Rubí
Me dolía muchísimo la cabeza. El calor era abrumante, tanto que el sudor me pegaba la ropa al cuerpo, tanto que no podía respirar con normalidad. Estaba todo muy oscuro, y por un momento temí haberme quedado ciega. Palpé el suelo con las manos. Retrocedí rápidamente al comprobar que este también estaba ardiendo. Gateé hasta toparme con una de las paredes, que también desprendía bastante calor. Me apoyé en ella hasta conseguir ponerme de pie.
Estaba muy débil, lo notaba por el dolor electrizante que me recorría cuando intentaba hacer algún movimiento brusco. El aire de arriba de la habitación estaba aún más viciado, por lo que me deslicé de nuevo hasta quedarme sentada. Cada respiración era una agonía, los pulmones no recogían oxígeno suficiente. Si seguía así mucho más tiempo terminaría por desmayarme.
Mi mente no dejaba de cavilar entre las opciones del por qué alguien habría querido secuestrarme. Quizá como algún tipo de venganza por lo que le hice al Rey y a sus amigos, o alguien que quiera mi poder para usarlo en su propio beneficio. Me decantaba más por la última opción, sobre todo después de lo que nos confesó Erick sobre nuestros dones. Pues había fallado de lo lindo, tendría que volverme loca del todo antes de entregar esta bomba atómica que tenía dentro de mí.
Debí tirarme por el maldito acantilado cuando tuve la oportunidad. Todos nos hubiéramos ahorrado muchísimos problemas. Por un momento dejé mis preguntas a un lado y solo él ocupó mi mente. Al menos habíamos tenido una buena despedida, nos íbamos a separar de todas formas, antes o después.
Pero antes tenía opciones, podía dejar todo zanjado antes de marcharme. Disfrutar del poco tiempo que aún me quedaba antes de que la cabeza se me fuera del todo. Eso era lo que más me enfurecía. Me habían quitado la última oportunidad que tenía de ser feliz, aunque solo fueran unos días más. Quien fuera que lo hubiera hecho iba a pagar por ello.
En ese encierro viviente me planteé muchas cosas. Cuando uno ve la muerte de cerca, o piensa que se va a perder a uno mismo, no le queda otra que reflexionar sobre lo que ha hecho hasta ahora. Por desgracia mi paso por el mundo había estado plagado de estupideces y necesidades sin sentido. A veces uno no se da cuenta de que está vivo. Pasamos la vida intentando sentirnos completos cuando ya lo estamos. Es algo que uno entiende a la fuerza.
Me arrepentí de haber intentado engañar a Erick cuando su padre me dijo que lo hiciera, de haber matado a un hombre por muy cobarde que fuera, de creerme todas las mentiras de Jude una tras otra sin pararme a pensar. No había protegido a Lannah, ni a la Akeru. Dejé solo a Erick cuando nos atacaron. Todas esas acciones tenían un punto muy claro en común. Y es que en ninguna de ellas había hecho lo que realmente creía correcto, no me había parado a pensar y no había sido yo misma.
Oí un chirrido a la vez que una luz naranja centelleante entraba en la habitación. Los ojos no paraban de llorarme, pero estaba claro que se trataba de unas antorchas. Las portaban varios hombres fornidos y con bastantes cicatrices. La vista se me fue acostumbrando hasta que por fin los pude ver con detalle, y con ellos a la mujer que les lideraba.
A primera vista parecía normal, pero había algo en ella que provocaba escalofríos. La escruté más detenidamente. Su pelo era negro azabache, liso y tan largo que le cubría el pecho desnudo. En la parte de abajo llevaba una falda escarlata con dos aberturas. Sus pupilas reflejaban la luz del fuego. Eso era lo que le daba un aspecto tan aterrador. Dentro de esos ojos había una oscuridad profunda e interminable.
Deseé no haberla mirado, pues solo pude encontrar dolor y desolación en ellos. No era un dolor físico, ni si quiera mental, era como si te vaciaran por dentro.
—Bienvenida—me saludó sonriente—, siento mucho que mis chicos hayan sido tan desconsiderados contigo.
Ignoré su disculpa y la observé desafiante. Sus perros guardianes se mantenían tensos, para poder romperme el cuello con cualquier movimiento extraño que hiciera.
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Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅
FantasíaPor primera vez en un milenio los ciclos centenarios de poder vuelven a estar en marcha. Dos mundos volverán a fusionarse para dar nacimiento a unos nuevos héroes. Las historias no son como las cuentan, se han ido distorsionando y apagando con el pa...