos seguíamos deseando igual que antes y aunque lo nuestro y no era tan prohibido como antes aun podía sentir la adrenalina corriendo por mis venas cuando estábamos cerca, juntos éramos pólvora pura a la espera de hacer contacto para explotar.
Nos levantamos y la lleve conmigo a mi hotel, si ella estaba aquí entonces este mes trabajando aquí seria uno de los más divertidos y placenteros que pudiese haber.
Tom P.V.
Me encontré con James Nagel un viejo amigo de la preparatoria que además, actualmente era el director de una importante firma de abogados. Me invito a salir a la parte de afuera comentándome que el clima estaba muy bueno, las bebidas estaban más ricas y tropicales además de que estaba lleno de chicas lindas. Honestamente yo no llevaba ninguna intención de liarme con alguien hoy porque venía atender exclusivamente asuntos laborales. Pedí un bloody mary, algo inusual en mi pues yo siempre bebía los licores secos o a veces en las rocas, pero aquí hacía mucho calor y no sé porque pensé que esto me vendría mucho mejor, De todas formas, cuando termine me sentía empalagado por el sabor de la bebida y regrese a mis vasos de wiski, en las rocas para refrescarme un poco. James Nagel era un hombre felizmente casado desde hace 10 años, pero eso no le impedía ser una de las personas más infieles y coquetas que yo hubiese conocido, no era raro enterarse de algún escándalo amoroso de este hombre y su esposa le soportaba todo por dinero. Así que no me sorprendía en nada cuando hacia comentarios sugestivos o tentadores sobre alguna mujer, era normal en él pero me consterne cuando me señalo la delicada y tentadora apariencia de una mujer con bikini negro. Me tomo unos segundo darme cuenta que era ella, mi asistente de 23 años a la que jamás había visto llevar una falda cuyo dobladillo sobrepasara los 10 cm de su rodilla y ahora estaba frente a las camillas para tomar el sol, quitándose una bata o un kimono y dejándolo colgado por ahí, mostrando la piel de todo su cuerpo, totalmente blanca y sin haber sido tocada por el sol, los rayos de luz del decadente atardecer debían ser los primeros en tocarla en mucho tiempo. Casi me atragante con mi bebida cuando escuche los finos piropos que mi ex compañero de generación le dedicaba. Sin duda era ella quien más le había llamado la atención esta noche, era carne nueva, nunca antes la había traído aquí y no sé porque sentí que nunca más quería traerla. Sé que había dicho que ella podría aprovechar y divertirse, pero algo de esto me incomodo, no sabía si eran las cosa que James decía, el aceptar que Danielle Daft mi asistente y su bikini negro no me resultaba para nada indiferente o el admitir frente a James que la chica de quien se expresaba tan elegantemente venia conmigo.
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Million Dollar Man (TERMINADA)
Hayran KurguParecía que quería irse y yo no quería que se fuera. Me sentía mal, no tanto por dejarlo con las ganas, había dejado a otros así antes me sentía mal conmigo misma por fallarme así. -Sr. Hiddleston, espere.- Iba a irse porque estaba por darse la vu...