·Las Dos Serpientes·

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Venezuela-Caracas.
22/03/2019.

El manto celestial aun no le había dado paso al astro rey, en su lugar aquella luz platina, proveniente de la luna, acompañada de sus pequeñas hijas, las estrellas, eran testigo de los acontecimientos de aquella noche. Pues aunque el exterior se encontraba sereno, dentro del hogar dónde nuestros protagonistas se refugian, estos se encontraban reunidos, siendo iluminados por una vela, en una reunión exprés.

El motivo eran los acontecimientos de la misión anterior.

Antes de proseguir, recapitulemos un poco; Erika se la ingeniado bastante bien, para recordar el camino rumbo al refugio, cruzando en diferentes calles, mientras apreciaba los edificios que dejaba atrás y los cuales servían como guías para llegar a su objetivo.

Naoko y Leo ya habían perdido el conocimiento, y aquello era peligroso.

Cruzó en la última esquina, impactando el vehículo contra un cuerpo y pisando el freno como reflejo. Su respiración estaba ajetreada, mientras que su cabello había cubierto un poco su rostro, al apreciar al frente, en el capot se encontraba un infectado, no era ningúna mutación y ella agradeció eso. Erika retrocedió un poco, para luego acelerar de golpes, haciendo que el cuerpo rodara y se callera, y ella pudiera avanzar.

La camioneta se detuvo frente al refugio a las 18.00 horas.

Erika bajó de la camioneta, para seguidamente comenzar a golpear la puerta con fuerza y desespero. Sentía su cuerpo templar por la adrenalina, que aún estaba en ella. La primera en abrir la puerta fue Sheila, lista con arma en mano, pero al notar que era su amiga se relajó un poco, llenando sus ojos de confusión pues no entendía el comportamiento de su amiga.

Ella no podía hablar, pues las palabras no se salían, entonces optó por señalar nada más la camioneta. Entonces en ese momento la morena comprendió lo que Erika le estaba tratando de comunicar con tanta insistencia.

—¡JEAN, YERAI! —Gritó a todo pulmón.

Ambos chicos no tardaron en acudir a su llamado.

El mayor la miró confundido y molestia, como si lo hubiera interrumpido en algo realmente importante, mientras que el otro, solamente la miró con con función, preparado para tomar lo primero, que viera y arrojarlo si de un infectado se trataba, pero ese no era el caso.

La morena comenzó a dar órdenes, su voz sonaba desesperada y se notaba alterada. Por ello los chicos no terminaban de comprender lo que ella les estaba diciendo. Hasta que Erika los empujó hacia la camioneta, dónde notaron a sus dos compañeros realmente más.

Entonces se apresuraron a llevarlos al interior de la casa.

El refugio ahora era un nido de gritos, explanaciones y lágrimas. Aquello alertó a Azul, la cual terminó de salir del baño, con el cabello aun húmedo. Una sudadera holgada aguamarina, acompañada de unos pantalones negros y zapados deportivos. Nunca sabía en qué momento tendrían que escapar y ella estaba consciente de eso, así que preferiría siempre estar preparada.

Apreció el camino de sangre que iban dejando Jean, al llevar a Naoko hacía la habitaciones arriba. Dio un leve vistazo a todo, apreciando como lo único que reinaba en estos momentos era el pánico, y la desesperación, que no los dejaba pensar con claridad. Noto también que Kai y Lizabeth no habían regresado, prefirió no hacer suposiciones, en lugar de ello, tenían que actuar rápido y ganar tiempo, para que ambos llegaran.

Ella corrió para levantarse en la mesa de centro de la sala, de este modo ganaría altura. La mesa se tambaleó, pero rápidamente ella recuperó el equilibrio. Llenó sus pulmones de aire, recordando a aquellos cuentos de los tres cerditos, dónde el lobo feroz se preparaba para soplar y derribar las casas. Colocando sus manos alrededor de su boca, para de ese modo incrementar su voz, y con todas sus fuerzas gritó:

【✜ Vida Entre Muertos ✜】【Saga Ángeles Exterminadores】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora