El inmenso dolor de cabeza fue el que me despertó. Conforme me iba incorporando de la cama me di cuenta que alguien me observaba, pero no sólo era alguien, era América; verla, tan cerca de mí, hacía que mi corazón se acelerara, que la sonrisa en mi rostro apareciera de nuevo y que mi vida otra vez tuviera sentido. Una parte de mi sabía que esto no era real, pero me deje llevar por lo que sentía en ese momento.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunté levantándome de la cama.
—Vine a despedirme— respondió sonriendo fugazmente.
— ¿A dónde vas? —le pregunté con una mueca.
—Me voy con… mi padre—respondió en un susurro.
—Pero él esta… ¡Oh! —mi voz se quebró por la sorpresa.
Ella se acercó a mí, me dio un dulce y corto beso en los labios. Cuando empecé a preguntarle algo ella solo me silencio con otro beso y después empezó a caminar a la puerta.
No podía dejarla ir, no podía perderla, no de nuevo. Empecé a gritar su nombre, desesperadamente, pero ella seguía caminando y paso a paso se desvanecía, alejándose de mí; planeaba seguirla y enseguida me levante haciendo ademan de alcanzarla, pero sentí un ligero tirón en mi brazo, entonces la realidad me golpeo…estaba despierto.
—Maxon, Maxon, despierta—alguien tiraba de mí brazo.
— ¿Qué es lo sucede? —pregunté desconcertado.
Conforme reaccionaba me di cuenta que estaba en el refugio principal y que la que estaba sentada al lado de mi era Kriss.
—Parecía que tenías pesadillas—respondió con sequedad.
—Sí—respondí, pensando en lo que había soñado anteriormente.
—El palacio ya está despejado, así que podemos salir—dijo seriamente.
— ¿Que sucedió? —pregunté, la forma en que su rostro se apagó me dijo que las cosas no iban bien.
—Hubo un ataque, esta vez fueron los sureños. Alguien te golpeo en la cabeza, pero por suerte un soldado llego y te trajo al refugio. Pero en illéa las cosas no van muy bien que digamos—narró agachando la cabeza e inmediatamente intuí que algo malo estaba sucediendo.
—Quiero que me digas que es lo que está sucediendo—demandé y, por lo visto, mi voz le sorprendió porque nunca le había hablado así.
—Mira, Maxon, ya estoy harta, ¿sabes? Ya nunca estoy tranquila, tu nunca dejas de hablar de América en tus sueños y lo nuestro no puede ser posible porque tú ya estás enamorado de ella—escupió muy molesta.
—Por dios, Kriss, ¿qué es lo que quieres que haga? Tú no me comprendes y ella sÍ, tú me reprochas pero no te das cuenta que yo la paso peor. Mi familia está muerta, tengo que dirigir todo un país y, encima de todo, la chica que realmente amo, quizá, ya está con otro— casi grité, intentando que no se me quebrara la voz con la última frase, fallando notoriamente.
—Yo...yo. Maxon, no sabía eso. Lo siento, creo que te estoy juzgando mal. Lo mejor será que me vaya—dijo tratando de ocultar algo o eso me pareció.
— ¡NO! —grité. —Antes tienes que decirme que es lo que está sucediendo—dije esta vez más calmado.
Kriss suspiro y se sentó a mi lado.
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La Elección.
Fiksi Penggemar«Sonríe y no dejes de hacerlo hasta el último segundo.» me decía mentalmente. Y así lo hice. Porque ningún ataque impidió que Maxon hiciera su elección. Pero no sólo el príncipe puede hacerla.