10. Sin control

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Pov Doble D

— ¡¿Cómo es que estamos en otra ciudad?!










Si me devuelvo un poco, puedo decirles que la mañana inició muy bien, ayer Nathan llegó tarde a casa por lo que no tuve que verlo en la cena y esta mañana me he levantado muy temprano, las clases fueron muy cortas hoy, vagueé en casa de Ed y pronto dieron las seis, me encontré con Marie y la noche inició.

Nos tomamos unas bebidas, bailamos, apagué mi celular y ella el suyo, en unas horas estábamos con ánimo para continuar con la fiesta, no sé en qué momento Marie nos llevó a la casa de uno de sus amigos y de allí emprendimos un viaje corto para llegar a la ciudad vecina. 

En mi cabeza fue en cuestión de segundos, siento que me tele-transporté, busco a Marie con la mirada, la encuentro bailando entre la multitud, ella nota lo que hago y pronto está frente a mi.

— ¿Dónde estamos?

— En Starella —responde guiñando su ojo derecho.

— ¡¿Cómo es que estamos en otra ciudad?!

— Llegamos en auto, no me mires así, tu fuiste el que dijo sí tan insistentemente.

— Maldición. —reí— ¿Que tal si volvemos? De todas formas, hay fiesta en casa de Nazz. ¿Va?

— Solo si me das un besito —recibo un nuevo guiño.

— ¿En qué quedamos, Marie? —respiro hondo mientras intento pensar en cómo volver.

— Veo que no recuerdas lo que te dije, ya no me gustas de esa forma.

— ¿Entonces?

— Me gusta besar. Te llevo a casa de Nazz si me prometes tres besos, tómalo o déjalo.

Si es así, no veo problema alguno. Siempre y cuando no la dañe, haré lo que me pide.

— Pues aquí va el primero —ahora soy yo quien sonríe.

Me inclino un poco hacia ella y me abro paso en sus pícaros labios, jugueteo un poco con ella porque intentó tener el control del beso.

Al separar nuestra bocas ella se ve satisfecha.

— Eres igual a mi, maldito Doble D competitivo.


Dicho esto salimos del lugar, subimos en una motocicleta e inicia el recorrido.







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Ya estábamos cerca, no quería encontrarme con Nathan, cuando encendí el celular tenía un millar de mensajes y llamada perdidas. Lo importante es que no tengo llamadas perdidas de mis padres.

Marie pone en mi boca un chicle de menta, bajamos de la moto y con ansias entramos en la propiedad de los Bartonscheer, ya que, desde que logramos escuchar desde dos cuadradas atrás la música quisimos entrar. Las luces de colores armonizaban con la canción, las personas bailaban pegadas, intento concentrarme para hallar un rostro conocido y a lo lejos veo a mi  grandulón sentado.

¿Niñero? [Nathan x Edd] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora