Capitulo Diecisiete

287 35 6
                                    

<<Hongjoong>>

El calor que hace invita a entrar en la piscina del jardín de la casa de mama y papa pero con el peso de mis tres bebes y mi quinto mes de embarazo me es imposible.

— Siempre puedes ponerte un flotador —se burla Jongho, sentándose a mi lado —entra con Mingi.

— No voy a meterme en la piscina ni con Mingi ni con nadie —me siento bien, estirando mis piernas —ya te llegará el momento en que tu pases por esto y te recordaré tus burlas. Voy a entrar dentro, tengo hambre y ganas de ir al baño.

Me levanto con dificultad, teniendo que ser ayudado por Jongho, entrando en casa, yendo primero al cuarto de baño, saliendo pocos minutos después, aliviado por una parte, entrando en la cocina donde me siento después de coger un bol de la nevera con fresas, una manzana que pelo y corto en trozos y una tableta de chocolate que encuentro escondida, dándole un mordisco a lo último, escondiéndolo en la silla junto a la mia cuando escucho pasos cada vez más cerca.

— Hermanito —muerdo una fresa, sintiéndome algo aliviado al ver a Yunho y no a Mingi —¿qué haces aquí solo?

— Comer —señalo la fruta —tu querido Jongho estaba molestándome porque no quería entrar en la piscina y aparte tenia que hacer mis necesidades. Voy demasiado al baño y cada vez tengo más hambre.

— No culpes a mis sobrinos de eso, es algo normal. Lo que me extraña es que no tengas dulce cerca —le miro, comiendo otra fresa —Mingi dice que está pillándote comiendo chocolate casi todo el tiempo.

— No tengo chocolate. Mama y papa nunca tienen chocolate —me echo hacia atrás en la silla —estoy tan cansado.

— Ve a tu habitación aquí y duerme —le veo buscar en la nevera —que raro. Mama y papa siempre esconden una tableta de chocolate con leche y no está.

Por un momento me tenso, más cuando me mira cerrando la puerta a su espalda, acercándose, inclinándose tanto que podría asegurar que huele el pedazo de chocolate que me he comido sin haberlo podido camuflar con las fresas.

— Eres un mentiroso enano —la coge de la silla, dejándola en la mesa —no puedes engañar a tu hermano mayor. Desde niño siempre te has creído que soy idiota cuando escondías las cosas y no es así. De mi no tienes que esconderlo, no soy Mingi pero no te excedas por los bebes y por ti mismo ¿de acuerdo?

— Está bien —aparto todo, poniéndome en pie —ya no tengo hambre de todos modos. ¿Puedes guardar todo? Voy a echarme un poco que estoy cansado.

Un bostezo escapa cuando salgo de la cocina, dirigiéndome a las escaleras, subiéndolas lentamente, sintiéndome tan pesado que por un momento creo que acabaré durmiendo aquí mismo, llegando al último escalón de forma segura, entrando en mi antigua habitación.

Todo sigue igual que antes de marcharme. La cama en su sitio, mi escritorio donde tantas horas me pasaba estudiando, mi armario.. todo absolutamente. Nada ha sido ni tocado ni cambiado, a excepción de la ropa de cama que ahora aparto, tumbándome en el colchón, apoyando mi cabeza en la almohada cuando encuentro una postura cómoda, durmiéndome pocos segundos después.


Un cosquillo recorre todo mi cuerpo, moviéndome sobre la cama, apretando mi mano en la almohada. El calor ya no se nota tanto aunque no se bien que hora es ni cuanto he dormido. Aún con los ojos cerrados me muevo sobre la cama hasta quedar boca arriba, estirando mis brazos, notando todavía esa sensación en mi cuerpo, más exactamente donde se encuentra mi gigantesca barriga. Abro los ojos de golpe, sintiéndome mareado por ello.

— ¡Mingi! ¿cuanto rato llevas ahí? —miro mi camiseta levantada —¿y que haces? Me has despertado.

— No pretendía despertarte —deja un cálido beso en mis labios —veía que no bajabas y tu hermano me ha dicho que estabas aquí dormido. Llevo desde entonces aquí y hasta ahora no te has enterado.

No es un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora