·C.O.B.R.A·

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Venezuela-Caracas.
29/03/2019.

Aquellas columnas de humo gris, aún se podían apreciar con claridad cómo se elevaban hacia el cielo, desde la lejanía. El fuego de las granadas, seguramente seguía consumiendo el edificio, o tal vez ya se había extinto, jamás lo sabrían, pues nadie pensaba en regresar a aquel lugar de muerte. El sol comenzaba a ocultarse, dándole paso a aquella noche llena de tiniebla.

Sentado en el marco de la ventana, apreciando como las sombras iban tomando terreno, mientras este se ocultaba cada vez más, se encontraba él. El híbrido. Ya no era raro encontrarlo hundido en sus pensamientos, aunque a su vez, estaba atento a lo que le rodeaba, igual que un soldado que está atento al fuego enemigo.

Se habían refugiado en una casa de alta clase, amplios y espaciosos cuartos, pisos superiores, cocina llena de provisiones que les ayudarían, y una planta eléctrica que les brindaría la electricidad necesaria para los días que pasarían en ese lugar. Entre Vector y Kai habían despejado la casa, una familia de infectados aún habitaba el lugar cuando llegaron.

Ahora no tenían que preocuparse por alguno de ellos.

Vector llevó la boquilla de aquella lata de cerveza a sus labios, esta no estaba tan fría como le gustaría, pero al menos no estaba caliente. Tomó un largo trago para luego bajarla. Sus ojos negros regresaron a apreciar el paisaje, mientras pensaba en lo que tenía que hacer.

Dos días atrás, había decidido olvidarse de su venganza e irse con sus amigos, escapando de Venezuela con ellos, y por eso fue a Miraflores con ellos. Había sido una suerte que nos descubriera que estaba infectado. Pero al encontrar aquella carpeta, ese documento con la ubicación de la base de aquel cuerpo especial, provocaba que las cosas cambiarán.

Algo en su interior deseaba continuar con esa audaz cazaría, quería aniquilar a las personas que asesinaron a su familia, las personas que alegaron que su familiares habían sido presas del virus para eliminarlos sin remordimientos algunos. Ellos los separan de sus seres queridos, una separación que jamás podría cruzar y por ende, nunca los vería de nuevo.

—Trasero.

De pronto escuchó tres golpes en la puerta, mientras que una voz cantarina lo llamaba, se giró un poco para apreciar cómo dos chicas entraban. No tardó en reconocerlas. La primera era Lizabeth, llevando unos pantalones jean azul oscuro, una camisa holgada de color verde, con un suéter blanco y los botines. A su lado Beatriz, no se había quedado atrás, llevando unos monos pero esta vez con un estampado militar, botas del mismo estilo, una camisa blanca, mientras su cabello revuelto y pomposo estaba suelto.

Ella llevaba en la mano un tazón, dónde había una ensalada de diferentes snack, de marcas conocidas y perfectas para engordar si se comían en grandes cantidades. Tras saludar al chico se acercaron, dejando el objeto en el borde de la ventana, ofreciéndole al híbrido, y aunque este no sentía el sabor de aquellos bocadillos, no los rechazó.

El silencio reinó por unos minutos, pero no fue uno incómodo, el ambiente estaba tranquilo, mientras la oscuridad cada vez se hacía más presente . Lizabeth terminó sentándose a un lado de la ventana, junto a Beatriz, las cuales sacaron unas cartas de poker y comenzaron a jugar, múltiples juegos pero ninguno era poker.

—¿Qué haremos ahora? —Cuestionó Beatriz.

—Bueno...—Lizabeth miró sus castas— Tienes que lanzar una carta que sea menor o mayo, a la que está en la mesa, si no tienes robas y pierdes tu turno, quien se quede primero sin cartas gana.

—¡No me refiero a esto!—Exclamó con brusquedad Beatriz— Me refiero a todos... nuestra oportunidad de irnos de aquí, se esfumaron como el viento.

【✜ Vida Entre Muertos ✜】【Saga Ángeles Exterminadores】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora