Narra Hiyo
—siento como si algo muy brillante estuviera nublando mi vista, es una luz muy bonita. Me está llamando para que vaya hacia allá. Por fin podré estar tranquila, sé que nadie notará mi ausencia. Ahora todos seremos felices.
—¡rápido, rápido! ¡La estamos perdiendo!—escucho la voz del doctor, grita con desesperación, necesita que alguien se acerque a él y lo ayude a salvarme. No se preocupe doctor, no necesito que nadie me salve. Ahora yo estaré en un lugar mucho mejor. Ya no siento dolor, ya no siento nada. Solamente siento paz y mucha calma.
—Hiyo, Hiyo—una voz me llama, no sé de quién se trata. Su cara me resulta familiar, pero no puedo verla con claridad. Está al final del túnel, junto a esa luz tan brillante y hermosa. Tengo que caminar hacia allá para saber de quién se trata.
—Hiyo, Hiyo. Soy yo—esa voz. Cada vez la escucho más cerca. Por fin consigo llegar al túnel y atravieso esa luz tan bonita.
En el preciso momento en el que cruzo la luz, escucho que la máquina que mide los latidos de mi corazón deja de marcarlos y en su lugar solamente se ve una línea de color verde en forma horizontal y se escucha un "bip" muy agudo y ensordecedor. ¿Qué quiere decir eso? ¿Estoy muerta?
***
—la perdimos—dice el doctor con impotencia mirando cabizbajo hacia el suelo.
—hora de la muerte: 09:53 Pm—dice un enfermero que está acompañando al doctor mirando el reloj de pared.
—tenemos que avisarle a sus papás—vuelve a decir el doctor con enojo hacia sí mismo y decide salir a enfrentar a los padres de la niña.
Sale de la habitación y se dirige a los padres de la menor, los cuales están ansiosos por saber del estado de su pequeña.
—¿Cómo está mi niña, doctor? ¿Está bien?—preguntó el mayor de los dos, ansioso y con lágrimas en los ojos. Ambos chicos se alarman al ver la cara del doctor.
—lo lamento mucho. Hiyo sufrió un paro cardíaco.
—pero... Pero... ¿Está bien?—pregunta el castaño con temor. Siente como si su corazón fuera a salirse de su pecho.
—de verdad lo siento... Hiyori falleció—soltó esa noticia con mucho tacto para que los padres de la pequeña lograran asimilar aquella fatídica noticia.
Cuando el castaño escuchó esa noticia sintió como si su corazón hubiera sido atravesado con una estaca. Inmediatamente sus piernas perdieron la fuerza y se dejó caer en el suelo con el corazón hecho pedazos.
—¡¡¡NOOOOOOO!!!—dejó escapar un grito desgarrador y las lágrimas corrían libremente por sus mejillas, tratando de apaciguar ese dolor punzante que había en su corazón—. ¡Perdoname, perdoname pequeña!—volvió a exclamar mientras miraba hacia el techo sin poder dejar de llorar. Takafumi se arrodilló a su lado y lo envolvió en un abrazo tan fuerte como le permitían sus fuerzas. Debía aguantar, debía ser el soporte del castaño, ambos estaban destrozados por la perdida de su pequeña, pero él debía ser fuerte, por el bien de su amado.
—¡Hiyori!—exclamó el castaño que estaba inconsolable. Le dolía tanto el corazón que sentía que en cualquier momento le explotaria.
—siento mucho su perdida—susurró el doctor sin poder dejar de ver como ambos chicos lloraban la pérdida de su querida hija.
***
Narra Hiyori
—¿qué lugar es este? ¿Estoy en el cielo?—observo todo a mi alrededor y lo único que veo son lucesitas blancas, pero más allá hay una luz muy brillante, es hermosa, pero cegadora. ¿Que será?
—Hiyori—escucho de nuevo esa voz. Esta vez logro escucharla más claramente, pero sigo sin saber de quién es. Me giro para verlo a la cara, cuando lo hago, me llevo una gran sorpresa; es mi mamá. La reconozco instantáneamente. Es mi mamá, no tengo ninguna duda. No ha cambiado nada. Me alegra mucho poder verla frente a mí.
—¡mamá!—exclamo con alegría y me abalanzo sobre ella, quien me recibe con los brazos abiertos. Me acaricia la cabeza y me da un beso en ella.
—mi niña linda, eres tan hermosa. Te pareces tanto a tu padre—me mira con una sonrisa cálida. Le devuelvo la sonrisa y vuelvo a abrazarla.
—te quiero mucho, mamá —susurro escondiendo mi cara en su estómago y él me acaricia el cabello con ternura.
—yo también, pequeña. Tus papás también te aman con todo su corazón y están destrozados por verte partir. Pero aún no es momento, tú aún tienes muchísimas cosas que hacer allá en la Tierra.
—yo no soy una buena hija, ellos no me van a extrañar. Además, tienen a Nerin—digo esas palabras con dolor y no puedo evitar dejar salir unas lágrimas.
—en eso estás muy equivocada. Ellos te adoran y te aman con todo el corazón. Puede que se hayan equivocado, suele pasar. Somos humanos, al fin y al cabo. Pero de lo que sí puedes estar segura de que para ellos eres muy importante—alza mi cabeza y me mira con gruesas lágrimas escapando de sus bellos ojos verdes. Me gustan, son como los míos y los de mi hermanita.
—¿tú crees que he sido mala hija?—le pregunto con la mirada centrada en el suelo.
—por supuesto que no—vuelve a alzar mi cabeza, pero esta vez se agacha a mi altura y me mira de forma dulce y tierna—. Es momento de que regreses, tu hora aún no ha llegado y tienes que pasar muchos buenos momentos al lado de tus papás—se acerca un poco a mí y me besa en la frente.
—¿Adónde vas?—pregunto con tristeza al ver que comienza a alejarse.
—debo irme ya. Solamente tenía que mostrarte el camino para que no te perdieras. Cuida mucho a tu hermanita. Te quiero mucho, mi niña—me mira con una sonrisa y en esos momentos comienzo a sentir mis ojos pesados. Tengo mucho sueño...
—yo también te quiero mucho—susurro aún inconsciente. La maquina que me mide el pulso, lo vuelve a marcar, aunque débilmente.
—¡está viva! ¡Está viva, doctor!—escucho los gritos de alguien que se acerca a mí un poco.
***
—¡doctor, la paciente está viva!—exclama el enfermero asomándose fuera de la habitación.
—¿qué? ¿Cómo, qué, viva?—pregunta sin poder creer lo que escucha y se dirige a los padres de la niña.
—¿qué? ¿Mi niña está viva?—pregunta Zen logrando ponerse de pie y limpiando sus ojos.
—eso parece, debo ir a atenderla. En cuanto pueda vendré a darles noticias de su estado de salud. Con permiso—se disculpa el doctor y corre de nuevo hacia la habitación.
—nuestra pequeña esta viva. Gracias a Dios—susurra el peli azul y se abraza al mayor, recargado su cabeza en su pecho.
—esperemos que esté bien—responde el mayor de los dos.
Pasaron alrededor de dos horas hasta que por fin el doctor vuelve a salir de la habitación y se dirige a los padres de la pequeña.
—¿qué ocurre, doctor? ¿Cómo está mi niña?—volvió a preguntar Zen sintiendo una gran opresión en el pecho.
—afortunadamente está viva. Viva, pero grave—dice cabizbajo.
—¿a qué se refiere? ¿Qué es lo que le pasa?—pregunta el peli azul asustado.
—¿han escuchado acerca de un trastorno llamado «bulimia»?—pregunta el doctor con seriedad.
—¿bulimia? ¿Qué tiene que ver eso con nuestra hija?—vuelve a preguntar el castaño asustado por la seriedad del doctor.
—parece que este padecimiento lleva aquejando a la pobre Hiyo desde hace meses. ¿Notaron algún comportamiento extraño en ella de un tiempo para acá?—cuando el médico hizo esa pregunta, ambos chicos sintieron un enorme sentimiento de culpa. Hace tiempo que su pequeña no se encontraba bien y ninguno de los dos se percató de lo mal que la estaba pasando.
—no, nunca nos dimos cuenta—susurró el menor de los dos. Sentia que en cualquier momento su voz se quebraria.
—bueno, lo único que les puedo decir es que Hiyo está muy mal. Su esófago está realmente muy dañado, el vómito recurrente ha logrado que esté a punto de desprenderse, además de que está severamente deshidratada y por lo tanto sus riñones han dejado de funcionar correctamente, tenemos que operarla de la vesícula para que le sea extirpada, está anémica y debemos tratarla lo antes posible antes de que acabe en algo peor—cuando el doctor terminó de describir todos los males que aquejaban a la pobre pequeña, los dos chicos tenían ganas de matarse. No podían creer todo el daño que ellos mismos le habían causado a la pobre pequeña. Y por si eso fuera poco, les habían dicho que si no le trataban la anemia podía acabar en algo peor. ¿Que podía ser peor?
—¿qué va a pasar si no se trata su anemia?—se atrevió a preguntar Takafumi. Aunque a decir verdad, tenía miedo de la respuesta.
—si no se le trata cómo debe ser, puede acabar en una anemia más severa—dijo seriamente.
—¿me permite ver a nuestra bebé?—pregunta el peli azul con el corazón en la mano.
—solamente puede quedarse 5 minutos, ¿está bien?—el peli azul sólo asiente y se dirige hacia su novio antes de ir con el doctor.
—voy a ver a nuestra pequeña, ¿puedes llamarle a Takano y preguntarle cómo está Nerin?
—no te preocupes, yo lo llamo. Dale un beso de mi parte a nuestra bebé—el peli azul logra hacer una sonrisa forzada y luego camina siguiendo al doctor.
—soy un idiota, un estúpido, ¿Cómo fui capaz de hacerle esto a mi hija? Seguramente no me va a perdonar—se repetía el peli azul en su mente mientras caminaban a la habitación de la pequeña castaña.
Cuando estuvieron frente a la habitación, el doctor se retiró y sólo se quedó Takafumi parado frente a la puerta. Tenía miedo, no sabía en qué condiciones se encontraba la niña. Tomó valor y abrió la puerta. Al entrar, sintió como si su corazón se hubiera encogido, le dolía horrible el pecho y su respiración comenzó a hacerse entrecortada.
La pequeña se encontraba postrada en la cama, conectada a miles de cables, una máquina le media los latidos de su corazón, en su bracito derecho había una enorme aguja conectada a una bolsa que contenia un líquido transparente, seguramente era suero, en su carita tenía una máscara de oxígeno y por último una pinza en su dedo índice conectada directamente al electrocardiograma. Sus latidos eran débiles y su respiración era casi inaudible.
Sintió un gran nudo en su garganta y comenzó a sollozar tapándose la boca con la mano.
—mi pequeña Hiyo, mi niña tan linda. Por favor, perdoname, siento mucho no haberme dado cuenta de todo el sufrimiento que pasaste todo este tiempo. Yo te considero una hija para mí y sin embargo, fui una mala madre, tú eres la única que está pagando por mis errores. Por favor, lucha por tu vida, no te dejes vencer tan fácilmente. Aquí hay muchas personas que te amamos. Sé que eres una niña valiente y lograrás salir de esta, lo haremos juntos—susurró el peli azul sentándose al lado de la castaña y acariciando su pequeña mano, que está demasiado fría y la besa ligeramente. Su palidez sólo se podía comparar con el blanco de las sábanas. Se acercó a la pequeña para darle un beso en la mejilla—. Este es de parte de papá.
Se levanta de su silla y abandona la habitación sin poder parar de llorar.
—¿Cómo está?—pregunta el mayor de los dos al ver a su pareja acercándose. Este no le responde y simplemente se abraza a él escondiendo su cabeza en su pecho.
—nunca la habia visto tan mal. Se veia tan frágil... Tan... Tan...
No puede terminar la frase y vuelve a abrazarse a su pareja.
—¿tan mal está?—preguntó el mayor con el corazón encogido.
—sí. No puedo creer todo el dolor que tuvo que soportar mi pobre bebé. Es nuestra culpa. Ella pedía ayuda a gritos y nunca le hicimos caso—dijo el peli azul recordando todas las veces que la pequeña le hablaba, le pedía que le hiciera caso, que le pusiera un poquito de atención. Pero él solamente tenía ojos para Nerin.
—aún recuerdo cuando te dije que lo que menos quería era hacerle daño a mi hija y fue lo que terminé haciendo—habló ahora Zen tratando de contener su llanto. Sentía un dolor agudo y punzante en su pecho. Pero comparado con el de su pequeña, el suyo no era nada.
—hemos sido malos padres. No merecemos serlo—se lamentó el peli azul—. Por cierto, ¿cómo está Nerin?
—está muy bien, dijo Takano que se tomó el biberón y se volvió a dormir. También me preguntó sobre el estado de Hiyo.
—¿se lo dijiste?
—sí, me dijo que en cuanto pueda vendrá a verla.
—está bien. Ahora roguemos porque todo salga bien en la cirugía—susurró el peli azul y se sentó apoyando sus codos sobre sus muslos y usando sus manos para recargar su rostro. Su amado solamente le acarició la espalda con delicadeza.
—mi niña es fuerte. Logrará salir de esta—dijo el mayor de los dos con un rayo de esperanza. El peli azul lo miró y simplemente se abrazó a él.
***
Narra Takafumi
—no sé cuánto tiempo ha pasado desde que llevaron a mi hija al quirofano. El doctor nos dijo que debían intervenir quirúrgicamente a Hiyo para que la vesícula le fuera extirpada y, además de eso, también tenian que revisar más a detalle el estado de su esófago, ya que, como nos lo había dicho antes, este se vio severamente dañado a causa de los vómitos recurrentes.
Me siento tan culpable de lo que está sucediendo. La culpa es solamente mía. Mi hija me necesitaba y jamás la escuché. Ahora entiendo a lo que su profesor se refería con su repentino cambio. Me imagino que ella nunca le contó nada, pero el solo logró percatarse de lo que le pasaba. Quiero volver el tiempo atrás y corregir mis errores, no quiero ver a mi bebé sufrir con todo esto. Pero, desgraciadamente eso no es posible. Sólo nos queda afrontar lo que venga más adelante, sé que mi pequeña estará bien y esta vez no la dejaré sola.
Espero que me perdone.
Narra Zen
—han pasado tantas cosas en tan poco tiempo. Aún no logro entender por qué mi niña tuvo que llegar hasta esos extremos; sé que se sentia sola, pero pudo haberme dicho... ¿Qué estupideces esto diciendo? ¿Cómo podía haberme lo dicho, si yo ni siquiera le hacía caso? Claro, ella siempre pedía mi atención, pero yo estaba demasiado preocupado por Nerin y por mí mismo. Nunca me puse a pensar en lo sola que se sentía Hiyo. Soy un mal padre, no merezco una hija tan maravillosa como lo es Hiyo; ella es una niña tan linda, tan llena de energía y de vitalidad, tan cariñosa y amorosa, siempre le demuestra a las personas que la rodean lo mucho que las ama, tan madura. ¡Maldita sea! ¿Qué voy a hacer si la pierdo? No, no podría soportarlo.
Aún recuerdo cuando fuimos a comprar ropa para cuando naciera mi pequeña Nerin.
Flashback
Hiyo se encontraba muy emocionada y corría por todos los pasillos de la tienda. Parecía que su energía era ilimitada.
—¡mira papá. Este es muy bonito, seguro le quedará muy bien a mi hermanito/hermanita!—exclamó la pequeña castaña mientras tomaba entre sus manos un mameluco de color amarillo con unas figuritas que parecían ser gatitos, tenía que admitir que se veía bastante adorable—. ¿Podemos llevarlo? De seguro a mamá le gustaría mucho—decía la niña con una mirada llena de ilusión.
—está bien. Ahora a mí me toca escoger algo. Pero... Qué... ¡Ah, ya sé!—exclamó de repente, caminó hacia la sección de maternidad y trató de encontrar algo que me le pudiera gustar a su amado.
—¿qué buscas, papá?—preguntó la pequeña con curiosidad y se acercó a su progenitor.
—¿qué te parece esta?—le preguntó a su pequeña mientras le mostraba una playera muy bonita y colorida. Tenía más o menos dibujada una abertura de color negro en la parte del centro de la cual se asomaba la cara de un bebé con una gran sonrisa y abajo una frase muy llamativa: «bebé en camino». La niña sonrió instantáneamente y comenzó a dar saltos de felicidad.
—¡sí, llévala. A mamá le agradará mucho!—exclamó sin poder dejar de saltar a causa de la emoción. El mayor asintió y continuaron comprando cosas tanto para el bebé como para la madre. Pagaron y se dirigieron de nuevo a su hogar con una montaña de regalos.
—por fin llegaron, ¿dónde estaban? Me tenían preocupado—habló el peli azul, que se encontraba sentado en el sillón de la sala. La pequeña Hiyori caminó hacía él y se abrazó a su vientre de 7 meses, Takafumi la recibió con los brazos abiertos y le regaló un beso en la frente.
—lo siento, mamá. Le estábamos comprando cosas a mi hermanito o hermanita—respondió la niña ilusionada. El peli azul se sorprendió, pero también se emocionó.
—Hiyo, se suponía que era una sorpresa—respondió el mayor decepcionado. La pequeña sólo se tapó la boca con las manos.
—en ese caso; yo quiero darle el primer regalo—dijo la pequeña emocionada y rápidamente le entregó una bolsa de regalo color rosa con un enorme moño del mismo color. El peli azul lo recibió con una gran sonrisa y le besó la mejilla a la niña.
Abrió la bolsa con ansiedad y de esta sacó el hermoso mameluco que la castaña había visto en la tienda. Su madre la miró con ternura y enseguida la abrazó.
—gracias mi niña, es muy bonito. Seguro que a tu hermana o hermano le gustara mucho—le respondió con una sonrisa dulce.
—¡es mi turno, es mi turno!—exclamó el mayor de los dos hombres dando saltitos y pequeños aplausos. Enseguida le extendió otra bolsa de regalo de color azul y con moño del mismo color.
El menor la abrió con ilusión y se topó con la playera que Zen había comprado exclusivamente para él. Se quedó estático en su sitio y sin decir palabra alguna.
—Zen—susurró el nombre de su amado con lágrimas en los ojos.
—¿qué pasa? ¿No te gustó?—preguntó un poco dolido.
—claro que me gusta, es muy linda. Gracias—dijo con una gran sonrisa y se la puso encima de lo que traía puesto—. ¿Cómo me queda?—preguntó inseguro.
—te queda muy bien, mami—se atrevió a responder la castaña.
—Hiyo tiene razón. Te queda perfectamente—siguió Zen con una sonrisa de satisfacción.
—si ustedes lo dicen, es verdad—respondió acariciando su vientre con delicadeza.
—me parece que hice una buena compra—dijo el mayor con orgullo.
—así parece—dijo el castaño riendo y se acercó a su amado para darle un beso rápido en los labios.
Fin Flashback
—ahora parece que toda esa vitalidad se ha esfumado y solamente ha dejado su tristeza y su corazón roto. Espero que ella pueda perdonarme. Porque sinceramente, creo que yo no podré perdonarme nunca.
***
Pasaron aproximadamente dos horas más hasta que por fin el doctor salió de la sala de operaciones. Estaba serio, ambos hombres se esperaron lo peor.
—¿que ocurre, doctor? ¿Cómo está Hiyo?—preguntó el castaño ansioso.
—logramos retirar la vesícula, tenía muchos cálculos, además de que se encontraba demasiado inflamada. Con respecto a su esófago: conseguimos mantenerlo unido a la parte que lo conecta directamente con la faringe, debo decirles que se encontraba muy desgastado a causa del vómito frecuente, la sangre era a causa de la seriedad de las lesiones que sufrió en el esófago y también de las numerosas úlceras que hay en su estómago, tardaran un rato en sanar. Pero con los cuidados necesarios, Hiyo logrará recuperarse casi por completo—dijo el doctor con un poco de esperanza.
Los dos padres no lograban tranquilizarse con nada. Por más que el doctor les decía que su hija estaría bien, sabían que ellos eran los causantes de su dolor.
—pero ahora lo que más va a necesitar, será ayuda psicológica. Hiyo tiene un enorme sentimiento de culpa hacia sí misma. Es una característica importante entre los pacientes que sufren este padecimiento. Estos albergan un gran sentimiento de culpa, lo que los lleva a ingerir enormes cantidades de alimento, a su vez esta sensación los hace creer que han actuado mal y por ello se provocan el vómito—explicó el médico con toda la seriedad posible.
—pero... ¿Culpa de qué? Ella no hizo nada malo. Nosotros fuimos los que actuamos mal—respondió Takafumi incrédulo.
—puede que a lo mejor ella no se sentía lo suficiente. A lo mejor ella creía que era una mala hija—opinó el hombre. Los dos chicos se miraron el uno al otro en busca de respuestas.
La respuesta del doctor no sonaba tan descabellada. Les había dicho que Hiyori no se sentía lo suficiente y no merecía ser su hija. La culpa y la soledad la llevó a refugiarse en esa enfermedad tan mortal y peligrosa.
—¿ella está despierta?—preguntó el peli azul.
—así es. Pero me dijo que por el momento no quiere ver a ninguno de los dos—respondió el doctor con firmeza.
—p-pero... Es mi hija. Tengo que ir a verla—habló el castaño con la culpa que nada más no lo dejaba en paz. Debía cerciorarse de que la niña estaba bien. Claro que no estaba bien, bueno, al menos despierta.
—lo siento mucho. Pero esos son los deseos de Hiyori, no puedo ir en contra de su voluntad.
—está bien. Gracias—hablo ahora Zen, tratando de controlar a su amado. El doctor sólo asintió y se retiró para ver a su paciente.
—¿por qué ella no quiere vernos? Seguramente nos odia—se lamentó Takafumi y simplemente se abrazó a su pareja.
—no. Ella cree que nosotros la odiamos, cree que no la amamos y no merece ser nuestra hija. Por eso se siente culpable, porque cree que no vale nada para nosotros y pensó que si moría, no nos dolería su muerte—habló el mayor de los dos hombres.
—fue egoísta de mi parte. Solamente pensé en el bienestar de Nerin, pensaba que Hiyo ya podía cuidarse sola y ya no me necesitaria. Estuve equivocado todo este tiempo. Ella aún es una niña y necesita toda mi atención y sobre todo, mi amor—susurró el peli azul.
—necesita de ambos. Los dos nos equivocamos y debemos estar en esto juntos. No voy a dejar que mi niña se vuelva a sentir sola nunca. Aquí tendrá a su papá, a su mamá y a su hermanita—trató de hablar con tranquilidad y tomó la mano de su novio con ternura. Este sólo le sonrió y se abrazó a él, recargando su cabeza en su pecho.
—te amo tanto. Prometo que seré fuerte, por ti y por nuestras hijas—susurró Takafumi con su cabeza recargada en el pecho de su amado.
—y yo te prometo que en cuanto esta pesadilla termine, nos casaremos. Recuerda que aún está pendiente nuestra boda—dijo el mayor con una sonrisa picarona.
—claro que lo recuerdo, no me he quitado el anillo que me diste—le devolvió la sonrisa y le mostró la mano izquierda en donde se encontraba el brillante anillo.
—te amo—confesó el castaño.
—yo también te amo—respondió con una sonrisa inocente y abrazo a su amado con todas sus fuerzas.
—quiero que mi familia vuelva a ser la familia feliz y alegre que siempre fue. Sé que lo vamos a lograr. Debemos recorrer un largo camino. Pero mientras estemos unidos, los obstáculos no serán imposibles de superar.
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Amor, y un poco de dolor
Romance¿Estarías dispuesto a sufrir uno de los peores dolores de tu vida, con tal de ver a un ser querido ser feliz? ¿Qué pasaría si en lugar de beneficiarlo, lo perjudicas? ¿Cuál crees que sea el dolor más fuerte para una persona? ¿Ver a su ser querido e...