Capítulo XV. Un día especial para mí

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Narra Takafumi
—en estos momentos de mi vida me siento feliz, completo, lleno de plenitud y paz. Mi familia está sana y feliz, eso es lo que yo más deseo.
Es noviembre y aún estamos en pleno otoño. El frío se siente en el ambiente, las hojas caen lentamente de los árboles y se transforman de un lindo tono marrón.
Repito, estoy feliz y no solo por el simple hecho de que tenga una hermosa familia, sino que en estos momentos estoy por casarme con el hombre de mis sueños. Mi felicidad no es comparable con nada y estamos a punto de formar una linda familia.
***
—son las 10 de la mañana y estoy en mi casa. Con ayuda de mi amigo Masamune, termino de ponerme el traje y ambos salimos con rumbo a la iglesia donde me casaré con Zen. Masamune era el que manejaba y por eso logramos llegar a tiempo a la iglesia. Él entró primero y le comunicó al padre que el novio había llegado, la melodía nupcial comenzó a escucharse y todos los invitados se levantaron de sus asientos.
Entré a la iglesia y ahí pude ver a Zen más de cerca, se veía tan guapísimo con su traje negro, lo hace ver tan varonil. Me sonrojé nada más de pensar que yo dije esas cosas. Continúe acercándome, hasta que llegué al altar y pude verlo más detenidamente, se acercó a mí y me sonrió, yo le correspondí con un poco de nerviosismo, tomó mi mano y ambos nos acercamos al padre.
—buenos días a todos, sean ustedes bienvenidos al enlace matrimonial entre el joven Yokozawa Takafumi y Kirishima Zen. Si hay alguien que se oponga a esta boda, que hable ahora o calle para siempre—todo mundo se quedó callado, por lo que el padre prosiguió con la ceremonia.
Nos habló acerca de nuestro amor, que ese era un gran paso para el resto de nuestras vidas. Debíamos ser siempre compresivos con el otro y apoyarnos mutuamente, que de eso se trataba una pareja.
La ceremonia transcurrió sin ningún contratiempo, hasta que llegó el momento tan esperado por todos: el momento de ponernos los anillos. Masamune se acercó al padre y le entregó los anillos. Zen fue quien tomó el primer anillo.
—Zen, ¿aceptas a Takafumi como tu esposo, para amarlo y respetarlo, protegerlo, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?—le preguntó el padre a Zen.
—acepto—respondió rápidamente y sin titubear y después me miró. Me sonrojé al verlo tan decidido. Me colocó el anillo en el dedo anular y volvió a tomar mi mano. Ahora era mi turno.
—Takafumi, ¿aceptas a Zen como tu esposo, para amarlo y respetarlo, protegerlo, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?—tome mi anillo y lo miré.
—acepto—respondí con nerviosismo y le coloqué el anillo en el dedo, ambos nos tomamos de la mano.
—por el poder que me ha sido otorgado, los declaro esposos, pueden besarse—dijo el padre esas últimas palabras y Zen se acercó a mí para tomarme ligeramente por la cintura y plantarme un beso en los labios. Fue rápido, pero muy dulce.
Lo miré sonrojado y bajé un poco la mirada debido a los nervios. Zen se acercó a mí y sin avisarme, volvió a darme un beso, esta vez un poco más apasionado que el anterior. La gente a nuestro alrededor aplaudía y nos miraba alegres.
Todos mis miedos y angustias se han esfumado ahora que él está cerca de mí. Me siento tan feliz y protegido. Sé que si él está conmigo, nada malo me va a pasar.
Nos tomamos de la mano y salimos de la iglesia entre la multitud, quienes comenzaron a aventarnos arroz. Nos adentramos en el automóvil de Zen y ambos nos dirigimos hacia una pequeña playa. Es temporada de frío, así que prácticamente está vacía.
Llegamos al hotel, nuestras hijas se quedarán unos días con los padres de Zen, así que podemos estar sólo nosotros dos. Llegamos hasta la habitación y dejamos nuestras cosas en la entrada, después nos encargaríamos de ordenar todo, además no nos quedaremos mucho tiempo.
Me acerqué a la ventana y miré todo a mi alrededor, tenía una vista tan maravillosa; las olas del mar moviéndose y la luna iluminando todo a su paso, quedé maravillado al tener esa hermosa vista.
De pronto sentí que unos brazos me rodeaban por la cintura, sentí como se aferraba con más fuerza a mi cuerpo y recargaba un poco su cabeza en mi espalda.
—¿qué pasa?—le pregunté.
—¿sabes? Hace algunos meses, en realidad tuve mucho miedo. No quería perderte, pero tampoco quería que nuestra hija estuviera en peligro. Decía que no lograba entenderte cuando decías que darías tu vida para lograr que nuestra niña naciera. Justo ahora lo entiendo, porque si yo hubiera estado en la misma situación, habría dado mi vida sin dudarlo. No logro entenderte del todo porque no soy madre, pero… bueno, el punto es que estoy feliz de tenerte a ti y a nuestras hijas, sanas y felices—escuché que Zen dijo esas palabras con un tono de voz algo melancólico y triste.
Como pude, me di la vuelta y lo abracé con todas mis fuerzas, escondí un poco mi rostro en su pecho y sin querer, dejé salir unas cuantas lágrimas.
—yo también estoy feliz de saber que tengo una hermosa familia. Tú estás conmigo y tenemos unas hijas tan maravillosas, me pone muy contento. Esta es mi familia, a la cual voy a proteger y a cuidar siempre—alcé mi mirada y pude darle un beso en la mejilla.
Ambos nos miramos por un momento e inmediatamente después, se acercó más a mí para robarme un beso en los labios, era dulce y cálido. Amo sus labios, son tan delicados y a la vez salvajes.
Nos separamos un momento y después volvimos a unirnos en un beso cada vez más apasionado. Mi cuerpo comienza a calentarse, me siento tan necesitado, quiero que Zen me haga suyo, quiero sentirlo dentro de mí.
Vuelvo a separarme de él para tomar un poco de aire, pero casi enseguida logró unir mis labios con los suyos, el ambiente comienza a ser muy caluroso y algo sofocante.
Tomé la mano de Zen y lo dirigí hacia la cama. Lo despoje de su camisa antes de empujarlo para que quedara recostado sobre el colchón, me coloqué encima de él y comencé a frotar mi erección sobre la suya aún sobre el pantalón. Lo miré con ojos deseosos mientras continuaba frotándome contra su cuerpo.
—b-basta, Takafumi. ¿Q-qué es lo que estás planeando?—por primera vez en mi vida, pude ver a Zen completamente ruborizado.
—¿qué te parece si jugamos un poco?—me miró con algo de temor, creo que ya se imagina lo que vamos a hacer.
—¿a qué te refieres? ¿Qué vas a hacer?—me preguntó con temor.
—hace unos momentos en realidad estaba muy deseoso de que estuvieras dentro de mí, pero creo que cambie de opinión. ¿Qué te parece si intentamos algo más?
—¿q-qué estás…? Mmgh… b-basta, Takafumi—escuché los suspiros de Zen salir de su boca sin que él pudiera evitarlo. Me acerqué a su rostro y comencé a repartir besos por sus mejillas y descendí hasta sus hombros, los besé y dejé unas cuantas marcas. Quiero que sea mío para siempre. Baje más, hasta toparme con sus pezones, los besé y también los lamí, pasando mi lengua por todo alrededor y al final los succioné. Puedo escuchar la respiración acelerada de Zen, sus jadeos y los latidos de su corazón.
—ahh… ahh… T-Takafumi… hazlo—escuché a Zen murmurar esas palabras, me estaba dando su autorización para hacerlo completamente mío.
Continúe con mi tarea de estimular sus pezones, hasta que los dejé completamente erectos. Bajé hasta su abdomen y repartí besos por toda su piel. Sentí como él se estremecía debajo de mí, sé que está nervioso, pero trataré de hacerlo lo mejor posible. Terminé de bajar, hasta que me topé con su pantalón. Desabroché el cinturón y también el botón, para después bajar el cierre lentamente. Lo deje únicamente en bóxer y pude admirar mejor sus largas piernas.
Debajo de ese trozo de tela, había una gran erección, la cual, comenzaba a notarse por debajo de la tela. Lo quité y al fin, pude tomar su miembro con mis dos manos, lo acaricié y enseguida lo metí a mi boca.
—¡ahh! ¡Ahh! ¡Takafumi! ¡Continúa!—sentí las manos de Zen sobre mi cabello y lo sujetó de manera delicada. Sus manos acariciaban mi cabello y me incitaban a seguir. Continúe lamiendo todo, desde la base hasta la punta, donde después, la succioné.
—AHHHH… Takafumi… m-me voy a venir—escuché que Zen murmuró esas palabras y al final, sentí su semen en mi boca. Tragué todo lo que pude y por último, me limpie la boca.
Levanté mi vista y pude verlo mejor, con sus mejillas sonrojadas y jadeando. Se ve tan vulnerable. Espero que esté preparando, porque le daré con todo.
Rápidamente me despojé de todas mis ropas y me acomodé entre sus piernas. Las abrí lo más que pude y me coloqué entre ellas. Sentí como el cuerpo de Zen tiembla ligeramente. Para tratar de disipar sus nervios, me acerco a él y le di un beso en los labios para así, tratar de distraerlo. Zen correspondió el beso y enredo sus brazos en mi cuello, para hacer el beso más profundo. Dejé sus labios por un momento y me concentré en su cuello, lo besé y deje unas cuantas mordidas. Mientras hacía eso, deslice mis manos hasta que me topé directamente con su entrada. La presioné con mi dedo índice.
—ahhh… ahhh… ¿e-es normal que me duela tanto?—me pregunto Zen entre jadeos.
—es normal porque es tu primera vez, pero después te acostumbrarás, te prometo que seré lo más cuidadoso posible—me acerqué a robarle un beso en los labios y él asintió.
Saqué mi dedo y junto con el dedo medio, los llevé hasta mi boca y los lubriqué perfectamente con mi saliva, los lleve nuevamente hasta su entrada y los metí ambos de una vez. Sentí como Zen apretaba demasiado sus paredes y no dejaba que mis dedos entraran completamente.
—tranquilízate un poco, trata de estar relajado, no pienso hacerte daño para nada—le murmuré con voz dulce, Zen respiró profundamente y después de eso, sentí como sus paredes se iban abriendo poco a poco.
Comencé a mover mis dedos de manera circular y después en forma de tijeras. Cuando la sentí lo suficientemente dilatada, saque mis dedos y posicioné mi miembro en su entrada, la cual comencé a penetrar de manera lenta.
Zen apretaba los ojos con fuerza y también las sabanas de la cama.
—¿te duele mucho? ¿quieres que me detenga?—le pregunté, preocupado.
—no, no lo saques. Es solo que, me dolía un poco, pero ya no—jadeó.
Atendí su pedido y continúe penetrándolo, hasta que sentí que ya no podía meterlo más. Después de unos minutos, sentí como Zen movía su cadera, dándome a entender que ya podía moverme. Así lo hice, quiero encontrar su punto. Me movía de manera desenfrenada, tome a Zen por la cintura para que las penetraciones fueran más profundas. Me acerqué más a él y le robe un beso en sus finos labios. Él enredó sus piernas en mi cintura y aferro sus manos a mi espalda.
Las embestidas comenzaban a ser de un ritmo desenfrenado, cada vez más animadas y llenas de placer.
—¡AHHHH! ¡Sígueme dando ahí!—exclamó Zen, había encontrado su punto al fin. Obedecí su pedido y lo embestí en el lugar que me había indicado.
—¡AHHHH!—escuché como gimió y se aferró con más fuerza a mi espalda, pero no me molesta en lo más mínimo. Sentí también como sus piernas se abrazaban con más intensidad a mi cintura.
Nuestras miradas se encontraron y fui más rápido, al acercarme a su rostro y robarle nuevamente un beso, apasionado y húmedo. Nuestras lenguas entraban y salían de la boca ajena, acariciándose. Nos separamos, dejando un pequeño hilo de saliva. Jamás se me borrara esa imagen de mi cabeza: tengo a Zen debajo de mí, con las mejillas extremadamente rojas, la boca entreabierta y jadeando.
—v-voy a v-venirme—escuché a Zen murmurar esas palabras con sus últimas fuerzas y sentí como sus paredes internas estrujaban mi miembro dentro suyo.
Continúe con las penetraciones, hasta que dejé salir todo mi semen y al poco tiempo, Zen se vino en medio de ambos, manchando nuestros vientres. Me quede un momento en esa posición, hasta que finalmente, me deje caer a su lado y Zen se recargó un poco en mi hombro.
—no puedo creer que mi primera vez ha sido tan maravillosa. Debemos hacerlo más seguido—escuché a Zen decir esas palabras. Cuando lo miré, él ya estaba en un sueño profundo. Con una de mis manos, acaricie sus cabellos y al final, le di un beso en la mejilla.
—te amo. Por favor, quédate a mi lado para siempre…

Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora