Charlie.
Sus ojos se iluminaron al ver al hombre de lentes sentado en una mesa a su espera, y con su mano llamó su atención mientras entraba.
— Lamento la tardanza, estaba algo ocupada con mi trabajo —se disculpó mientras dejaba sus cosas a un lado y se sentaba frente a Alastor— ¿Qué es lo que deseabas discutir?
— ¿Discutir? ¿Qué un hombre no puede citar a una amiga para acompañarla a tomar un café sin ninguna razón en particular? —preguntó con su típica sonrisa de diversión.
"Amiga", así había comenzado a llamarla desde hace un tiempo, y a pesar de las macabras vibras que rodeaban al famoso conductor de radio, su corazón se sentía feliz cuando él la llamaba de esa forma. Eso eran, eran amigos.
Y los amigos se contaban todo entre sí, y confiaban el uno en el otro.
— Tienes razón, pero hoy no ha sido un bien día... mi jefe ha estado pidiéndome resultados de la investigación que estoy desarrollando... y yo... No he logrado nada.
La voz de la menor se quebró al decir aquello último, sus ojos negros huían de los del contrario, avergonzándose de su incompetencia.
— ¡Ha de ser difícil! Pero recuerda sonreír ante las adversidades, querida —intentó animarla el castaño— después de todo, nadie es perfecto.
— Lo sé, pero por mi trabajo hay personas inocentes que están muriendo, Alastor, no puedo dejar que ese asesino siga suelto —reclamó la rubia, quien poco a poco había comenzado a descartar al mayor como un sospechoso.
Una mujer de esbelta figura no tardó en atenderlos, quienes pidieron dos tazas de café acompañadas de algunos bizcochos para disfrutar mientras charlaban. La mujer se retiró con el pedido, dejando nuevamente a la pareja de amigos a solas.
— Quizá hay algo que no estás viendo, debes abrir más tus ojos.
— ¡No hay nada, Alastor! Abro mis ojos todas las mañanas, y siempre veo lo mismo, las mismas pistas, los mismos rastros y juegos confusos, entre más los miro, más confundida me siento —cada vez sonaba más desanimada, algo extraño en ella.
La satisfacción que recorría el cuerpo del hombre con lentes era fascinante, ver la desesperación de su enemiga era tan dulce y agradable a su paladar que deseaba enrollarla hasta hacerla perder la cordura. No lo atraparía si la mantenía en aquel estado de desánimo constante.
— ¿Qué has pensado de dejar el caso? —preguntó finalmente Alastor.
— ¿Dejar el caso? ¡No puedo hacer eso! Sería mi fin, como mujer, como profesional, no puedo perder este caso... he fracasado tantas veces, que siento que si no lo consigo esta vez, estaré acabada.
— Siempre hay un mañana, querida, encontrarás otro caso que puedas resolver.
Los cafés humeantes acompañados de los bizcochitos llegaron a manos de la mujer que los había atendido, quien les regaló una pequeña sonrisa antes de retirarse.
La charla continuó normalmente, en la cual Alastor jugaba con la mente de la menor sin que ésta siquiera se percatara de ello. Como un lento baile en el que quien retrocedía comenzaba a perder, el hombre empujaba las palabras cargadas de veneno al ritmo de un lento vals, inundando el corazón de Charlie con desesperanza y confusión.
Con la pequeña rubia en ese estado, su investigación se vería truncada y Alastor podría estar al borde de la completa libertad, logrando continuar con sus planes sin ningún tipo de limitación.
Charlie tenía una mente débil, y Alastor sabía como manipular psicológicamente a cualquiera sin importar su condición. Esta vez no sería la excepción.
Lucifer.
Un hombre de cabellos oscuros y ojos rojizos se encontraba frente a él, la charla mantenía un tono profesional y detallado. Ambos tenían el porte de poderosos caballeros dispuestos a hacer lo que fuese por lograr sus cometidos.
Un trago de whisky hizo que sus nervios se relajaran, intentando regresar a aquella conversación cuyo propósito los había juntado.
— Usted dice entonces que podría lograr lo que una de mis más fieles detectives no ha logrado ¿Correcto? —preguntó el rubio mientras jugueteaba con aquel vaso de cristal— ¿Por qué debería creerle?
— A diferencia de su empleada, yo tengo una razón por la cual quiero atrapar a ese asesino, y es mucho más poderosa que cualquier otra —su voz sonaba cargada de odio, pero eso no le hacía perder la compostura— quiero venganza.
Los ojos de Lucifer brillaron ante aquella jugosa palabra. Ese era un deseo que podía llevar a los humanos a cometer actos despiadados e inimaginables, una criatura que se dejaba guiar por su sed de venganza era prácticamente imparable.
Si entregaba el caso en sus manos, tendría más posibilidades de atrapar al demonio de las que tendría si dejaba todo en manos de su hija.
— No quiero retirar a mi empleada aún, quiero ver con mis ojos si es más poderosa la convicción de su corazón o el deseo de venganza que usted tiene, así que espero no me decepcione —la sonrisa en sus labios ahora era más amplia, cargada de una maliciosa fascinación.
— No lo decepcionaré, señor, verá que confiar esto en mis manos lo llevará más rápido de lo que imaginó a un resultado certero.
— Eso espero, Vox, eso espero realmente...
Compartiendo un trago más, el jefe de detectives le entregó toda la información que consideraba necesaria para seguirle las huellas al Wendigo, como lo había apodado la prensa.
Vox se sentía lleno de confianza, pues la razón por la cual deseaba atrapar a aquel criminal era mucho más profunda que la de cualquier empleado bajo el cargo del rubio, y ya tenía varios sospechosos en la mira. Ahora con un aliado de la talla de Lucifer podía dar por hecho que cumpliría sus deseos contra aquel asesino.
Lo haría pagar por todo lo que le había hecho, y se regocijaría en su desgracia.
Por otro lado, el rubio estaba encontrando una sádica fascinación entre poner a dos personas tan diferentes en búsqueda de un criminal, como dos sabuesos buscando al mismo hueso, vería cual de los dos podría olfatear mejor el camino y llegar hasta su objetivo antes. Para él solo eran herramientas en sus manos que cumplirían un trabajo que terminaría en un mismo resultado.
— Un último detalle, deseo que atrape al criminal con vida ¿entendido? —ordenó el poderoso hombre, cambiando su tono de diversión a uno de seriedad pura.
— Haré mi mejor esfuerzo por traerlo aquí con vida, señor.
Ambos sabían que era una promesa difícil, pero no imposible.
Capítulo corto pero importante para la historia.
Muchas gracias por todos los comentarios bonitos del capítulo pasado, me animan muchísimo para seguir y darles lo mejor que puedo ♡
Danny Black.
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Roxanne | RadioDust AU
FanficRoxanne, no tienes que ponerte bajo esa luz roja. Roxanne, no tienes que vender tu cuerpo a la noche. Créeme cuando te digo que te amo... •----------------|•°🌙°•|----------------• 1913, Estados Unidos, Nueva Orleans. Alastor es un exitoso conducto...