Capítulo IX. Necesito una explicación

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—oye, Masamune. ¿Cómo se encuentra Hiyo? Hace casi una semana que está en el hospital y no hemos sabido mucho de ella, ¿se encuentra bien?—preguntó un preocupado Usagi a su amada pareja.
—sí. Ella ahora se encuentra fuera de peligro. Pero aún debe ser vigilada, debido a que su sistema digestivo resultó muy afectado—respondió el mayor de los dos con cierta tristeza. No lograba comprender cómo es qué la pobre pequeña había caído en ese pozo tan profundo y de difícil salida. Tampoco entendía cómo es qué sus papás la habían abandonado de esa manera tan descarada, ¿descarada? ¿Esa era la palabra correcta? Oh, sí que lo era. En cuanto viera a su mejor amigo le reclamaria por todo lo que le había sucedido a la niña.
Por el momento, él debía encargarse de la pequeña Nerin. Su amigo Takafumi le había pedido de favor que si podía cuidar a su pequeña mientras él velaba por la salud de su otra hija.
—ay, no puedo creer que otros tengan que pagar por los errores de ciertas personas—suspiró el azabache fastidiado y caminó hacia la habitación de la pequeña cuando esta empezó a llorar.
Entró a la habitación con tranquilidad y se acercó a la cuna de la pequeña, la tomó delicadamente entre sus brazos y comenzó a mecerla tiernamente, a su vez que le dedicaba palabras llena de dulzura y amor, por lo que a los pocos minutos la pequeña terminó por calmarse.
—estoy muy seguro de que tú serias una gran mamá—habló cierto peli plata desde la puerta, logrando sobresaltar a su novio y hacerlo sonrojar.
—no juegues. ¿Cómo voy a ser yo una buena mamá?—le preguntó a su pareja y volvió a dejar a la bebé en su cuna que ahora yacía plácidamente dormida.
—¿por qué siempre dices eso? Podríamos aunque sea, intentarlo—dijo el menor con la mirada algo baja.
—¿cómo vamos a intentar algo que sabemos no es posible?—preguntó con un poco de tristeza.
—Takafumi y Zen lo lograron. Tú y yo podríamos intentarlo—respondió el peli plata un tanto esperanzado.
—ya te dije que no—respondió sin dejar su semblante serio y pasó al lado de su novio dispuesto a salir de la habitación. Sin embargo, el mayor de los dos con mucha habilidad logró tomar la mano del mayor con fuerza y lo jaló hacia él por lo que el menor quedó atrapado entre el cuerpo de su novio y la pared.
—¿q-qué... Qué haces?—preguntó bastante conmocionado debido a la actitud ciertamente un poco agresiva que estaba demostrando el mayor.
—¿no es obvio? Voy a hacerte mío. Aquí y ahora—respondió a su pregunta con la mirada sería y un poco resentida, lo que le causó un poco de miedo a su pareja. Comenzó por acercarse lentamente a su cuello y lo olfateo con tranquilidad, después de olerlo y guardarlo en su memoria, lo rozó ligeramente con sus labios. El menor cerró los ojos apretandolos con cierta fuerza y se mordió los labios. El mayor siguió rozando sus labios contra el cuello de su amado y de un rápido movimiento consiguió oprimir más el cuerpo del mayor contra el suyo y lo acorraló más contra la pared. Lo tomó posesivamente de la cintura y le mordió el cuello con saña, consiguiendo que el azabache dejara salir un grito. Pero no fue exactamente de placer.
—n-no... No sigas, por favor—consiguió susurrar debido a los sollozos que trataba de no dejar escapar.
—¿por qué no? ¿Acaso no lo estás disfrutando?—preguntó con un poco de burla y continuó despojando al menor de esas estorbosas prendas mientras seguía pegado a su cuello, dejando todo tipo de marcas obscenas. El mayor continuaba gimiendo, pero no era de placer, eso era más que obvio. Sus ojos permanecían cerrados y los sintió un poco húmedos, las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Recargó su cabeza sobre la pared y trató de callar esos quejidos como pudo.
—d-detente, p-por f-favor—suplicó comenzando a sentir que su corazón le dolía. ¿Por qué?
—no lo haré—respondió secamente y levantó la mirada, topandose con que el azabache apretaba fuertemente los ojos , además de una cuantas lágrimas que escapaban de estos y trataba de morderse los labios. En ese momento se dio cuenta de lo que estaba haciendo y también de que estaba cometiendo un error, un terrible error; estaba lastimando a la persona que más amaba en el mundo—. Perdón—susurró con arrepentimiento y volvió a pegarse a su cuello, esta vez no lo mordió ni dejó ningún tipo de marca, simplemente lo lamio y beso con dulzura. Esta vez el mayor no dejó escapar un gemido de dolor, sino de placer y se aferró con fuerza a la espalda del mayor.
—ahhhhh—dejó que sus gemidos inundaran por completo la habitación. Su corazón latía con fuerza y su respiración era acelerada. De un momento a otro tomó a su novio por las mejillas y este lo miro con sus bellos ojos púrpuras.
—perdón por lo de hace un momento. Yo...
No lo dejó ni siquiera terminar cuando de la nada, el menor lo atrajo hacia él y unió sus labios con los del peli plata. El beso era lento, estaban dejando todo de sí en ese beso, que lentamente se volvió en uno más apasionado, sus lenguas entraban en la boca del otro y bailaban, se acariciaban y pedían más. El primero en reaccionar fue Takano, quien al poco rato de terminar el beso, se acercó al cuello del mayor y dejó un camino de besos desde la clavícula hasta la parte posterior de la oreja. Eso provocó que el mayor sintiera un gran escalofrío en la espalda y sus piernas temblaron.
—no juegues conmigo de esa manera o no voy a poder contenerme—advirtió el peli plata con cierta excitacion.
—eso es más que obvio, pervertido. Ven, vamos a la habitación—le suplicó al mayor de los dos y lo jaló fuera de la habitación de la menor. No sería bueno que los escuchara.
Caminaron hacia su habitación que en realidad era la de al lado y entraron en esta velozmente. Takano se acostó sobre la cama y tapó su cara con sus manos. Usagi caminó hasta la cama y se trepó encima del menor, este último se destapó la cara y se topó con la de su amado, lo miraba dulcemente y sin ningún tipo de rencor o resentimiento como hace unos momentos.
—h-hazlo—susurró con sus mejillas sonrojadas.
—¿qué cosa?—preguntó sin captar la indirecta.
—no te hagas el tonto. Sabes perfectamente a lo que me refiero—respondió con molestia.
—no sé qué es lo que quieres, ¿podrías pedirmelo más sutilmente?—preguntó con inocencia y puso cara de corderito degollado.
El mayor rodó los ojos y puso cara de fastidio. Enseguida hizo una mirada suplicante y llena de lujuria mientras se mordía ligeramente el labio inferior.
—por favor, hazme el amor—suplicó con una mirada inocente y las mejillas de un exquisito tono rosado. No tuvieron que decirle al peli plata dos veces y enseguida volvió a pegarse al cuello de su amado, lamiendo, mordiendo y besando cada parte de esa piel pura y sedosa. Los gemidos comenzaron a salir de la boca del menor sin poderlos ocultar, cerró los ojos disfrutando de aquellas caricias y muestras de afecto. Lentamente puso sus manos en la espalda del mayor y apretó un poco la camisa de este. Usagi se alejó un poco de su amado y lo miró, con esa expresión tan excitante en el rostro: sus mejillas ligeramente rojas, además de esa boca ligeramente abierta y sus ojos cerrados.
—¿q-qué... Q-qué pasa?—preguntó extrañado al   sentir que su amado ya no lo acariciaba.
—no, no es nada. Mejor prepárate—le susurró al oído, haciéndolo sonrojar. Como ya lo había despojado de su camisa hace unos minutos, solamente faltaba el pantalón, así que desabrocho el cinturón y enseguida fue el pantalón; los retiró con cuidado dejando al descubierto sus hermosas piernas y lo dejó caer al suelo. Rozó con gentiliza la notable ereccion, haciendo que el menor apretara un poco las sábanas de la cama con sus manos y se mordió el labio inferior. Quitó esa estorbosa tela y dejó al dejó al descubierto su miembro, que comenzaba a despertar. Lo acarició con sus dos manos desde la base a la punta y después lo apretó suavemente.
—¡ahhhhhh! ¡Mmmghh!—los gemidos de su novio no tardaron en hacerse notar mientras estrujaba las sábanas con fuerza. No tardó más tiempo y lamio la punta con su lengua mientras hacía círculos sobre esta y no tardo mucho para que lo introdujera completamente en su boca. Lo sacó y lo metió en repetidas ocasiones, logrando sacar más que un suspiro a su pareja.
—¡ahhhhhh! ¡Más, más, por favor!—exclamó el menor tapándose los ojos con el dorso de la mano. Ni siquiera él se creía lo que acababa de decir.
El mayor atendió sus súplicas y siguió lamiendo, mordiendo y succionando el miembro de su novio.
—me... Me vengo...
—hazlo, si quieres hacerlo, hazlo—le incito con una mirada llena de deseo.
—pero...
No pudo aguantar más y simplemente dejó que toda su esencia fuera expulsada en la boca de su amado, quien lo bebió placentero. Takano se sonrojo ante esa acción.
—ahora es mi turno—susurró el mayor de los dos y se colocó entre las piernas del menor. Este último sabía lo que el otro tenía planeado hacer y le facilitó el acceso abriendo un poco más las piernas. El mayor de los dos, llevó sus dedos a la boca de su novio para que los lamiera y los llevó directamente a su entrada; primero introdujo el dedo índice, trató de hacerlo lo más lento posible y esperando a que el otro se acostumbrara.
—ahhh e-espera... No tan...rápido—suspiró el azabache viendo como el mayor movía ese dedo ansiosamente. Cuando se acostumbró, continuó con el dedo medio, lo introdujo de la misma forma que el primero, pero esta vez más rápido, se notaba a leguas que estaba muy ansioso. Cuando la sintio lo suficientemente dilatada, se colocó entre las piernas del mayor y posicionó su pene frente a la entrada de este. Comenzó a introducirlo de una manera muy ansiosa.
—espera... Espera... D-duele—se quejó el menor con lágrimas en los ojos y los ojos ligeramente apretados. Usagi se detuvo por un momento y lo miró.
—ya casi está todo dentro, aguanta un poco más—le habló al oído y se acercó a sus labios para robarle un beso. Este último sonrió y asintió con la cabeza. Continuó penetrando al azabache, hasta que ya no pudo más. Se quedó quieto unos minutos mirando a su amado, con una mirada lasciva en los ojos, este sólo se sonrojo y comenzó a mover sus caderas con un ritmo lento y suave. Con eso, Usagi entendió que podía moverse. Comenzó a embestirlo de una manera alocada y desenfrenada. El menor trató de aguantar sin gemir, pero no pudo conseguirlo y simplemente dejó que estos salieran. El mayor de los dos tomó al menor de la cintura de una manera muy posesiva para que las embestidas fueran más profundas y certeras.
—acércate—susurró el azabache a su novio, este obedeció, sintió los labios de su amado sobre los suyos, ambos estaban unidos en un beso para nada suave, era apasionado y demandante. Takano se abrazó al más alto por el cuello, el mayor  pasó sus manos por debajo de su espalda para así lograr levantarlo y que quedara sentado sobre sus piernas. Continuaron devorando los labios del otro hasta que el oxígeno les hizo falta y tuvieron que separarse, enseguida volvieron a unir sus labios, mientras Usagi tomaba las caderas del menor haciéndolo subir y bajar en repetidas ocasiones.
—¡más, más!—exclamó el menor mientras el mayor seguía embistiendolo con fuerza. Posó su manos en sus hombros delicadamente, mientras Usagi pasaba sus dedos delicadamente por su espalda y después lo abrazaba por la cintura.
—mmgh... Ahí... Justo ahí—murmuró cuando el mayor tocó esa parte que lo hacía ver las estrellas y lo hacía suplicar por más.
—¿dónde? ¿Aquí?—preguntó con deseo al ver como el azabache hacía su cabeza ligeramente hacia atrás y entre abría un poco los labios.
—¡ahhhhhh! ¡Sí!—exclamó con un gemido lleno de placer y acercó el rostro de su amado a su cuello para que lo besara.
—ahhhh... Creo que voy a venirme—suspiró el menor acariciando los muslos de su pareja.
—yo... Yo también—dijo esas palabras dejando que su semen salpicara el vientre de ambos. Unas cuantas embestidas y Usagi también se vino en el interior de su amado.
Los dos se miraban con ternura y se dieron un último beso antes de caer rendidos sobre la cama.
Takano quedó recostado sobre el colchón recargado sobre su espalda y Usagi se dejó caer sobre su pecho, abrazandolo por la cintura.
—te amo—susurró el menor dejandose vencer por el sueño.
—y yo a ti, mi amor. Oye, por cierto, quería preguntarte algo—no recibió respuesta puesto que, el menor ya estaba en los brazos de Morfeo—. ¡Rayos! Bueno, tendre que preguntarle cuando despierte—dicho esto, se acomodó mejor en su pecho y a los pocos minutos él también ya se encontraba profundamente dormido.
***
Pasó casi una hora de que ambos chicos se habían dormido, estaban muy abrazados uno al otro. Hasta que, empezó a escucharse un llanto muy agudo. Ambos se despertaron de golpe, pero el primero en reaccionar fue Usagi, quien rápidamente se colocó una bata y fue directamente a la habitación de la bebé, que lloraba porque tenía hambre.
—¿todo está bien, mi amor?—preguntó Takano entrando a la habitación, pero no vio a su pareja. Bajó a la cocina y lo encontró calentando la leche de la bebé, mientras la cargaba con uno de sus brazos. Esa escena le pareció tan tierna y al mismo tiempo bastante triste. Sin darse cuenta, una lágrima resbaló por su mejilla y la limpió rápidamente.
—parece que esta niña es demasiado glotona, se parece a su tio Takano—dijo burlón, sin percatarse que cierta persona se encontraba justo ahí.
—¡oye!—exclamó con molestia.
—¡ah! ¿Desde hace cuánto que estás ahí?—preguntó con temor.
—no creas que te vas a salvar, escuché claramente lo que dijiste—dijo con un aura oscura rodeandolo.
—no te enojes mi amor, no lo decía en serio—dijo con la cabeza agachada y la voz algo baja.
—está bien, no te sientas mal—le dijo con una sonrisa dulce y se acercó a besar sus labios.
—creo que tengo ganas de hacerlo de nuevo—dijo con tono de seducción y miró al otro alzando las cejas repetidas veces.
—¿eh? ¡Claro que no! Aún me duele mi cadera—habló en tono molesto y se giró cruzandose de brazos. Cuando volvió a voltearse, de dio cuenta de que el mayor ya no estaba.
—ah, tonto—suspiró. Caminó a la estufa y puso a calentar agua para prepararse un café. De la nada, dos manos lo abrazaron por la cintura y le susurraron al oído.
—«por favor, ten un hijo conmigo»—esas palabras le calaron hasta lo más profundo de su alma y su corazón comenzó a latir con fuerza.
—n-no—dejó salir esas palabras con todo el dolor de su corazón sintiendo como las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.
—¿¡por qué no!?—exclamó con la paciencia por los suelos.
—ya te lo dije, no quiero—dijo esa simple respuesta. Siempre era lo mismo.
—¿por qué siempre me das esa respuesta? ¿Por qué no quieres?
El menor de los dos soltó un suspiro bastante largo y se tapó un momento la cara con las manos. Creo que ya era hora de decirle a su amado la verdad, por muy dolorosa que fuera.
—ahhh, está bien. Te lo dire—dijo en un susurro y ambos se sentaron en el sillón.
—¿por qué no quieres? ¿Hay algo qué me estás ocultando?—habló el más alto en tono serio, eso hizo que el menor se pusiera más nervioso de lo que ya estaba.
—bueno... Yo... ¿Cómo puedo decírtelo?—habló con la mirada agachada y rascándose la cabeza con nerviosismo.
—¿qué pasa? ¿Por qué estás tan nervioso?—el mayor no dejaba de bombardear al otro con preguntas, que solamente lograban ponerlo más nervioso.
—bueno... No es que no quiera tener un hijo contigo. Más bien, no puedo—murmuró con la cabeza agachada.
—¿qué? ¿Cómo qué no puedes?—preguntó con molestia.
—sí, soy infertil—dijo sin levantar la cabeza y dejando escapar las lágrimas que trataba de contener.
—¿y cuándo planeabas decírmelo? ¿Por qué querías ocultarmelo? ¿No confías en mí?—preguntó dolido.
—no, no es eso... Es que...
—¿es que, «que»?—juró por un momento que la mirada de su novio era de resentimiento y un poco de odio.
—tenía miedo, aún lo tengo.
—¿y no era mejor si me lo decías? ¿Por qué no me dijiste?
—¿y de qué iba a servir? No se puede hacer nada.
—al menos podríamos enfrentarlo juntos, pero veo que no me tienes confianza. No puede haber algo entre nosotros si no nos tenemos confianza.
—¿quieres terminar conmigo?—preguntó asustado, pero eso era lo mejor.
—no, no quiero terminar.
Solamente necesito tiempo. Tiempo para pensar mejor. ¿Te parece bien?
—por mí no hay problema si quieres terminar, de todos modos, no puedo darte lo que tanto quieres—se recriminó a sí mismo y se tapó la cara con las manos.
—ya te dije que no quiero terminar, o... ¿Tú si quieres terminar?—preguntó temeroso.
—no... No lo sé. No quiero tenerte a mi lado a la fuerza. Si tú quieres, puedes encontrar a otra persona para ser feliz con él—dijo con la voz quebrada y los ojos llorosos.
—¿ya no me quieres a tu lado?
—no es por eso. Lo que quiero decir es que...
—ya entiendo. No te preocupes, haré lo que me estás pidiendo—susurró cabizbajo y se dio la media vuelta para subir a su habitación. Cuando escuchó que la puerta se cerraba, inmediatamente cubrió su cara con sus manos y lloró con todas sus fuerzas.
—¿por qué me pasa esto a mí? Lo que más quiero es tener un hijo de la persona que amo—murmuró con lágrimas en los ojos y llevó sus manos a su vientre plano.
Subió a la habitación que compartía con el mayor y entró sigilosamente, se desvistió y se metió al baño, tenía que despejar su mente y acomodar bien sus pensamientos. Cuando terminó de bañarse, salió, se vistió y estaba dispuesto a salir de la habitación.
—¿Adónde vas?—le preguntó el mayor alzando la mirada, ya que se encontraba recostado boca abajo en la cama.
—e-eh, voy a... A ver a Hiyori al hospital. Regreso en un rato. Te... Te hablo después—cambió por completo lo último que iba a decir. No se sentía digno de decir esa frase después de haberle mentido a su novio de esa manera. El mayor lo miró con ojos tristes y solamente asintió.
Rápidamente salió de la habitación y después de la casa. Caminó hacia la parada de autobús y esperó a aquel que lo llevaría a su destino.
—me gustaría mucho poder tener un bebé que sea mío y de Usagi. Es lo que más anhelo en la vida, pero si no es posible, lo mejor será que... Lo deje libre.

Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora