Jueves

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Es jueves.

A las 16.01, salgo del edificio.

—Oh, ya le abro yo la puerta, señora Choi.

La vecina de la tercera planta, que hace unas increíbles tartas de café todos los días festivos, parece que ha salido a pasear al perro con el gato acurrucado en el brazo.

—HoSeok, estás muy guapo con el pelo hacia atrás. —El gato ronronea mientras ella le acaricia el dorso de la oreja—. Ni siquiera puedo pensar en un actor tan rubio y de piel tan clara como tú. ¿Quién te ha maquillado? Es muy natural.

—Mi compañero de piso, Jin. —Le sostengo la puerta abierta—. Trabaja en unos grandes almacenes, en el departamento de cosméticos, y estamos probando diferentes looks.

—Ah, sí. El día que tenga un baile y un bonito vestido, iré a visitarlo.

El perro me ladra en el tobillo y me estremezco un poco, pero me pongo firme y vuelvo a la calle una vez que ella entra. Me quedo congelado. En vez del Rolls-Royce, el que está aparcado fuera es el BUG 1 de color negro brillante de Kim.

Él está apoyado en el coche mientras me observa y me sonríe. A mí. Da un paso adelante.

—Hola —me saluda. A mí. Y lo olvido todo. Hasta mi nombre. Hasta que se supone que hoy estoy trabajando. Se me retuerce el estómago e incluso la garganta.

—Hola —contesto, y observo su traje negro mientras me abre la puerta del copiloto.

Oh. Dios mío, ¿qué es esto?

Me ofrece la mano y la miro con temor y anticipación antes de deslizar los dedos por los suyos. Me agarra los dedos levemente mientras me deslizo en el asiento y la caricia persiste mucho después de que se marche y cierre la puerta.

Entra en el coche y nos encierra en el espacio más reducido en el que nos hemos encontrado desde que nos conocimos. Me envuelve su aroma junto con el cuero del coche y me empiezan a doler los pulmones cada vez que respiro.

Mientras me vestía, seguía diciéndome a mí mismo que no necesitaba lucir perfecto porque no serviría de nada. Pero en realidad me he pasado más tiempo que nunca pensando en lo que me iba a poner y preguntándome qué le parecería.

NamJoon me envió un mensaje informándome de que debería ponerme algo cómodo porque algunas partes del edificio todavía están en construcción. Al final, me he puesto mis vaqueros favoritos, un suéter sin forma y holgado con el que me encanta escribir y las botas de invierno, porque me encanta llevar calzado cómodo. Soy fan de los calcetines gruesos, mis botas Ugg y de meter los pies en algo suave y ceñido. Pero no importa si a él le gusta, ¿no? Porque de esto no puede salir nada. Estoy trabajando y él..., bueno, él está siendo más amable conmigo de lo que jamás habría imaginado al ofrecerme una visita.

—Espero ir vestido para la ocasión —susurro.

Me recorre el cuerpo con sus ojos verdes y, de repente, el calor de mis pies se extiende a otras partes de mi anatomía y aparece una ligera sonrisa en su rostro. Extiende un brazo por detrás del asiento y me mira de frente.

—Me gusta tanto como lo que llevabas el día que nos conocimos.

Me cubro la cara y me río.

—Seguro que no quieres decir eso.

Cuando me obligo a mí mismo a dejar caer las manos, me está observando. De verdad que nunca me han mirado como él me mira, con ese brillo travieso en la mirada, sexy, oscura y profunda y enturbiada con las promesas más exquisitas. Cuando me toma el pelo así, se me calienta la carne y me pasan cosas que solo podían explicarse mediante colisiones, partículas, energía y química. No lo soporto.

Sinfulness (V-Hope)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora