Capítulo XXXI. ¿Tranquilidad?

152 5 5
                                    

Capítulo XXXI. ¿Tranquilidad?
—¡Masamune! ¡Masamune, despierta!—una voz a lo lejos me llama, o más bien me grita. No sé quien me está llamando.
—¡Masamune!—vuelvo a escuchar esa voz. Me llama con tanta insistencia.
Logro al fin abrir mis ojos y pude ver mejor a la persona que me está llamando: es Akihiko. Se ve muy asustado y preocupado. Yo estoy empapado en sudor y de mis mejillas descienden gruesas lágrimas. ¡Akihiko está vivo! ¡Solamente fue una pesadilla! Respiro tan aliviado pero sin poder dejar de llorar. No lloro de tristeza sino de alegría. Me abalanzo a sus brazos y me pego a él.
—¿qué pasa, mi amor? ¿Tuviste un mal sueño?—me preguntó con una voz tan dulce. Siento que estoy en un sueño, pero no. Esta es la realidad y me alegro de que sea así.
—soñé que tú estabas muerto. Fue horrible—me solté a llorar como loco al recordar lo que había pasado en mi pesadilla. Akihiko me sostuvo con más fuerza entre sus brazos. Me siento tan seguro estando a su lado.
Nos separamos un poco y lo miré más de cerca. En verdad tuve tanto miedo. Pensé por un momento que lo había perdido para siempre.
—tú sabes que nadie nos va a separar. Quiero que te quede claro: nuestro destino es estar juntos. No voy a permitir que nada ni nadie nos separe, ¿de acuerdo?—asentí.
Me abracé a él con fuerza y continúe llorando, con los ojos rojos.
Me separé de él y pude verlo más de cerca. Con sus ojos tan hermosos y brillantes. Se ven tan llenos de vida. No pude evitar volver a llorar y me abracé a él nuevamente.
—no llores, mi amor. No llores más. Te juro que nadie nos va a separar. No voy a permitirlo—Akihiko me hizo que lo mirara y yo asentí. Estoy seguro de sus palabras. Sé que juntos seremos capaces de hacer lo que sea.
—¿qué fue exactamente lo que estabas soñando?—me preguntó. Yo solamente continué abrazándolo.
—no quiero recordarlo. Es algo muy espantoso—me tensé casi enseguida al recordar lo que había sucedido en aquel sueño. Él me abrazó con más intensidad y yo simplemente me dediqué a esconderme en su pecho. Se siente tan cálido.
—está bien si no quieres contarme. Debió ser algo muy feo.
—claro que fue feo. Tú estabas muerto.
—ya, ya no es necesario que recuerdes algo tan terrible—me miró y acarició mis mejillas. Yo hacía un gran esfuerzo para dejar de llorar.
—no vas a dejarme nunca, ¿verdad?—lo miré.
—jamás—fue todo lo que dijo, pero hizo que mi corazón se acelerara. Lo amo tanto.
—será mejor que volvamos a dormir. Mañana tengo tantas cosas que hacer—Akihiko me miró por última vez y me dio un beso en los labios.
Me acosté a su lado y me abracé a él lo más fuerte que pude.
Casi enseguida de que nos acostamos, Akihiko ya se había dormido. Se ve tan tranquilo. No quiero que nada malo le pase. Si algo llegara a pasarle, no estoy seguro de poder seguir con mi vida.
—por favor, Akihiko. No me dejes—lo abracé más fuerte, y al poco rato yo también me quedé profundamente dormido.
A la mañana siguiente, fui el primero en despertarse. Tenía a mi lado a Akihiko. Mis papás se habían encargado de cuidar a nuestras hijas. Así que prácticamente estábamos nosotros dos solos. Me acerqué a él lentamente y acaricié sus mejillas. Él se removió un poco, pero no se despertó.
—te amo—susurré. Me acerqué aún más y le di un beso rápido en sus suaves labios.
—yo también te amo—me sonrojé al escucharlo. Es un tramposo. Me estuvo observando todo el tiempo.
Sin darme tiempo de reaccionar, Akihiko me tumbó sobre la cama. Se colocó encima de mí y aprisionó mis muñecas sobre el colchón.
—A-Akihiko… s-suéltame… m-me estás lastimando—me quejé cuando comencé a sentir que su agarre se hacía más fuerte. Él se dio cuenta de lo que estaba haciendo y decidió alejarse. Me reincorporé rápidamente y lo miré.
—¿Akihiko?—le pregunté y me acerqué a él. Cuando estuve de nuevo cerca de él, se me abalanzó encima y me abrazó.
—perdóname, perdóname. No sé qué fue lo que me pasó. Te juro que lo que menos quiero es hacerte daño—oí que estaba sollozando. Lo abracé con más intensidad y después de un rato, lo miré a los ojos.
—estoy seguro de que tú jamás serías capaz de hacer algo para lastimarme—lo miré y le sonreí. Me devolvió el gesto y se aferró de nuevo a mi cintura.
—lo siento. Lo que pasa es que, te deseo tanto. Quisiera estar todo el tiempo a tu lado, protegerte, cuidar de nuestras hijas y que seamos felices.
—tonto. Ya somos felices. Tú me haces feliz cada día que pasamos juntos, con nuestras hijas. Dijiste que estaríamos juntos para el resto de nuestras vidas, ¿no era así?
—claro que lo es. No voy a permitir que nada ni nadie nos vuelva a separar—de pronto, Akihiko tuvo que cerrar los ojos. Se veía que le dolía algo.
—¿qué ocurre, amor?—le pregunté con preocupación. Él recobró la compostura y me sonrió. Algo me dice que no está bien.
—no fue nada. Solamente me da dolor de cabeza en las mañanas, pero debo tomarme mi pastilla de la presión—estoy angustiado. Algo en su mirada me dice que algo no va bien. Me muerdo el labio inferior y puedo darme cuenta de que la mandíbula me tiembla.
—¿es muy fuerte tu dolor?—le pregunté asustado.
—para nada. Solamente debo tomarme mi pastilla para que se me quite—se dio la vuelta para ir a buscar su medicina y rápidamente se la tomó. Se acercó a mí nuevamente y me abrazó por la cintura.
—¿no quieres que vayamos al hospital?
—¿por qué? Ya te dije que estoy bien. Cuando me tomo la pastilla, se me pasa el dolor. No hay nada de qué preocuparse.
—quiero asegurarme de que estás bien. ¿Qué tiene de eso malo? ¿Está mal que me preocupe por ti?
—no, claro que no. Es solo que, creo que te estás precipitando. Yo estoy bien.
—¿y ni siquiera piensas en los demás?—comencé a alterarme.
—¿de qué hablas?
—no piensas en mí. No te pones a pensar en lo mal que me sentiría si algo malo te sucede.
—¿que no me pongo a pensar en cómo te sentirías? ¿Acaso tú te pusiste a pensar cómo me sentía yo cuando te fuiste sin decirme nada? No sabes lo mal que me sentí ese día. Pensé que no era lo suficiente. Además, ni siquiera sabía de qué me acusabas. No tuviste ni un poco de valor para decirme todo de frente. Preferiste irte sin decirme nada. Tal vez, el que me engañaba era otro—no pude seguir escuchando y sin querer, terminé dándole una cachetada. Bajó la mirada y se sujetó la mejilla que le había lastimado. En ese momento, me di cuenta de mi error. Traté de acercarme, pero él me alejó.
—A-Akihiko—murmuré.
—ya veo. La culpa solamente es mía—me miró por un momento, y yo sólo me quedé de pie. Lentamente comenzó a alejarse.
—¡Akihiko!—exclamé con todas mis fuerzas, y me acerqué a él lo más rápido que pude. Tomé su mano, pero él no me miró.
—por favor, Akihiko. Te lo suplico. Vamos al hospital—le rogué. Mis ojos comenzaron a sentirse aguados y me ardían. Un nudo se formó en mi garganta. Traté como pude de contener mis ganas de llorar. Él se dio la vuelta para mirarme y se percató de mi estado. Se sorprendió mucho al verme. Yo ni siquiera tuve el valor para levantar mi cara.
En ese momento, no pude contenerme más y me tapé la cara con las manos para dejar escapar mis lágrimas. Akihiko se acercó a mí rápidamente y me hizo mirarlo a los ojos. No podía verlo bien, ya que mis lágrimas me lo impedían.
—¿por qué estás tan asustado?—me preguntó. Yo, en ese momento me abalancé encima de él y lo abracé. No quiero que le pase nada, no quiero perderlo.
—no quiero que te pase nada. Tú eres lo más importante para mí—continué llorando, tanto como me lo permitían mis ojos.
—tranquilo. Yo estoy bien. No tienes que preocuparte por mí. Sé que piensas que en cualquier momento me puedo poner mal. No quiero causarte molestias y hacerte pasar tristezas.
—no. Tú no eres para nada una molestia. Pero otra vez te lo pido. Vamos al hospital. Solamente quiero asegurarme de que estás bien, por favor—le supliqué.
—está bien, está bien. Solamente una cosa más: ¿por qué te ves tan preocupado? ¿Hay algo que no me dijiste?—me tensé al oírlo.
—bueno… estoy preocupado por ti. Eso es todo—me puse nervioso.
—¿seguro?—asentí.
—de acuerdo. Me cambiaré y vamos, ¿está bien?—volví a asentir. Me alivia tanto saber que por fin pude convencerlo.
—quiero asegurarme de que él estará bien. No soy ningún paranoico. Solo quiero mantener al hombre que amo a salvo…

Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora