13;Rubíes

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Angel.

Desde aquella noche en que el albino había rechazado a su amante, este no había vuelto en un par de días. No tenía ni la menor idea de lo que sucedía en su cabeza, ni de como había podido afectar esto al contrario.

Quizá lo odiaba ahora, quizá finalmente se había dado cuenta de lo que realmente era y se había rendido.

Su compañera parecía estar satisfecha con el ligero cambio, se veía más tranquila al ver el distanciamiento de ambos, e incluso habían vuelto a hablar casi como lo hacían antes, ignorando la pelea que anteriormente habían tenido.

— Llevas ahí más de una hora, si quieres beber algo, solo tómalo de una maldita vez —replicó la masculina voz de Husker.

Le tomó por sorpresa escucharlo de repente, pues había creído que se encontraba solo en medio del estante del bar. Había estado un largo rato perdido en sus pensamientos mientras buscaba algo para beber, aún era temprano pero deseaba sentir algo de alcohol en su sistema, aunque fuese una gota.

— Sólo quiero algo lo suficientemente fuerte para hacerme sentir algo, lo que sea —murmuró Angel, alejándose de las botellas cuando el mayor se acercó.

El pelinegro tomó una botella de color rojizo junto a dos copas, una vez sirvió lo suficiente le agregó algo de una botella amarillenta, para luego pasarle la copa al albino con una expresión seria, incluso parecía algo enojado.

— Si es por ese payaso con traje, deberías dejarlo...

El comentario hizo que los delgados dedos de Angel se aferraran a la copa, bajando la mirada para dar el primer sorbo. Su garganta ardía, le dolía bastante a causa del fuerte trago que acababa de beber. Era justo lo que había estado buscando.

— ¿Tú qué dirás? ¿Lo mismo que Vaggie? ¿Que no te da tranquilidad y quizá sea un posible criminal? —preguntó con algo de fastidio.

— No exactamente, de hecho, más que pensar en él pienso en ti —respondió con total sinceridad, tomando un trago de su bebida— cosas como el amor, pueden ser más peligrosas que una daga envenenada enterrada en el corazón... personas como tú, como Vaggie o como yo, no encontraremos paz en un lugar que no sea en la oscuridad, es todo lo que tenemos, una flor que creció en la sombra al exponerse a la luz se quemará ¿entiendes lo que digo?

Angel siempre había escuchado a Husk más que a cualquier otro hombre, él es un hombre mayor, había vivido la vida durante años aprendiendo de las experiencias y las heridas del pasado. Por ello, cada una de sus palabras cuando no maldecía o estaba enojado, eran bastante sabias. Y entendía a la perfección lo que decía.

— Vaggie y yo solo intentamos protegerte, antes de que caigas en una agujero sin salida...

— Lo entiendo, lo entiendo perfectamente —susurró jugueteando con la copa en sus manos.

El mayor acabó su bebida y dejó a un lado el recipiente vacío, para luego alejarse sin decir nada más, dejando al albino con un nudo en el estómago. Lo único que intentó hacer fue tomar otro trago, tratando de suavizar aquel nudo que cada vez parecía apretar más dentro de él.

Vaggie decía que Alastor era malo para él.

Husk decía que el amor era una trampa engañosa que llevaba a la perdición, que alguien como ellos no debería experimentar.

¿Quién tendría la razón? Quizá ninguno estaba equivocado, quizá ambos estaban en lo correcto.


Alastor.

Durante las primeras noches no había sido capaz de regresar al bar, pues sentía que con solo ver a Angel sus emociones se desbordarían, y sería demasiado difícil mantener la compostura.

Roxanne | RadioDust AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora