Capitulo Dieciocho

234 34 8
                                    

<<Hongjoong>>

No se si es el calor de agosto o mis siete meses y medio de embarazo pero, incapaz de conciliar ya el sueño siento desde hace un rato molestias que van desde mi barriga a mi espalda, incapaz a penas de moverme por la casa, ni de levantarme siquiera del sofá que es donde estoy.

— Mingi —le llamo, apretando la mano en el sofá, sintiendo los pinchazos cada vez más fuertes —¡Mingi!

Mingi no tarda en aparecer en la sala, con las manos llenas de jabón.

— ¿Qué ocurre Honie?

— Me duele.. no se porque pero siento que los bebes ya quieren nacer y todavía queda para la fecha un mes y medio —estiro la mano hacia él —deberíamos ir al hospital.

— Llamaré a tu madre —le paro antes de que se mueva —Honie tengo que llamar a tu madre para que nos lleve antes de que te sientas peor o a los bebes les pase algo malo.

Le suelto, aunque no quiero.

Siguiendo sus movimientos le veo coger mi móvil buscar cuando lo desbloqueo el número de mi madre. Los dolores en todo mi cuerpo se hacen más fuerte, notando su mano en mi espalda, en mi barriga, apretando las mías cuando los vuelvo a sentir, dejando caer lágrimas sin parar. Mi madre no tarda mucho en llegar por suerte después de finalizar la llamada, teniendo que ser ayudado por mi novio, abrazándome a su cuello cuando me coge en brazos incapaz de andar un solo paso.

Me abrazo bien a Mingi sentados en la parte de atrás del coche.

— No paran quietos —acaricio mi barriga, notando en todo momento los bebes moviéndose —y duele.

— Intenta calmarte y se tranquilizarán también.

Lo intento si pero no lo consigo ni cuando mi madre aparca en la zona de urgencias, ni en el momento en que dos sanitarios del hospital me llevan sentado en una silla de ruedas a una habitación donde conectan en mi barriga algo que no veo lo que es, que no quiero ver más bien, escuchando los latidos de nuestros tres bebes, viendo en la pantalla frente a nosotros sin soltar las manos de Mingi en ningún momento a nuestros hijos.

— Hongjoong —miro al doctor —es normal que sientas ya molestias porque quieren nacer pero aún no es el momento. Aún tienen que desarrollarse un poco más hasta la fecha en que nazcan. Te queda un mes y medio y si nacen ahora seria peligroso.

— ¿Y no es peligroso que estén aún aquí? —señalo mi barriga —son tres y no tienen tanto espacio para esperar un mes y medio. No quiero que les pase nada malo.

— Los bebes están bien y pueden aguantar al menos tres semanas más.

Niego, intentando levantarme, golpear al doctor por estúpido, por no ver que están sufriendo encerrados en mi cuerpo, pidiendo la liberación, nacer. Cojo la almohada bajo mi cabeza, golpeando al estúpido doctor con ella, siendo detenido por Mingi cuando voy a hacerlo de nuevo, cubriéndome con mis manos la cara, dejando libres lágrimas que hasta ahora he retenido, siendo libre el miedo por perder a mis tres pequeños o que algo malo les pase.

— Que te alteres así si es peligroso para los bebes. Ir a casa, descansa y nos veremos en tres semanas.

Frunciendo una vez más el ceño veo irse al doctor, quedándome a solas con Mingi quien me ayuda a ponerme en pie, llevándonos a mi, a nuestros hijos y a todo el dolor que sigo sintiendo fuera del hospital, de regreso a casa en el coche de mi madre que se va asegurándose de que estoy bien, abrazándome al cuello de mi novio cuando me coge en brazos, entrando en casa, yendo así a nuestra habitación, donde me deja acostado sobre nuestra cama.

— Duerme un poco por favor.. preparare algo para que comas y te sientas mejor —sale de la habitación.

Golpeo la cama con mis puños, abrazándome con fuerza a la almohada, empapándola con mis lágrimas que solo cesan de caer cuando me quedo dormido.


Me despierto sintiéndome un poco mejor que antes de dormirme cuando volvimos del hospital. Estirándome me doy cuenta de que estoy solo en la cama, cubierto con una manta que dejo a un lado poniéndome en pie, pisando el suelo con mis pies descalzos levantándome con demasiada dificultad, al igual que también me cuesta andar.

Salgo de la habitación, notando como el hambre despierta de pronto. Muevo mis manos por mi enorme barriga, sintiendo una extraña sensación en el ambiente que invade la casa.

— ¿Mingi? —entro en la cocina, encontrándola vacía —¿amor donde estás?

— Tu amor no está —giro rápido, sintiéndome algo mareado —y no creo que vuelva pronto.

— Te preguntaría que le has hecho pero un beta estúpido como lo eres tu, Jinhwan, no seria capaz de matar ni a un mosquito. Más bien yo pienso que si un mosquito te roza con su ala el que muere eres tu. Así de patético eres.

— Que valiente te crees omega estúpido —avanza hacia mi, retrocediendo un solo paso —¿qué pensará ese alfa al que tanto amas cuando vea que su omega y su hijo están tirados en el suelo de esta cocina, muertos?

— Toca un pelo a mis hijos aunque no hayan nacido aún y la única sangre que bañara esta cocina será la tuya —cojo un cuchillo, apuntándole con él —largate de mi casa Jinhwan.

Un gruñido por su parte, otro saliendo de mi no son nada comparando con el tercero que resuena cerca, demasiado diría yo. El lobo que se nos acerca no lo reconozco como mi alfa. Su olor es completamente distinto, sus gruñidos son más fuertes segundo más se acerca a Jinhwan quien retrocede no tan valiente como cuando me ha amenazado. Incluso yo tiemblo cuando el lobo, alfa, para frente a mi olisqueando demasiado cerca de barriga, alejándose al instante volviendo a centrarse en Jinhwan quien sale corriendo de la cocina.

Incapaz de moverme de donde estoy, dejando caer el cuchillo al suelo, miro la escena frente a mi. Jinhwan llega a la puerta de casa mientras que el lobo alfa de pelaje gris oscuro casi negro le sigue, soltando aullidos.

El silencio vuelve a reinar en la casa, a excepción por mi corazón y mi respiración acelerada.

— ¡Honie! —me siento en la silla, ignorando esa voz, a mi alfa —Honie mirame.

No quiero pero le miro, viendo como sus manos sostienen las mías, el miedo instalado en sus ojos mientras que los míos solo se humedecen sin derramar ninguna lágrima.

— Jinhwan.. un lobo que no conozco.. quería matarme, matarnos.

— ¿El lobo? —niego —¿Jinhwan?

Asiento, abrazándome como puedo a su cuerpo, temblando entre sus brazos cuando me cubre con ellos.

— ¿Quien era ese lobo Mingi? Quiero volver a casa con mis padres.. nuestros hijos estarán en peligro si seguimos aquí y Jinhwan puede entrar —le miro a los ojos —por favor.

— No tenéis que iros —miro hacia la puerta —nunca dejaría que un amigo y lo que más quiere sufriese o muriese si puedo evitarlo.

No es un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora