Capítulo 16

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Erick

—Porque no quiero—me enervé al repetir por sexta vez la misma frase.

Ella se volvió hacia a mí, con una mueca de disgusto en el rostro. Se vistió de mala manera y se me quedó mirando por unos instantes.

—Nunca has tenido problema en usarme como te ha dado la gana—replicó—, es nuestro modus operandi. No te había dicho nada porque entendía que lo estuviera pasando mal por lo de tu madre, pero siempre pensé que al menos cuando volvieras a ser tú nos seguiría quedando esto, lo que tenemos.

—Mi intención no ha sido usarte en ningún momento—me disculpé—. Éramos amigos y eso es lo que tendríamos que haber seguido siendo. Más allá de eso, no tenemos nada. No siento eso por ti.

—¿Pero si por ella?

La mención de Rubí hizo que se me crispara el pelo de la nuca. Estaba claro que se estaba quedando sin opciones y pretendía hacerme el mayor daño posible. Algo extraño ya que acababa de decirme que me consideraba algo más que su amigo. No se hace daño a la gente que quieres, al menos no apropósito.

—Mi decisión no tiene nada que ver con ella—chasqueó la lengua como si no creyera ni por un momento lo que la estaba diciendo—. ¿Preferirías que te tuviera en reserva mientras descubro que es lo que siento, y si por algún casual saliera mal volver a ti como si no fueras más que un segundo plato? ¿Es eso lo que quieres?

—No.

—Bien, porque ya deberías conocerme. Sabes perfectamente que jamás haría algo así—me senté en la cama, a su lado, colocando los codos sobre las rodillas.

—Eso es lo que no soporto—susurró, con los ojos ya húmedos—. Somos amigos desde que tengo memoria, hemos compartido más momentos juntos que cualquiera y vas a cambiarme por alguien a quien apenas conoces. Alguien que no está interesado en ti.

—Ese es mi problema. No puedes forzar los sentimientos solo porque conozcas a alguien desde hace más tiempo.

La pasé el brazo por el hombro, dejando que se desahogara. Era lo mínimo que podía hacer. Tenía razón en una cosa, y es que debí haber sido más claro con lo que siento desde el primer momento.

Se levantó de un salto, limpiándose las pocas lágrimas que recorrían sus mejillas.

—Nos vemos en el Moriumm.

Salió dando grandes zancadas. No quería perderla como amiga, pero tampoco pretendía dejar que siguiera creyendo que éramos algo que no éramos.

Deslicé la camisa por mi cabeza hasta tapar completamente mi torso. Yo tampoco entendía que era lo que estaba pasando, ni porque era tan intenso con alguien a quien a penas conocía. Pero no iba a resistirme a esa sensación, no cuando me hacía sentir tan bien.

Las luces de la tarde se fueron volviendo más tenues hasta que el sol desapareció de nuestra visión. Quedaban pocas horas para el anochecer. Bajé al jardín, con la intención de ayudar a preparar la fiesta que se celebraría en unos días, pero Reny no se encontraba allí y sin ella no había nada que hacer de momento. Era ella la que se encargaba de organizarlo cada año.

Todavía no me había explicado como era posible que Rubí tuviera las mismas marcas que le había visto a ella el mismo día que llegaron hacía ya más de seis meses. Se lo había preguntado, obviamente, pero siempre me daba largas o me decía que el conocimiento estaba dentro ya de mi propia cabeza pero que me negaba a dejarlo salir. Como si acordarse de todo lo que me habían dicho alguna vez en mi vida fuera tarea sencilla.

Por lo menos sabía que sea lo que fuere que las estuviera haciendo daño, aún teníamos tiempo con Rubí. Con Nana ya no lo tenía tan claro y menos ahora que le había dado todo el antídoto que la quedaba.

Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora