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Subí rápidamente mientras mi padre gritaba el nombre de mi hermano, solo escuchaba gritos por su parte, y por si fuera poco empezaron a hablarme las voces de mi cabeza, me susurraban, hasta que escucho a una gritar.
Me asusté, cerré la puerta rápidamente mientras estas me hablaban, era un sonido espeluznante, eran gritos de dolor, eran desgarradores. Hubo un momento en el que cesaron, pero aún escuchaba algunos, eran de mi hermano. Quería bajar a ayudarle pero el terror me paralizaba, me senté en el suelo, tapándome la cara mientras lloraba, lloraba como si no hubiese un mañana, hacía años que no lloraba de aquella manera, un llanto que sacaba todo lo que sentía hacia fuera, cualquiera que me viera adivinaría que me estaba pasando. Allí estaba yo, tirada en el suelo de mi desordenada habitación, llorando mientras la luz del atardecer se colaba por la ventana de mi cuarto, dejando una imagen triste. Sentía impotencia, al querer ayudar a mi hermano pero no poder hacer nada, me sentía la peor hermana del mundo.

- Nada de esto es real, es solo un mal sueño - Me repetía una y otra vez, quería despertar de algo que era una realidad, pero mi cabeza no conocía ese concepto.

- ¡Para! - era Henry, se notaba su voz rota, con miedo.

Los dos teníamos miedo a aquel hombre que decía ser nuestro padre, para mi él no era nadie, para Henry era un monstruo. Cuando era más pequeña y vivía con mi padre, con 6 años me acuerdo que llevé un dibujo a casa, eran garabatos negros y marrones, cualquier persona diría que era espeluznante que una niña pequeña dibujara esas cosas, decía que era un gato jugando con su bola de ovillo, se lo di a mi padre como regalo, me dijo que le gustaba pero al darme la vuelta escuché como lo rompió, esos pequeños detalles que rompen el corazón de cualquiera, yo para ese entonces no tenía corazón, no sentía nada, solo sentía cosas hacia mi hermano, que era él único que me cuidaba, el único que me hacía sentir algo diferente a lo que sentía siempre, que era un gran vacío.
Escuché las características botas de mi hermano subir las escaleras y un portazo detrás, yo estaba paralizada, no podía moverme, sentía una sensación en mi pecho, una que nunca antes había sentido. Por mi mente empezaron a pasar imágenes espeluznantes, quería borrarlas, pero no podía, ni era capaz, quería ser una persona normal, con una familia normal, pero era imposible.

- No es real Kendall, quítate esas imágenes de tu cabeza, no son reales -

Cuando al fin decidí levantarme cogí mi mechero, que estaba en mi escritorio al lado de unos dibujos que había hecho el día anterior. En uno se podía ver a una chica joven, rodeado de algo negro, para una persona normal lo que le rodeaba eran simples garabatos, pero yo veía oscuridad, terror. Dibujaba bien, mi hermano me dijo que tenía que aprovechar ese talento para dibujar cosas más bonitas, no simples garabatos sin sentido. Miré detenidamente el dibujo mientras abría la tapa de mi mechero, dejando que la llama azul y naranja apareciera, acerqué el papel y empezó a arder. Mi padre conocía mi obsesión por el fuego, mi madre también, pero mi hermano no, él pensaba que lo hacía porque me aburría, y cuando me pillaba me echaba la bronca, pero lo hago muy a menudo, quemar cosas, es como una pasión, a gente le gusta escribir, a otras leer y a mi quemar cosas, cualquier tipo de cosas. Al terminar de consumirse ese papel cogí mi chaqueta color granate que había colocado esa misma mañana en mi silla de escritorio verde y me la puse. Me dirigí hacia la puerta, con el mechero en mi mano izquierda y la abrí, bajé lentamente las escaleras mientras observaba el cuarto de mi padre, estaba cerrado, eso significaba que si no estaba en el salón, estaba allí. Eché un vistazo al viejo sofá azul gastado, y efectivamente, estaba vacío. Fui hacia la puerta y de un portazo desaparecí.

[...]

Al llegar al pequeño bosque me senté mientras jugaba con mi mechero, lo encendía, lo apagaba, así una y otra vez, estaba sentada apoyada en un árbol sin prestar atención a nada de mi alrededor.

- ¿Que haces aquí? - preguntó una voz. Alcé la mirada y vi a aquel chico de pelo negro largo y ojos verdes que hace nada me ayudó. Yo me limité a seguir jugando con el mechero.

- Escapar - le respondí sin darle mayor importancia.

- ¿De tu padre? - se me hacía raro que Patrick Hockstetter me hiciera esas preguntas, que fuera tan cálido conmigo.

- Sí, pero ya estoy bien - dije intentando evitar que sacara el tema de conversación de mi padre.

- ¿Te gusta el fuego? - preguntó al verme con el mechero. Yo asentí levemente. - Tenemos muchas cosas en común Kendall, nunca he conocido a alguien que le guste el fuego también -

No quería hablar, quería relajarme, y tener a mi lado a Patrick hacia de todo menos eso, no me incomodaba su presencia, pero había algo dentro de mi que quería que se fuera.

- Puedes venir a mi casa a dormir si quieres, tú y tu hermano - rompió Patrick el silencio con su grave voz.

- Mi padre tiene turno de noche, así que no va a estar en mi casa, no hace falta, solo te molestaríamos - respondí con sinceridad, a veces a la gente le molestaba que fuera tan directa y que no siento era arrepentimiento alguno al decir algo a alguien, fuese lo doloroso que fuese.

- Pero yo estaría más tranquilo sabiendo que no os pasará nada - me dijo sonriendo.

- Tú lo que quieres es que duerma contigo - le contesté riéndome.

- ¿Que? No, ¿que te hace pensar eso? - respondió riéndose también.

- Lo que me dijiste en tu casa, de que querías estar más tiempo conmigo, ¿crees que soy tonta Patrick? - me hacía mucha gracia la cara que se le había quedado a Patrick, esa típica cara de cuando te pillan haciendo algo que estabas planeando.

- Es para conocerte más Kendall, no te hagas ilusiones - Patrick parecía molesto, pero se podía ver una pequeña sonrisa en su rostro.

- ¿Alguna vez has sentido esa sensación de afecto hacia alguien, pero que no quieres tenerla? - le pregunté a Patrick.

- No, ¿a que viene esa pregunta? - respondió confundido. Al escuchar esa respuesta me decepcione un poco.

- Porque yo nunca he sentido esa sensación y la estoy sintiendo ahora - contesté aún más confundida al chico de ojos verdes.

- ¿A que te refieres? ¿que sentimientos has sentido tú? - preguntó curioso Patrick.

- Dolor y vacío, nada más - respondí segura.

Patrick Hockstetter

Al escuchar esa respuesta me quedé confundido, la mayor parte del tiempo sentía eso, pero, la sensación que ella siente de tener afecto a algo pero no querer sentir eso, dice que la está sintiendo ahora, conmigo, es decir, ¿siente algo hacia mi? Esta chica me tenía confundido, quería saber lo que ella sentía por dentro, pero es como un rompecabezas, es muy compleja, es como yo, alguien que no expresa lo que siente. La única diferencia es que si le preguntas ella te responde, pero yo no. Ahora que lo pienso, ella es real para mi, y tengo miedo, no quiero que sea real, porque sino, de un arrebato puedo hacer algo horrible, y no quiero que pase eso. Yo también soy real para ella, eso quiere decir que es importante para mi, porque ella está alterándome por dentro, confundiéndome, con sus preguntas, su mirada, no quería admitirlo, pero sentía la misma sensación de afecto que ella. Si se a vuelto real eso significa que ha hecho que algo cambie, porque sino todo sería igual que antes y no sentiría esto, a lo mejor, los dos somos parte del mismo mundo, del mismo universo, para ello, tengo que averiguarlo, pero va a ser muy difícil, esta chica me gusta y necesito saber si ella siente lo mismo, que esa sensación de afecto y de rechazo se vuelva mejor, que el rechazo desaparezca, necesito protegerla, ya que ella es como una débil flor, es alguien con poca autoestima que fácilmente se la hiere, y yo estoy aquí para protegerla, por eso la han mandado a mi mundo, para que yo la cuide y ella cuide de mi.

reales; patrick hockstetter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora