Entregate al Dragón

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Cuando sintió su piel, la abrazo sin dudar y tembló inconscientemente al sentirla en sus brazos una vez más.

Ella sabía que algo le pasaba, correspondió al abrazo y se mantuvieron en silencio. Solo disfrutando su cercanía.

Luego el la alejó bruscamente y se puso de pie dándole la espalda.

Ella pudo ver aquel par de alas.

Definitivamente algo pasaba.

Se puso de pie también y con los brazos cruzados preguntó.

-¿Porque no has ido a verme?-

Natsu no contestó seguía dándole la espalda.

-Natsu, ¿Qué ocurre?-

Nuevamente silencio, no decía palabra alguna.

-¡Dime!-

Hablo está vez en tono alto con cierta molestia.

El pelirosa se dio cuenta y la miró.

Extendió sus brazos para que ella lo vea mejor.

-Soy más dragón ahora Lucy, Igneel murió y no eh aprendido a lidiar con todo, liderazgo, mis nuevos poderes, mi apariencia. Estoy confundido. Pero lo que tengo claro es que.-

Dejó de hablar, la miraba como en cada palabra ella se iba relajando y dejando caer sus brazos.

-No podemos ser más una pareja.-

Lucy sintió su corazón dar un brinco.

Las lágrimas amenazaban con caer.

Natsu bajo su mirada

-Vete Lucy y no regreses más.-

Se dio vuelta y comenzó a caminar para salir de la cueva.

Ella no iba a dejarlo ir tan Fácil

Así que lo alcanzó, lo sostuvo de la espalda antes de que el pueda salir completamente de la cueva.

-¡No! ¡Te amo! ¡Tú me amas! ¡Nos amamos! ¿Porque nos debemos separar? ¡Lo que sea que venga lo enfrentaremos juntos Natsu!-

Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del chico.

Se dio vuelta y la envolvió en sus brazos.

Esa mujer era su bendición o su perdición no lo sabía.

Solo estaba seguro de que al tenerla cerca todo en el vibraba.

Aprisionó sus labios con los suyos, un beso inmediato apasionado, necesitaba sentir esos labios sabor a vainilla con desesperación, aún besándola la cargo en brazos y la llevó así más adentro de la cueva.

La recostó en aquella cama de paja suave y algodón que tenía ahí sin dejar de besarla.

Estaba sediento de sus besos, de su piel, de su aroma, de toda ella.

Metió su mano bajo la falda de aquel vestido lila que tenía acariciando sus piernas.

Ella gimió suave.

Era la primera vez que la escuchaba así.
Ese pequeño gemido encendio algo dentro de el.

Quería escucharla más

De momento a otro arrancó ese vestido.

Dejándola con ropa interior frente a él

Su piel blanca y suave lo estaba haciendo perder el control.

Bajo a su cuello lamiendo y succionando suavemente.

Una vez más ella gimió.

Gruñó al oírla.

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