Capítulo II. Decisiones

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Habían pasado 3 meses desde que Kirishima y Yokozawa decidieron contarle todo acerca de su relación a la pequeña Hiyo. Se lo había tomado de maravilla y ahora ella, también estaba ilusionada por la llegada del bebé.
En estos momentos, Takafumi cuenta con 4 meses de embarazo y va a hacerse su primera ecografía.
***
—buenos días, doctor—saludo el peli azul con mucha alegría.
—hola, muy buenos días. Pasen por favor —les invitó a sentarse en las sillas que estaban justo frente a su escritorio—, ¿cómo te has sentido?
—me he sentido bien, algo cansado.
—bueno, eso es normal. Pronto pasará. Ahora vamos a revisar cómo se encuentra ese lindo bebé—dijo en un tono tierno y les indicó que se acercaran a la camilla que estaba detrás.
El peli azul simplemente se recostó en la camilla y su novio se quedó parado a lado de él.
—ahora Takafumi, por favor levántate la playera—le indicó y así lo hizo el castaño. El doctor le untó  un gel especial y enseguida colocó el aparato sobre su vientre.
En la pantalla que tenían enfrente se podía observar la imagen de su pequeño hijo.
El doctor sonreía mientras veía la imagen con lujo de detalle, pero de un momento a otro esa sonrisa se borró de su cara.
—maldición—dijo el doctor entre dientes.
—¿que pasa, doctor? ¿Le sucede algo malo a mi bebé?—preguntó el peli azul bastante asustado y miró a su amado, que estaba preocupado.
—los latidos de su corazón son demasiado débiles, espero que no sea lo que pienso—dijo con mucha preocupación, logrando asustar a ambos chicos.
—¿de qué habla? ¿Mi bebé está enfermo?—preguntó el peli azul.
—Me temo que sí—dijo pesadamente.
—pero va a estar bien, ¿no?
—eso no puedo saberlo ahora, las posibilidades de que este embarazo culmine hasta los 9 meses son casi nulas.
—¿qué?—quedó petrificado al oír la respuesta del doctor.
—lo siento mucho, pero si continuas con el embarazo ambos pueden perder la vida—quien reaccionó ahora fue Kirishima, quien al oír eso se tuvo que sentar para no desmayarse.
—no puede ser, ¿existe alguna manera de que se salven?
—me temo que no, es uno o el otro.
—¡no, no lo acepto! Yo sé que mi hijo nacerá y podremos conocerlo—habló Takafumi bastante seguro, pero no podia evitar estar asustado.
—Takafumi, entiendo que quieras tener a tu hijo, pero eso también te está poniendo en riesgo a ti—habló el doctor.
—no me importa si yo muero, quiero que mi hijo nazca.
Zen al escuchar el comentario se levantó de su silla y salió del consultorio azotando la puerta.
—¡Zen!—exclamó el peli azul. Sabía el motivo de su enojo.
—piénsalo bien, Takafumi. Es tu vida.
—y también la de mi hijo. Gracias doctor. Hasta pronto—dijo con molestia y salió del consultorio para reunirse con su novio.
Cuando salió del hospital se encontro a su novio con la cabeza recargada sobre su coche y sus brazos servían de almohada. Estaba llorando.
—¿Zen?—le llamó preocupado al escucharlo llorar.
El mencionado levantó la cabeza y dejó ver sus ojos excesivamente rojos.
—entonces, ¿no te importa nada?
—no fue eso lo que quise decir—dijo, sintiéndose terriblemente mal al ver a la persona que más amaba en ese estado.
—como sea, vámonos ya—dijo con seriedad y le abrió la puerta al menor para que entrara.
—perdoname, no quería hacerte llorar—dijo el peli azul cuando ya ambos estaban en el coche y Zen estaba manejando.
—ya te dije que no importa, si a ti no importa, ¿por que a mí me tendría que importarme?
—no hables así, tú sabes que eres lo más importante para mí.
—como sea—dijo con indiferencia y ninguno de los dos volvió a hablar en todo el camino.
—no te enojes conmigo, pero... Entiendeme...
—no puedo decirte que te entiendo. Pero al menos piensa en todas las personas que te rodean.
—es mi hijo de quien estamos hablando. No puedo permitir que le pase nada—dijo con lágrimas en los ojos.
—¿y crees que eres el único que está sufriendo? ¿Acaso ya pensaste en cómo se sentirán tus padres o yo, si tu mueres? ¿Has pensado en Hiyo? Dijiste que la querías como si fuera tu hija.
—lo siento, pero no cambiaré mi decisión—dijo con firmeza, pero no podía evitar dejas salir las lágrimas.
—¿así que esa es tu decisión? Está bien—dijo con seriedad y siguió conduciendo.
—¿en qué piensas?—preguntó preocupado.
—es algo que a ti no te incumbe, a partir de ahora no te incumbira más—dijo con molestia.
—¿de qué hablas? ¿Vas a terminar conmigo?—preguntó incrédulo.
—así es, no me estás valorando ni un poco. Me duele mucho que no me tomes en cuenta para esta decisión tan importante. Me voy a ir a vivir a otro lado, ¿está bien? Podrás ver a Hiyo de vez en cuando.
—¡no tienes por qué hacer esto! ¡Yo no puedo vivir sin ti!—exclamó el pequeño con lágrimas.
—así es cómo me siento en estos momentos, estoy preocupado, estoy asustado. Temo por tu vida, no quiero que mi pequeña sufra por esto—dijo con molestia.
—¿y qué quieres que haga? ¡Es mi hijo!
—no puedo creer que vayas a perder todo por culpa de tu maldito egoísmo.
—¿de qué egoísmo estás hablando?—preguntó Takafumi ahora, también enojado.
—estoy hablando de que vas a perder a tu familia, a tus amigos, a tu hija, a mí. Por tratar de...de...
—¿por tratar de qué? ¿De tener a mi bebé?
—ahhhh, ya no quiero hablar de esto. Puedes hacer lo que se te dé la gana. Yo me voy—dijo con desesperación y se bajó del auto cuando llegaron a la casa.
—¿te vas a atrever a dejarme solo, justo cuando más te necesito?—le reclamó el menor.
—tú te atreves a dejar a tu hija cuando ella más te necesita, al parecer a ti no te importa nada, más que tú mismo—dijo con indignación y entró a la casa para tomar todas sus pertenencias. Cuando ya estuvo listo, volvió a salir de la casa. Encontró al peli azul en la misma posición en la que se había quedado.
—¿En serio te vas a ir?—preguntó preocupado.
—sí, me disculparé con Hiyo en tu nombre, ¿está bien?—le dijo acercándose a él y besandole una mejilla.
—no te vayas...

 —no te vayas

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Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora