1O;Tormenta

2.7K 383 143
                                    

Angel.

Pasaron días enteros sin hablar con Vaggie, ambos estaban bastante enojados por aquella discusión sobre cierto castaño, y no querían perder su orgullo y disculparse. De todas formas, ambos pensaban que no había nada por lo cual pedirle perdón al otro.

En especial Vaggie, quien sólo intentaba proteger a su compañero.

Aun así, los días no pintaban tan mal, pues con su nueva radio, Angel se pasaba el día entero encerrado en su habitación, escuchando cada trasmisión de su amado Alastor. Había aprendido a conocerlo en su faceta profesional, era un poco más formal al hablar, hacía chistes, se reía constantemente y discutía temas de interés para todo su público.

No había nada mejor que aferrarse a su almohada con la radio a su lado, y subirle el volumen hasta que aquella voz grave inundaba cada rincón de su cabeza.

Las drogas le habían gustado bastante, pero no creía que hubiese una sustancia que generara los mismos efectos sobre su cuerpo y su mente como la voz del castaño. El dolor desaparecía, las voces se callaban y una sonrisa se formaba involuntariamente en sus labios con sólo escucharle reír, pues con el simple hecho de escucharlo, en su cabeza se formaba la perfecta imagen de el hombre riéndose mientras acomodaba sus lentes y sus hombros subían y bajaban al ritmo de sus carcajadas.

Ni Vaggie ni Husk lo molestaban cuando estaba en su pequeña burbuja de felicidad.

La radio también le permitía saber si Alastor llegaría o no alguna noche, ya que con frecuencia cuando tenía que trasmitir al aire hasta tarde no aparecía por el bar. Angel lo extrañaba aquellas noches, la soledad se sentía mas pesada cuando el show acababa y ningún cliente se acercaba.

Una de esas noches, mientras estaba apenas iluminada su habitación y la radio sonaba fuertemente con la voz del mayor, Angel no pudo evitar fantasear el estar bajo su cuerpo, escuchándolo hablar y reír ocasionalmente.

— Mierda... —susurró al sentir el calor inundando su cuerpo.

Miró hacia los lados, aún se escuchaban algunos hombres bebiendo y hablando en el bar, Vaggie estaría atendiendo y Husk de seguro se encontraba apostando de nuevo, sin contar el sonido de la lluvia que golpeaba con fuerza el establecimiento aquella noche. Nadie lo notaría, podía tragarse el poco orgullo que le quedaba y satisfacer sus deseos con la voz de Alastor en la radio.

Sus traviesas manos se deslizaron bajo su vestido mal puesto, acariciando suavemente el bulto que comenzaba a crecer,  era imposible ignorarlo ahora. Su voz sonaba tan fuerte en su cabeza, incluso las palabras más sencillas se convertían en poesía a sus oídos, sonaban lento y pesado haciendo que su corazón se agitara de una manera bastante inusual.

Las caricias comenzaron a apresurarse, agarrando su erección por completo para poder darse placer a sí mismo mientras la imagen de aquel hombre de rojizos cabellos inundaba su mente, acompañada de la masculina voz que salía de la radio. Su pecho subía y bajaba rápidamente, casi tan rápido como su mano,  sus mejillas acaloradas resaltaban en su pálido rostro de vergüenza y excitación.

Tan perverso, tan travieso, definitivamente amaría ver la cara de Alastor mientras lo hacía.

¿Que diría el contrario? Seguro se sorprendería, pero no dudaría en burlarse de él más de una vez. Incluso podría disfrutar de la imagen.

Teniendo en mente aquello, imaginando sus penetrantes ojos rubíes sobre su acalorado cuerpo le fue difícil contenerse más,  y en un pequeño gemido que pedía el nombre del mayor, dejó salir todo. Su mano estaba manchada, su respiración acelerada y su cuerpo levemente sudoroso daban la perfecta imagen de alguien que acababa de recibir uno de los mejores placeres de la vida.

Roxanne | RadioDust AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora