The Moons Curse→ Descendants.

12. That's crazy.

Luego de que terminara mis clases pendientes me cambié por un corsé y una falda con mis botas bajas y mi cabello suelto, debía ir a ver a Zus al castillo de Kaleb.

— El príncipe Zus ha ido al castillo de su majestad por el resto del día princesa. — Había dicho aquel mensajero amable, yo le di una señal de que iría a verlo cuánto antes.

Zus había salido de la preparatoria hace años y por lo que sabia, le faltaba poco para terminar la universidad gracias a su inteligencia e ingenió tan apresurado, el era muy bueno en prácticamente todo lo que se proponía. Luego de vestirme salí al exterior con paso apresurado, enserio quería verlo.

— ¡Elz! — Su voz hizo que me detuviera de golpe Volviéndome hacía ella mostrando una sonrisa, corrió hacia mi envolviendo sus brazos en mi cintura yo se lo devolví.

— Lucí, hola.

Se apartó e hizo una pequeña reverencia en donde yo rodé mis ojos.

— Tanto tiempo sin hablarle a una de mis mejores amigas.

Hice una mueca de culpa, en realidad habíamos estado ocupados tanto Zus como yo en Ben y Evie, él ayudándolo con su reinado y yo ayudando a la peli azúl con sus confecciones de vestido y como ser la reina ideal.

— Lo siento — Ella negó con su cabeza.

— No hay problema, ¿Como esta Zus?

— Esta bien, creo — Ella arqueó sus cejas y yo solté una risita nasal. No lo había visto el resto del día.

— Hey, ¿Puedo pedirte un favor?

— Claro.

— ¿Guardarías el obsequio de Zus contigo? — Zus era muy curioso de modo que podía revisar toda la habitación en busca de él, su cumpleaños estaba a tan solo 1 semana y no me arriesgaría.

— Bien, mi mejor amigo esta demente te comprendo. — Yo le Sonreí en lo que le tendía una pequeña caja de terciopelo rojo con una cadena con unas Alas, lucí parecía fascinada.

— Esta hermosa.

— Confió en ti por favor, guardala y que nadie la vea — Implore, ella la tomo guardándola rápidamente en su bolso, dejé un beso en su mejilla.

— Necesito hacer algo importante, lo siento Lu.

— ¡Suerte con Zus! — Exclamó una vez me encamine apresurada.

— Gracias.

En la entrada del castillo permanecía el carruaje esperando por mí, el caballero que nos había interrumpido la última vez que estuve en el transporte me saludó con una reverencia, si mal no recuerdo, su nombre era Daniel.