Capítulo XVIII. ¿Qué ha pasado en 3 años?

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—mamá...
—¿Qué ocurre, pequeña?—le preguntó Takafumi a su hija quien, estaba sentada frente a él.
—¿puedo hablar contigo?—preguntó insegura.
—claro que sí. ¿De qué se trata?
—¿a qué edad diste tu primer beso?—preguntó con vergüenza.
—¿por qué? ¿Ya diste tu primer beso?—preguntó el chico con ilusión y juntó sus manos.
—¿qué? ¡No!—la pobre niña se sonrojó hasta las orejas.
—¡oh, vamos! No tiene nada de malo. Es algo muy normal a tu edad. Eso sí, nada de andar con novio; aún eres muy pequeña para eso—dijo serio.
—¿a qué edad tuviste a tu primer novio?—preguntó curiosa.
—pues, fue a los 18 años, creo. Pero era una mujer.
—¿y a qué edad te enamoraste de mi papá?
—tenía 28 años.
—¿en serio? Y, ¿a qué edad fue tu primer beso? No me lo has dicho.
—fue a los 12 años, no me acuerdo bien. Fue con tu tío Masamune.
—¿cómo? Platicame—se sorprendió al principio. Se supone que Masamune es el esposo de su tío Akihiko. ¿Cómo rayos fue qué ellos se habían dado un beso?
—bueno, fue cuando ambos estábamos en la secundaria. Yo estaba enamorado de Masamune, ambos hemos sido muy amigos desde hace años, por eso fue que me empecé a enamorar de él.
—¿y él correspondió a tus sentimientos?
—no, claro que no. A Masamune desde siempre le ha gustado Akihiko y a él también le gustaba Masamune. Por eso él no podía corresponder a mis sentimientos. En ese momento me sentí triste porque como a mí me gustaba mucho, un día me le confesé y le robé un beso, él me rechazó y después me dijo que estaba enamorado de Akihiko, a mí solamente me veía como un amigo, casi un hermano y no podía verme de otra manera.
—entonces, ¿desde ese entonces mi tío Masamune ha sido novio de mi tío Akihiko?—expresó más que sorprendida.
—ja, ja, ja. No. Hasta eso, tardaron en confesarsele al otro. Los dos lo sabían, pero ninguno se atrevía a dar el primer paso—dijo Takafumi con burla.
—¿y quien se confesó primero, papá o tú?
—fue papá. A mí me daba mucha vergüenza. Llevaba también varios meses enamorado de él, pero no me le acercaba porque me daba pena hablarle, además de que nos llevamos algunos años de diferencia.
—es algo increíble. Espero que algún día tenga un novio que sea como papá—dijo la pequeña ilusionada.
—pero ¿por qué me preguntas eso?
Inmediatamente, la pequeña se sonrojó. Algo estaba ocultando.
—bueno. Es que, me gusta un chico de mi salón. Se llama Tom, es un chico muy lindo—relataba la niña como si estuviera describiendo a un príncipe de los cuentos de hadas.
—ay, mi niña ya está creciendo—dijo el peli azul con una sonrisa.
—mamá—se quejó la pequeña.
—¿qué? Es la verdad. Y, ¿tú también le gustas?
—no lo sé. Creo que sí. Una vez le pregunté a mi amiga y dice que lo escuchó hablando de mí con uno de sus amigos. Quiero pensar que fueron cosas buenas.
—¿por qué no lo invitas un día?
—¿en serio?—preguntó la pequeña emocionada.
—sí. Así lo conocemos mejor y conocemos mejor sus intenciones.
—mamá—volvió a quejarse.
—es broma. Pero invitalo, sólo para que lo conozcamos.
—gracias, mamá. Sabía que podía confiar en ti. Voy a decirle inmediatamente—se acercó al peli azul y le dio un gran abrazo, además de un beso en la mejilla y corrió a su habitación.
—no puedo creer que mi hija esté creciendo tan rápido. No quiero ni imaginar que estuve a punto de perderla por mi egoísmo y mi falta de atención hacia ella—se metió tanto en su mente que, no se percató que había alguien observándolo desde el marco de la puerta.
—¿en qué tanto estás pensando?—le preguntó su esposo sacandolo de sus pensamientos.
—ah, hola. ¿Cómo te fue, mi amor?—esbozó una sonrisa y le hizo señas para que se sentara a su lado.
—estuvo tranquilo. Pero dime, ¿en qué estabas tan concentrado?
—oh, nada. Cosas sin importancia.
—¿seguro?—le preguntó preocupado.
—seguro. No te preocupes—lo cierto era que estaba bastante preocupado ya que hace poco más de un mes que, se sentía mal, estaba cansado, tenía náuseas o se mareaba constantemente. Ya saben por dónde va el asunto, ¿no?
—bueno. Entonces, iré a ver a mis princesas. Ahora regreso—estaba dispuesto a subir, pero una mano detuvo su andar.
—e-espera. Sí, sí tengo algo que decirte—bajó la mirada. Estaba nervioso, muy nervioso.
—¿qué pasa? ¿Por qué esa cara?—preguntó preocupado.
—bueno... Yo... Hace unos días fui a hacerme unos exámenes porque he estado sintiendome mal y...
Sentia que en cualquier momento se iba a desmayar.
—¿y? ¿Qué pasó? ¿Es algo malo?
—estoy embarazado de dos meses—soltó esa noticia sintiendo su corazón casi en la garganta, todo el cuerpo le temblaba y sus manos sudaban.
—¿qué?—al parecer la noticia no le había agradado para nada.
—¿no te agrada la idea? Vamos a tener otro bebé.
—no, no puede ser—estaba incrédulo. ¿Cómo era eso posible?—. Es una broma, ¿verdad?
—claro que no es ninguna broma. Dime, ¿no estás feliz?—preguntó dolido.
—no, no es eso. Lo siento, no debí reaccionar de esa manera. Es que, no me esperaba esa noticia para nada. ¿Estás seguro?—se disculpó el mayor de los dos y abrazó a su esposo por la cintura.
—estoy muy seguro. Tendremos otro bebé, ¿qué crees que será?—preguntó con ilusión.
—no lo sé. Espero que sea una niña. Así tendremos tres niñas lindas.
—yo también espero eso—sonrió el peli azul y abrazó a su esposo por el cuello.
—yo creo que este nombre deberíamos de escogerlo entre los dos. Ya ves que yo escogí el de Hiyo y tú el de Nerin. Lo justo sería que este sea entre ambos, ¿no crees?
—me parece muy bien. ¿Cuándo crees que debamos decírselo a Hiyo? ¿Crees que le agrade la idea?—preguntó el menor preocupado.
—claro que le va a gustar la idea. Tener otra hermanita o hermanito.
—¿en serio tendré un hermanito?—preguntó una voz ajena a la conversación. Ambos adultos se asustaron al escuchar la voz de la pequeña.
—así es, pequeña. Estoy esperando otro bebé. ¿Estás molesta?—preguntó el peli azul preocupado.
—claro que no. Me agrada mucho la idea de tener otra hermanita—respondió la pequeña con ilusión y se acercó a sus papás para abrazarlos.
—¿y dónde está Nerin?—preguntó Zen.
—está dormida. Esa niña sólo se la pasa durmiendo, se parece a su papá.
—oh, ¿qué pasó? Yo no me llevo así—respondió Zen indignado.
—estoy bromeando, mi amor. Yo sé que tú eres un adulto muy responsable—se acercó a su esposo y le regaló un beso en la mejilla.
—ya veo. Creo que tendré que darte tu castigo más tarde—habló con voz seductora, olvidando por completo que ahí estaba su hija.
—cállate, pervertido. Aquí está Hiyo—le reclamó sonrojado como un tómate y alejandolo de su cuerpo. La niña los miraba con incredulidad.
—tú no escuchaste nada, pequeña. Mejor ve a tu habitación y cuida de tu hermana—respondió Zen avergonzado.
—sí. Yo me voy a mi cuarto. Ustedes pueden seguir con sus asuntos—habló la pequeña avergonzada y prácticamente corrió a su habitación.
—eres un pervertido. Hiyo nos vio, ¿no tienes vergüenza?
—lo siento. Olvidé por completo que ella seguía aquí—respondió el mayor avergonzado.
—eres un caso perdido—respondió Takafumi sonriendo y se dirigió hacia la cocina, sin darse cuenta de que alguien iba atrás de él.
—¿qué vas a hacer para la cena?—preguntó de repente, por lo que al pobre peli azul casi se le sale el bebé del susto.
—¿qué demonios te sucede? ¿Me quieres matar de un susto?—reclamó el pobre peli azul con el corazón en la garganta.
—lo siento. Pensé que me habías escuchado—se disculpó el mayor y abrazó a su esposo por la cintura.
—eres un tonto. Bueno, ya, no pasa nada. ¿Qué quieres comer hoy?
—a ti—respondió con lujuria y rozó sus labios contra el cuello del menor.
—ahh... Ahh... Mmgh... E-espera... Las niñas—trató de apartar al mayor de su cuerpo, pero sus intentos eran en vano. Zen lo tenía bien sujeto por la cintura y no parecía querer soltarlo.
—ellas no nos van a escuchar. Vamos—lo tomó de la cintura y lo guió hasta su habitación. Esa sí que sería una noche bastante larga; solamente esperaban que cierta pequeña no los fuera a escuchar.
***
—m-mamá—murmuró la pequeña Eri, la mayor de ambas gemelas.
—¡dijiste mamá!—exclamó Masamune eufórico y tomó a su pequeña para cargarla entre sus brazos.
—ma-mamá—dijo ahora la menor, o sea Chidori.
—¡oh, mis niñas hermosas! Las amo tanto—tomó a su otra pequeña y también la abrazó.
—¿qué ocurre? ¿Pasó algo malo?—exclamó Akihiko asustado y bajó corriendo las escaleras.
—¿qué ocurre, mi amor? ¿Por qué vienes tan alterado?—le preguntó a su esposo, asustado. Las niñas también se veían preocupadas.
—es lo que yo venia a preguntarte. Escuché hace poco que gritaste, ¿qué ocurrió?
—p-papá—murmuró la menor de las niñas señalando al mayor de los hombres. Su hermana la miró atenta.
—me dijo papá—dijo emocionado.
—pa-papá—le siguió la mayor de las gemelas.
—no puedo creerlo. Mis hermosas princesas ya están creciendo—opinó Akihiko cargando a Chidori.
—el tiempo pasa demasiado rápido. Aún recuerdo cuando no podía tener hijos—murmuró Masamune cabizbajo.
—no te pongas triste, mi amor. Al fin somos la familia que tanto anhelamos, tenemos unas hijas preciosas y somos esposos. ¿Qué más podemos pedir?
—tienes razón. Somos una hermosa familia. Ustedes son mi familia y no los cambiaría por nada—esbozó una sonrisa y acarició la mejilla de su esposo.
—por cierto. Tengo un regalo para ti—dijo el peli plata con una gran sonrisa en los labios.
—¿de qué se trata?—preguntó con curiosidad.
El peli plata sacó una pequeña caja de color negro de su bolsillo trasero y se lo dio a su marido. Este, inmediatamente sonrió y tomó la pequeña cajita. Akihiko tomó a las niñas entre sus brazos para que su esposo pudiera abrir el regalo.
Tomó la caja y deshizo el nudo del listón y abrió el regalo muy lentamente. Akihiko lo miraba ansioso.
Masamune abrió lentamente la caja y lo que encontró dentro lo dejó impactado. Era un colgante, de oro en forma de corazón, pero lo más mágico era que, este se podía abrir, adentro estaba la imagen de sus pequeñas hijas; Eri del lado derecho y Chidori del lado izquierdo. Por último, atrás, estaban las iniciales de ambos hombres; A & M.
—feliz aniversario, amor. Espero que este regalo te guste, también espero que con él te pueda demostrar cuanto te amo y podamos estar juntos por el resto de nuestras vidas—se acercó a su esposo y le dio un beso rápido en los labios.
—es hermoso. Gracias por recordarlo. Yo también te amo. Ahora, espera porque yo también tengo que darte mi regalo—dijo con una sonrisa y también sacó una caja, pero esta era de un tamaño un poco más grande.
—toma—le entregó el regalo con nerviosismo. Akihiko lo recibió gustoso y le correspondió la sonrisa para que lograra tranquilizarse.
Igualmente le quito el listón que lo adornaba y lo abrió con cuidado. Era un hermoso reloj de pulsera, de color negro brillante, se veía bastante caro.
—wow. Es hermoso, mi amor. Pero... ¿No es muy caro?
—tranquilo. Lo compre porque sé que te gustan los relojes. O... ¿No te gustó?—preguntó triste.
—¿qué? ¡No! ¡Claro que me gustó! Es hermoso. Sólo decía que tal vez gastaste mucho en esto. Pero no te pongas triste, me gustó—dijo con una sonrisa y se lo colocó en la muñeca izquierda.
—feliz aniversario. Gracias por formar parte de mi vida durante casi ya diez años, gracias también por amarme como lo haces, yo también te amo mucho y espero que podamos seguir creando recuerdos juntos durante muchos años más—inevitablemente dejó salir unas cuantas lágrimas y las limpió rápidamente con las mangas de su suéter.
—ustedes tres son mi vida entera. No sé qué sería de mí si no tuviera una familia como la nuestra—tomó a la pequeña Chidori, quien hace poco se había quedado dormida.
—hay que llevarlas a su cama. Eri también ya tiene sueño—habló Masamune, quien cargaba a la mayor de las gemelas.
Ambos subieron al cuarto de las pequeñas y las depositaron en sus respectivas camas, las arroparon y les dieron su beso de buenas noches.
—ahora, ¿qué haremos nosotros?—preguntó Masamune cuando salieron de la habitación.
—ya sé—respondió Akihiko con deseo y tomó al mayor entre sus brazos y lo cargó.
—e-espera... ¿Qué crees que estás haciendo? Bajame—le ordenó, sintiendo sus mejillas calientes y toda la cara roja.
—no—fue todo lo que dijo, antes de entrar a su habitación y cerrar la puerta con seguro. Esa noche sería bastante larga.

 Esa noche sería bastante larga

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Amor, y un poco de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora