Capitulo Treinta y tres

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<<Mingi>>

Una hora y siete minutos faltan tan solo para que inicie la boda y yo ya estoy preparado para ese momento exacto en el que veré a Honie a mi lado, casándonos, convirtiéndonos en el marido del otro.

Saliendo de mi habitación voy hacia la de los trillizos, quienes también están vestidos para la ocasión.

— ¿Estás seguro de que ha sido buena idea dejarles aquí y no ir tu a casa de mis padres en lugar de Hongjoong? —miro a Yunho.

— Honie ha decidido que me quede yo con ellos —me siento en el sillón —se pasó toda la cena diciendo que si se quedaba con los niños se pensaría la luna de miel porque no quiere dejar a los niños por una semana. Es demasiado terco.

— Te vas a casar con ese terco Mingi y eso al igual que la marca que le hiciste y estos tres niños son para toda la vida —asiento porque lo se perfectamente —¿deberíamos pensar en ir yendo allí?

Mirando la hora en mi móvil me doy cuenta que tiene razón porque hablando se ha pasado el tiempo tan rápido que se nos podría olvidar incluso si quedase un minuto. Cogiendo entre los dos a los trillizos los dejamos en la silla, asegurándoles. Salimos una vez tengo la bolsa con biberones, pañales y demás, dejando que lleve Yunho la silla hasta la casa de sus padres, a donde llegamos con diez minutos de antelación porque los trillizos, a la vez, han decidido llorar retrasándonos hasta poder calmarlos lo suficiente.

— ¿Ha pasado algo con los bebes? —escucho a Honie no tan lejos.

— Escondete antes de que aparezca.

Dejando a Hyo Suk en la silla me alejo metiéndome en el cuarto de baño, cerrando lo suficiente para que no me vea, pudiendo verle por el poco espacio abierto que he dejado.

Una sonrisa automática aparece en mi rostro cuando le veo de mejor forma, cogiendo a Hyo Suk que de nuevo llora, meciéndole con mimo así como es él, siempre dando todo su amor a nuestros bebes.

— ¿Dónde está Mingi?

— No puedes verle antes de la ceremonia y aún quedan siete minutos —deja Yunho al bebe en la silla —y tu deberías estar en otra parte donde él no te vea.

Mirando aún por la pequeña abertura de la puerta les veo alejarse hasta que ya es el espacio vacio lo que puedo ver, siendo seguro poder salir de mi escondite, tensándome por un momento cuando escucho pasos, sintiendo alivio al ver que es la madre de Honie la que aparece y no él.

— Mingi al fin llegáis —coloca bien mi chaqueta —mi hijo estaba ya nervioso por poder ver a los niños y ahora no los soltará hasta que estéis en el altar. Todo ira bien no tienes que preocuparte.

— Se que ira bien y que los niños estarán bien cuando nos vayamos a nuestro viaje de luna de miel pero Hongjoong no lo ve igual —miro hacia donde se fue hace no muchos minutos —supongo que es normal que lo veamos diferente.

— Es algo normal si pero se adaptará y lo aceptará cuando ya os hayáis casado —mira el reloj en su muñeca —es la hora ya.

Mirando a mi suegra, literalmente ya lo es aunque aún no esté casado con Hongjoong, la veo salir al jardín donde será la ceremonia. Avanzando paso a paso escucho movimiento en alguna otra parte de la casa, deteniéndome por un momento junto a la puerta que tengo que cruzar para que todo ya sea más real, para que la boda de comienzo nada más pise el altar que tan cuidadosamente ha sido puesto para el evento especial de hoy. Centrándome en mi deber de ahora mismo respiro lo más profundo que mis pulmones me permiten, coloco mi traje perfectamente puesto en mi cuerpo y salgo, siendo recibido por muchos pares de ojos, incluidos los de mis tres ángeles que están entretenidos en brazos de Jongho y Yeosang, sonriendo una vez ocupo mi puesto, viendo a mi pequeño gran amor aparecer a mi lado, unir su mano a la mia, acercándome lo suficiente para que solo él me escuche.

— Estás precioso Honie y nada va a eclipsar este día especial más que tu —dejo un discreto beso en su mejilla —te quiero.

Ganándome un apretón de su mano bajo la mia como respuesta me hace volver a como estaba antes, mirando a quien ceremoniara nuestra boda, iniciando ya con palabras que están presentes si, pero no escucho hasta que es mi turno después de Honie, uniendo mi mano libre a la suya con una sonrisa demasiado boba pero sincera en mi rostro.

— Kim Hongjoong cuando nos conocimos siempre intentabas evitarme y yo era incapaz de alejarme de ti —siento mis ojos humedecerse —no eres alguien fácil y eso siempre me ha gustado porque me has demostrado que a pesar de tu condición eres alguien fuerte, luchador, que no necesitas ser alfa para mandar, para proteger lo que más amas. Eres simplemente perfecto y capaz de hacer que hasta el alfa más idiota y bruto caiga rendido a tus pies. Te quiero y yo he caído por completo por ti, ante ti y no me arrepentiré nunca de cada paso, de cada cosa que he hecho para poder estar a tu lado. No ha sido fácil y tus razones tenias para rechazarme pero te tengo que agradecer haber bajado un poco la guardia y haberme dejado entrar en tu vida. Has dado luz a la mia y no quiero que nunca se apague porque estoy profundamente enamorado de ti Kim Hongjoong.

El silencio a nuestro alrededor me permite escuchar algún que otro comentario mal disimulado, ignorándolos porque yo solo tengo mis ojos y todo mi ser para Honie, frente a mi, con una sonrisa que eclipsa y silencia esas lágrimas que caen por sus mejillas, que limpio con cuidado con mis dedos.

— Song Mingi —cojo la alianza —¿quieres a Kim Hongjoong como tu esposo para amarle y respetarle, cuidarle y protegerle, estar a su lado cada día de vuestras vidas hasta que la muerte os separe?

— Si, quiero —sonriendo, deslizo de forma cuidadosa el anillo por su dedo —quiero ser tu esposo una y mil veces hasta más allá de la propia muerte.

— Kim Hongjoong —coge también el anillo —¿quieres a Song Mingi como tu esposo para amarle y respetarle, cuidarle y protegerle, estar a su lado cada día de vuestras vidas hasta que la muerte os separe?

— Una y una infinidad de veces si —risas suenan a nuestro alrededor.

Deslizando la alianza en mi dedo, ya estando casados, no me molesto en esperar por esas palabras que me den permiso para besar a mi marido, abrazándole por su delgada cintura, cerrando los ojos, fundiéndome en sus labios de forma correspondida como si no hubiese un mañana, acercándole de tal forma que su delicioso aroma a coco inunda mis fosas nasales y hace temblar a mi corazón con tanta fuerza que el deseo de amarle es más que real, lo cual ya existía porque le amo desde el primer día aunque fuese un caos, aunque huyese, siendo feliz ahora con la segunda unión, acariciando con mi pulgar la primera en su cuello, afianzándome mejor a su pequeño cuerpo, a sus deliciosos labios, a mi precioso y perfecto marido al que por supuesto amaré y cuidaré hasta que el último suspiro escape de mi ser.

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