Capítulo XXVI. El comienzo del caos

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Capítulo XXVI. El comienzo del caos
Narra Akihiko
—ambos seguíamos abrazados el uno al otro. Sintiendo nuestras respiraciones y hasta los latidos de nuestro corazón. Escuché a Masamune sollozar, se escuchaba que trataba de reprimirlos. Acaricié su espalda y moví un poco mi cabeza para poder darle un beso en la mejilla. Cuando hice eso logré que se calmara un poco, y continué abrazándolo por la cintura. Su respiración era entrecortada y sus sollozos se escuchan un poco aún.
—ya, mi amor. Ya pasó todo. ¿Por qué aún sigues llorando?—le pregunté.
—sé que todo es mi culpa. Si yo no me hubiera ido ese día, tal vez tú no estarías enfermo—se lamentó.
—no digas eso. Lo que me está pasando no es tu culpa. Sólo pasó y ya—traté de consolarlo. Lo alejé un poco de mi lado para que pudiera verme a los ojos y limpié las lágrimas de sus ojos. Después de eso acaricié sus mejillas. No me gusta verlo así. Sus ojos reflejan una gran culpabilidad, pero no es verdad. No es su culpa.
—lo mejor será que me vaya—escuché que dijo esas palabras y quitó mis manos suavemente de su rostro.
—¿adónde piensas ir?—detuve sus pasos tomándolo de la mano.
—no puedo quedarme a tu lado. No cuando he sido yo el causante de tu dolor. Deberías de…
—¿debería de qué? ¿Dejar de amarte? Eso jamás va a pasar. Tú eres el único con quien quiero estar. No me dejes. Dijiste que querías estar conmigo para superar esta enfermedad juntos, ¿verdad? ¿Te retractaste?—le pregunté.
—¿qué? C-claro que no. Lo que pasa es que…
—tienes miedo. Yo también tengo miedo. Temo que algún día no pueda volver a abrir mis ojos. No quiero tener que dejarte solo, ni a ti  ni a nuestras hijas. Ustedes son lo más importante para mí. Aunque tú me odiaras y no me quisieras cerca, realmente quería aunque sea, poder ver a mis hijas. Pero de pronto, esta enfermedad me derrumbó, se llevó todas mis fuerzas y mis pocas ganas de vivir. Me resigné a que jamás podría recuperarte y solamente esperaba mi muerte—Masamune me miraba con los ojos tristes y no dejaban de estar húmedos.
—lo siento, lo siento, lo siento. Por favor, perdóname—sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas y agachó la mirada.
—no tienes que pedirme perdón. Tenía que pasar esto, nos separáramos o no—logré que volviera a acercarse a mí y tomé sus manos delicadamente.
—no quiero que te pase algo malo. Si algo te pasara, me moriría—su voz sonaba más tranquila, pero aún seguía llorando.
—nada malo me pasará. Ambos estaremos juntos para superar lo que sea, ¿verdad?—le dije esas palabras viéndolo a los ojos.
—s-sí. Por cierto, ¿me cuentas cómo fue que pasó lo de tu enfermedad?—me preguntó.
—sí, ven—ambos nos levantamos del suelo. Me tuve que sostener de Masamune porque me sentí un poco mareado.
—¿q-qué pasa?—me preguntó con preocupación.
—no ocurre nada, mi amor. Me sentí algo mareado, pero ya está pasando—traté de tranquilizarlo esbozando una sonrisa.
—¿estás seguro?
—lo estoy. Ven, vamos—lo llevé hasta la cama y dejé que él se recostara primero, para después, recostarme yo sobre su cálido pecho. Él me abrazó y acarició mi cabello con sus hermosas manos.
—todo empezó hace 1 año…
FLASHBACK
Unos días después de que Masamune se fuera de la casa decidí yo también mudarme de casa. Ese lugar me recuerda que él no está conmigo y no podré ver a mis niñas tan seguido. No sé cómo fue que llegamos hasta esto, pero de lo que sí estoy seguro es de que amo a Masamune con todo mi corazón y lo haré siempre.
Fue una larga espera, pero al fin pude comprarme una linda casa. Lo suficientemente espaciosa y von muchas habitaciones. Cuando vengan mis hijas serán muy felices en esta casa y jugaremos durante horas.
También debo decir que hace unos días me sentido un poco mal, la cabeza me duele casi a diario y paso el día con mucho sueño.
Fui al médico y me mandó hacer estudios de sangre, notificándome que tengo hipertensión arterial y me recomendó unas pastillas para poder controlar este padecimiento, que no tiene cura, pero como ya dije, se puede controlar.
Pasaron unos cuantos meses y cada día que pasa me siento peor. Últimamente he sentido mucho dolor en la parte baja de mi espalda, me siento muy débil, cansado y con náuseas. No sé qué es lo que me pasa, pero estoy preocupado, no quiero que mis niñas me vean así. Masamune tampoco debe verme así, por lo que, me alejaré de él y no se lo diré a nadie.
Volví al ir al médico de antes y me mandó a hacer nuevos exámenes, diciéndome que lo que tengo es: insuficiencia renal aguda, un padecimiento que también es llamado «lesión renal». Por lo que entendí, es peligrosa y los daños que ocasiona pueden ser desde muy ligeros hasta muy severos. Se trata de un padecimiento que provoca que los riñones pierdan su capacidad para filtrar la sangre y poco a poco se van acumulando esos desechos que los riñones no pueden filtrar y la composición de la sangre se ve afectada. En pocas palabras, los riñones se ven afectados considerablemente. Algunos síntomas que pueden presentarse son: retención de líquido, ocasionando hinchazón en piernas, pies o tobillos; fatiga; náuseas; debilidad; o dolor en el pecho. Tengo algunos de estos síntomas, y el médico me ha dicho que algunos otros pueden aparecer después. Me dijo que, de ser necesario, tendría que realizarse un trasplante de riñón o podría morir. Con esa noticia mi mundo se ha venido abajo, no quiero ver a las personas que amo sufrir. Sé que Masamune debe estar bien, pero no creo que le importe si algo me pasa.
Con el tiempo mi salud ha ido decayendo poco a poco. Con mi insuficiencia y mi hipertensión que se han encargado de hacerme la vida imposible, tengo ganas simplemente de abandonarlo todo y dejarme morir, tal vez así deje de sufrir.
FIN FLASHBACK
Cuando terminé de relatar mi historia, pude escuchar a Masamune sollozar. Trataba de callarlos tapándose la boca con la mano, pero eran tan fuertes que se escuchaban en toda la habitación. Levanté mi mirada y pude verlo; con sus ojitos cerrados, de estos caían innumerables lágrimas y su mano cubría su boca. Me reincorporé de la cama y él me miró.
—n-no es justo. Tú no tienes por qué estar pasando por esto. Todo es mi culpa. S-si yo no me hubiera ido ese día, tal vez tú… no es justo—escuché que volvía a culparse y a llorar. Apretó sus ojos con fuerza y pataleó un poco, como si se tratara de un niño haciendo un berrinche.
—no sigas culpándote por eso. Lo que tenía que pasar, pasó. Sé que te sientes culpable por lo que me está pasando, pero nada de esto es tu culpa. Lo más importante es estar unidos para poder superar esta enfermedad, ¿no es así?—se limpió las lágrimas de los ojos y me miró. Sus ojos amenazaban con volver a llenarse de agua. No sé qué más hacer para que deje de llorar.
—n-no entiendo cómo puedes seguir amándome después de esto. Soy quien más dolor te ha causado—se culpó.
—eres el amor de mi vida. ¿Cómo podría no amarte? Tú eres quien más felicidad me ha dado, dándome tres niñas tan hermosas. Dije que te amaría por el resto de mi vida, aunque tú no quisieras verme—me acerqué de nuevo a él, como ya se había calmado un poco, se sentó en la cama y me miró.
—tienes un corazón tan puro. Sé que no me merezco tu amor, no después de haber desconfiado del amor que sientes por mí. Pero te prometo que me haré merecedor de tu perdón y también de tu amor. Quiero que volvamos a ser una familia y que nuestras hijas tengan a sus dos papás—dijo esas palabras con toda la vergüenza del mundo y sus mejillas se tornaron de un lindo tono rosado. Es una persona tan linda.
—estoy dispuesto a que volvamos a empezar. Todos cometemos errores, pero son pocos los que aprenden de ellos. La vida no es fácil, pero si estás con la persona correcta, la vida será más hermosa…

Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora