Oficina

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Al menos mi escritura se ha beneficiado de mi creciente obsesión por esta fascinación tormentosa que no lleva a ninguna parte. Esta sed de información se está filtrando en mi escritura y en cualquier cosa a la que presto atención. Soy como un glotón que anhela algo en particular pero se come lo primero que pilla, aunque se trate de otra cosa.

—¡Este artículo es fenomenal! —dice Hyejin—. Qué fuego. No puedo esperar a ver lo que haces con el artículo de Kim. ¿Qué es eso de «me lo pido»?

Jadeo.

—¿Qué?

Sonríe y da toquecitos en el cuaderno que hay en mi escritorio que tiene una frase subrayada tantas veces que se rompió la página.

Me lo pido.

Apoya la cadera en el escritorio y siento que TaeMin casi se cae de la silla en su afán de escuchar lo que tengo que decir.

—Nada —contesto mientras cojo la tableta y la coloco a un lado. ¿De verdad que ahora estoy garabateando «me lo pido»?

—Oh, ¿qué quieres decir con «nada»? —Se gira—. TaeMin, TaeMin. —Hace un gesto con el dedo y TaeMin se levanta y se acerca tan despreocupadamente como puede.

—¿HyeJin? —dice—. Hola, HoSeok. —Sonríe.

—Ayúdame a concertarle una cita a HoSeok con ese estilista que siempre te deja tan espectacular. Con esta cara —comenta al tiempo que me levanta la barbilla—, no hay forma de que Kim pueda evitar darle caza. Gracias, Tae —añade, y entra en su despacho.

De repente, al tener a TaeMin cerca, desearía haber dicho que había hecho progresos. Me gustaría haber dicho algo para evitar tener que ver su enorme sonrisa de satisfacción. Casi la oigo pensar que ni siquiera puedo escribir un artículo sin su ayuda. Que no puedo conseguir un hombre sin su ayuda.

—En realidad, no es necesario —le digo.

—Oh, tonterías. Sé justo lo que necesitas. Te cojo esto un segundo —dice, y señala el teléfono fijo.

Llama a su estilista y tararea mientras espera. Yo, por mi parte, guardo y cierro el archivo, porque nada me corta más el rollo cuando estoy escribiendo que alguien espiando la pantalla de mi ordenador.

Permanezco sentado, sintiéndome como un perdedor y mirando el teléfono cuando veo el mensaje de NamJoon.

Al señor Kim le gustaría ofrecerle una visita por la sede de la empresa Interface. Avíseme si le interesa; está deseando verlo.

Me tiemblan las piernas y me arden las mejillas. Joder. Le contesto:

Estoy deseando verlo.

Oh, Dios. ¿Verlo? Voy a reunirme con él, no a verlo. Tengo que ser profesional. Eso es todo. ¿Qué voy a hacer cuando lo vea de nuevo?

Saco una foto suya que me descargué en el móvil y le echo un vistazo. Tiene un perfil perfecto. Es el único chico del que he tenido una foto en el teléfono. Lo conseguí de una de las chicas que lo etiquetó y, como se descargó, se ha quedado en el móvil de algún modo. No he sido capaz de borrarla.

Teniendo en cuenta que Kim borró mi foto, debería hacer lo mismo, pero una parte de mí disfruta de poder observarlo mientras él no me devuelve la mirada. Y esta foto... Estoy segurísimo de que esta foto se hizo el día del yate y que lo que está observando en la distancia soy yo. Algo en su enigmática expresión exige que lo descubra.

TaeMin cuelga el teléfono de mi mesa.

—Hecho. Te he conseguido una cita para el viernes de la próxima semana. ¡Prepárate para hacer llorar a Kim! —declara, dándome palmaditas en la cabeza.

Cuando se marcha, leo el nuevo mensaje de NamJoon en el teléfono.

Estupendo. Le mandaremos un coche a su casa el jueves a las 16.00.

Sinfulness (V-Hope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora