Capítulo XXXVII. Cerrando las heridas

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Capítulo XXXVII. Cerrando las heridas
Al día siguiente…
Como había dicho el médico, la pequeña Chihiro fue dada de alta. Su salud estaba en perfectas condiciones y ahora podría volver a su casa. Volvería a jugar con sus «primas» y hermanas.
Ahora, la única preocupación que tenía el azabache era que su amado Akihiko fuera operado. Pronto podrían tener la felicidad que hace un año habían perdido.
—¿cómo está mi papá, mamá?—preguntó la pequeña Chihiro.
—papá se encuentra muy bien. Pronto saldrá del hospital. Vas a poder jugar con él y con tus hermanas. ¿Te agrada la idea?
—¡sí!—exclamó alegre.
Ambos salieron del hospital y fueron a la casa del peli azul donde ya la esperaban sus hermanas. Se pusieron felices al verla y la abrazaron.
—extrañé mucho a mis hermanas—expresó la más pequeña.
—ellas también te extrañaron mucho. Se preocuparon por ti, pero ahora ya sabemos que estás bien y con nosotros—explicó el azabache.
—sólo falta papá—expresó la mayor.
—es verdad, mis amores. Les prometo que él saldrá muy pronto del hospital. Vamos ser muy felices los cinco. Tengo que irme. Justo ahora va a empezar la cirugía y debo estar ahí para ver a papá. Nos vemos, mis angelitos. Las amo—se acercó a las niñas y las abrazó con todas sus fuerzas.
—gracias por cuidar a mis niñas. De verdad te lo agradezco mucho—se acercó ahora a su amigo.
—no tienes que agradecerme nada. Me gusta estar con estas niñas tan traviesas. Eso sí, nada de estar cerca de las escaleras, ¿de acuerdo? Eso va para todas—habló serio el peli azul. Todas asintieron muy obedientes.
—bueno, ya me voy. Nos vemos más al rato—se despidió al fin el azabache y salió de la casa.
Se dirigió al hospital y fue directamente hasta la habitación del peli plata. Este estaba inconsciente. Se preocupó al verlo. ¿Acaso ya había sido la cirugía?
De pronto, el médico entró a la habitación y vio al azabache parado frente a la camilla del paciente.
—hola, siento no haberte podido avisar, pero la cirugía de Akihiko ya concluyó. No queríamos que se retrasara más. Sabemos que su salud estaba corriendo un inminente peligro y debíamos actuar lo más rápido posible. No te preocupes, la operación ha sido todo un éxito. Ahora sólo nos queda esperar para ver cómo irá evolucionando.
—¿hace cuánto fue la operación?
—tiene casi dos horas y media. Yo creo que no tardará mucho en despertar. Bueno, me retiro. Cualquier cosa, no dudes en llamarme—el médico se retiró y dejó al azabache a solas con su amado. Se acercó a él rápidamente y se sentó a su lado.
—hola, mi amor. Siento no haber podido estar aquí antes. Pasaron tantas cosas, que no pude venir antes. Pero no pienses que me olvidé de ti. Sabes que tú eres mi único amor, y jamás pienso volver a dejar que alguien te aleje de mi lado—se acercó a su amado y acarició su rostro delicadamente. Al hacer esto, el peli plata comenzó a abrir los ojos lentamente. Masamune lo miraba impaciente.
Cuando por fin pudo abrir bien los ojos, miró a su alrededor y pudo ver mejor a la persona que tenía frente a él.
—hola, mi amor—lo saludó el azabache con alegría.
—h-hola—respondió el saludo con algo de confusión.
—¿qué pasa? ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame al doctor?
—no. ¿Por qué no viniste a verme antes?—preguntó dolido.
—b-bueno… es que… el doctor me recomendó que no me moviera mucho. Tenía que guardar reposo el mayor tiempo posible. No pude venir antes. No pienses que me olvidé de ti. Lo que más quería era verte. Te extrañé mucho. Nuestras pequeñas también preguntan a cada rato por ti. Quieren estar con su papá.
—yo también quiero estar con mis bebés, contigo—sostuvo la mano de su novio, lo cual hizo que este se sonrojara.
—y-yo también quiero estar contigo. Me hiciste mucha falta durante el año que estuvimos separados—su voz se quebró por un momento y sus lágrimas salieron libremente por sus ojos. Desvío la vista por un momento y puso su mano libre sobre su boca.
—¿qué pasa? ¿Por qué lloras?—preguntó el peli plata.
—en ocasiones, siento que soy muy poca cosa para ti. Me siento como alguien sin valor.
—¿por qué piensas eso? Tú eres lo más valioso e importante para mí. No vuelvas a decir que te consideras alguien sin valor—lo regañó.
—es que… todo esto empezó por mi culpa…
—¿en qué habíamos quedado? Nada de lo que le pasó fue por tu culpa. Todo esto pasó porque tenía que pasar, punto—el azabache se mantenía en silencio, analizando lo que el mayor había dicho. Akihiko sabía que su novio estaba comiéndose la cabeza con pensamientos innecesarios. Se levantó un poco de su lugar y se acercó al menor.
—¿qué haces? Tienes que quedarte acostado. La herida podría abrirse—habló el azabache con preocupación.
—tranquilo. Solamente quiero acercarme a ti—se acercó al menor  y acarició una de sus mejillas. El azabache se veía triste y agachaba la mirada.
—¿no hay otra cosa que me estés ocultando?
—no, te lo juro que no. Solamente estaba pensando en todos los errores que he cometido hasta ahora. Hace un año, por mi culpa tuvimos que divorciarnos. Tú me insistías en todo momento que me amabas y que querías explicarme lo que había sucedido, pero yo y mi estúpida necedad no dejamos que hablaras. Fue por eso que te preocupaste y pasó todo aquello—habló sin ser capaz de sostenerle la mirada al peli plata.
—yo jamás te he culpado de nada. Sabes que mi amor por ti es tan fuerte, que nada ni nadie será capaz de pasar por encima de él. Yo también sé que me amas. La prueba está en nuestras hermosas hijas. Ellas son lo más valioso e importante, junto contigo. Ustedes son mi familia, y escúchame bien: jamás, jamás voy a dejar que vuelvan a separarse de mi lado, ¿está bien?—el azabache asintió rápidamente y se abrazó al peli plata con todas sus fuerzas.
—te amo, te amo mucho. Te agradezco infinitamente por todo lo que me has dado. También debo agradecerte por haberme perdonado. Sé que me equivoqué, pero me da mucho gusto que todo se haya solucionado—miró a su pareja con una gran sonrisa, sin dejar de llorar.
—tú también eres una persona tan importante para mí. Espero que después de esto lo que pasé en nuestras vidas sean cosas buenas, cosas que sean motivo de alegrías y no de tristezas…

Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora