O4;Amanecer

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Angel.

Los días pasaban, y cada vez era más difícil ocultar sus sentimientos ante las personas que lo rodeaban.

Vaggie mantenía su rostro serio, y su mirada acusadora todo el tiempo. Ella sabía que algo andaba fuera de lo normal, que la sonrisa torpe en los labios del albino no era lo habitual, y de la misma forma su constante estado de amabilidad y los suspiros que soltaba de vez en cuando mientras miraba hacia la nada la hacía sospechar incluso más que antes.

Por otro lado estaba Husk, quien comenzó a notar las desapariciones extrañas del chico en las noches. De cierto modo, lo irritaba, muchos clientes se quedaban con el dinero en las manos al no encontrarlo, pero aun así sus actuaciones habían mejorado, atrayendo a más público que fuese cliente del bar.

Las ganancias aumentaban, la felicidad de Angel no molestaba a nadie, así que prefirieron no decir nada al respecto.

— Hoy vas a escaparte de nuevo ¿no? —preguntó la chica de cabello gris con una ceja arqueada— solo te recuerdo que debes limpiar el desastre que dejaste a medio día en la habitación, de resto, haz lo que quieras.

— ¡Lo limpiaré antes del show! Lo prometo —respondió completamente dispuesto.

Limpiaría todas las habitaciones del barrio, no, de la ciudad ¡o Incluso del país!, si tan solo pudiera pasar una noche al lado de este nuevo príncipe que tenía.

Luego de algunas luchas internas consigo mismo, se convenció de que Alastor era diferente a los demás, y cada vez se lo demostraba más.

Podía ser una completa bestia en la cama, burlarse de él ocasionalmente y ser algo sarcástico, pero también tenia un lado dulce y caballeroso, un lado que le hacía sentir como una persona. Como un humano, un humano valioso.

Alastor.

— ¿Son para su novia? —preguntó el hombre de avanzada edad con una sonrisa.

— Algo así... —intentó explicar con una risita nerviosa y robótica.

— Le gustarán, de seguro que sí.

— Muchas gracias, caballero.

Con una última sonrisa dejó unas monedas en la mano del viejo y salió, con un ramo de flores entre sus manos.

¿Realmente haría algo tan cursi, por un prostituto?

Ángel era especial, no iba a negarlo, y lo que había empezado como simple entretenimiento terminó en algo más profundo, por mucho que le costara a su orgullo aceptarlo.

Una vez más, fue a aquel lugar en busca del chico.


Angel.

Como todas las noches, salió a bailar, esta vez entre el público no estaba su amado pelirrojo. Algunas veces él venía a buscarlo en la puerta trasera para no llamar la atención, algunos días llegaba bastante tarde a causa de su trabajo, otras veces sólo se quedaba unos minutos.

A veces charlaban, a veces tenían encuentros pasionales, otra veces se quedaban en silencio disfrutando la compañía del otro.

¿Que pasaría hoy? ¿Donde estaría él?

Bajó del escenario, caminó hacia su habitación para quitarse la peluca y el exceso de maquillaje, dejando solo un poco de color en sus labios.

Entonces escuchó a alguien llamar a la puerta, de seguro era él.

— ¡Buenas noches, querido! —saludó tan feliz como siempre.

— ¡Alastor! —exclamó bastante emocionado, abrazándolo de inmediato.

Roxanne | RadioDust AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora