Capitulo Treinta

162 19 2
                                    

<<Hongjoong>>

Hace algo más de una hora que hemos llegado a casa, que nuestros amigos se han ido después de hablar unos minutos del viaje, de nuestros hijos que se han portado bien. Ahora solos en casa no dejo de intentar llamar a mi madre, quien no responde a ninguna de mis llamadas, perdiendo poco a poco la esperanza de contactar hoy con ella para contarle la petición tan especial de Mingi pasando de ser novios y padres de tres bebes perfectos a prometidos.

— Deja de insistir tanto —me quita el móvil, dejándolo sobre la mesita de noche —ya te llamará tu madre cuando pueda. Tienes que descansar un poco, te has despertado temprano y está claro que estás agotado. Yo cuidaré de nuestros hijos para que descanses y no tengas que preocuparte de nada.

— Está bien pero solo una hora y después me ocupo yo de nuestros hijos —me tapo bien con la sábana y manta —¿beso?

Una sonrisa en sus labios, labios que rozan los míos en un beso que empieza lento, subiendo mis manos a su cuello cuando lo profundiza uniendo su lengua con la mia, cayendo su cuerpo sobre el mio con la ropa de cama entre medias de los dos. Cerrando los ojos sigo sintiendo sus labios, su lengua, su respiración acelerada, su corazón latiendo con fuerza al igual que el mio pero también el sueño que poco a poco me va llevando, perdiendo la fuerza hasta en mis manos, sintiendo como mis labios se alejan de los de Mingi cayendo en un profundo sueño.


Ver la hora que es y que no he dormido una hora o dos sino cinco y media me ponen nervioso más porque no he podido cumplir con cuidar de nuestros hijos dejando a Mingi solo con los tres.

Saliendo de la cama casi pierdo el equilibrio sosteniéndome a la mesita de noche para no acabar rompiéndome algo y salgo de la habitación,

— ¿Mingi? —entro en la sala —lo siento mi amor.. me he dormido más tiempo de lo que te dije que dormiría..

— Honie te he dicho que no te preocupes —deja con cuidado a Hana en mi piernas cuando me siento a su lado —ya han tomado sus biberones hace unos minutos y les he cambiado el pañal. No tienes que preocuparte por nada y lo sabes. Tu descanso es importante también.

Miro a Mingi dispuesto a dar mi opinión al respecto pero retengo mis palabras al escuchar el timbre. Cogiendo bien a Hana en brazos salgo de la sala yendo hasta la entrada cubriendo bien el pequeño cuerpo de mi niña, abriendo la puerta.

— Mama —sonrío mirando a mi madre —te he llamado hace unas horas pero no respondías.

— Estaba cuidando de tu padre hijo —coge con cuidado a Hana —¿cómo se portan mis preciosos nietos?

— Bien mama pero tenemos que hablarte de algo Mingi y yo —miro hacia la sala —en la sala.

— No me digas que os separáis hijo —niego rápidamente —vuestra unión no puede romperse después de todo cuanto habéis hecho siendo tan jóvenes. Después de tener tres hijos con solo diecisiete años mi pequeño. Vamos con tu novio y me sacas de dudas hijo.

Siguiendo a mi madre vamos al salón, sentándome junto a Mingi en el sofá mientras que mi madre ocupa el sillón con su nieta en brazos medio dormida.

— Verás mama ya sabes que Mingi y yo hemos celebrado nuestro aniversario, el primero y.. —miro a Mingi sonriendo —me ha pedido casarme con él y le he dicho que si.

Mirando de nuevo a mi madre puedo ver mil cosas, sentir otras mil, que pueda estar pensando incapaz por el momento de decir alguna palabra sobre la noticia que le acabo de contar, poniéndome nervioso esperando una reacción que deseo sea positiva recordando como se puso cuando le dijimos que queríamos tener un bebe y nos pillo de aquella forma en la cama aunque yo fuese vestido.

— Os vais a casar —ambos asentimos —¿estáis seguros?

— Completamente mama —le enseño el anillo que Mingi me dio como confirmación de nuestro compromiso —lo estuvimos cuando quisimos ser padres y lo estamos ahora que queremos unirnos de otra forma. Quiero a Mingi, él me quiere, tenemos una familia preciosa que va creciendo de forma sana y estable aunque tengamos dieciocho años. No necesitamos más realmente para estar seguros de este paso. ¿N..no lo aceptas?

— Claro que lo acepto hijo aunque os precipitéis demasiado porque sois muy jóvenes te apoyo en todo, a los dos por supuesto —nos mira tanto a Mingi como a mi —¿habéis pensado cuando y como queréis que sea vuestra boda?

— Aún no porque los trillizos son muy pequeños pero quizá un año ¿no? —miro a Mingi, quien me sorprende negando con la cabeza.

— No voy a esperar un año pudiéndome casar ya contigo —no aparto mis ojos de él en ningún momento —no digo que nos vamos a casar hoy pero quizá en unas semanas, un mes como mucho es el tiempo perfecto para nuestra boda.

— A mi me parece bien hijo —miro a mi madre sorprendiéndome porque acepte tan rápido —vosotros no os preocupes y dejar que yo organice la boda. Cuidar bien de mis nietos y no te olvides de llamar a tu hermano. Querrá enterarse por ti y no por otros. Ya sabes lo mucho que se enfada si no sabe las cosas por ti.

En menos de dos minutos me encuentro con Hana de nuevo en mis brazos y mi madre marchándose, quedándome completamente confundido por lo bien que ha reaccionado, casi sin sentir las suaves caricias de Mingi en mi mejilla, mirándole, dejando a Hana en su cuna, abrazándome a mi novio, intentando calmar esa sensación escuchando los latidos de su corazón, apoyándome mejor en su cuerpo cuando me abraza, dejando un beso en mi cabeza y mis labios, quedándome así poco a poco más tranquilo sin necesidad ni ganas de moverme de como estoy.

— ¿De verdad lo ha aceptado sin negarse o poner mil razones como que somos muy jóvenes y esas cosas?

— Lo ha aceptado mi amor y nos va a organizar la boda —entrelaza sus dedos con los míos, rozando mi anillo —quizá en menos de un mes ya pueda llamarte marido, esposo, pueda presumir de ello y no decir que eres mi novio. Quedará muy bien decir que soy tu marido y tu el mio. Te quiero Honie y voy a hacer que seas el esposo más feliz de todos.

— Ya se que me harás el hombre casado más feliz porque tal cual estamos ahora ya soy feliz y todo gracias a ti —aseguro de forma sincera —no puedo pedirle más felicidad a nada ni nadie porque ya la tengo.

No es un juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora