Rubí
Julio, una abrasadora tarde en el centro de la ciudad. El cielo estaba despejado, teñido de azul claro, mientras el sol ardía en su punto más álgido. Podíamos estar a cuarenta grados por lo menos. Me odiaba a mí misma por haber decidido ponerme unos pantalones largos en vez de los cortos que me había comprado justo el día anterior.
Los mechones sueltos del pelo se me pegaban a la frente por la capa de sudor que la cubría. Genial, ahora seguramente también se me correría el maquillaje.
Me senté en la parada del autobús, en el único lado en el que daba un poco de sombra. Esperaba que el chico no se retrasara mucho o acabaría pareciéndome a un muñeco de cera derritiéndose. El verano era mi estación favorita, adoraba el calor, pero aquello más bien parecía el mismísimo infierno.
Mi vista captó la notificación entrante de mi teléfono. Tenía muchas conversaciones pendientes desde el viernes. Todos deseaban saber qué había ocurrido. Ni siquiera apagando el móvil pude tener un fin de semana tranquilo, Ian me observaba interrogante a cada cosa que hacía. Esa era una de las razones por las que necesitaba salir de casa.
En mi grupo de amigos somos como una gran familia, algunos más que otros, como Ian y yo. Pero al final, todos conocíamos la vida y secretos de los demás. Jude era la excepción a la norma, con su fría actitud y arrogante carácter.
El mensaje de la notificación era de Emma. Uno de los tantos que me había dejado en estos días, y me reclamaba con mayúsculas y muchos signos de exclamación que la llamara lo antes posible o tendría que ir hasta mi casa para sacarme ella misma.
Marqué su número mentalizándome de la buena reprimenda que me iba a caer por no haberle contestado antes.
—Vaya, por fin te has dignado a dar señales de vida.
Emma era una de las primeras amigas que tuve después del instituto. No era casualidad que siempre acudiera a ella antes que a los demás. Emma siempre me escuchaba sin juzgarme y sabía que aquella no sería la primera vez.
—Necesitaba desconectar.
—No llames desconexión a intentar huir de tus problemas—si, además era muy buena leyendo entre líneas—. No te preocupes, nadie ha comentado nada sobre el tema, al final se quedará en una anécdota.
—Lo dudo. Le encanta ser el centro de atención—jugueteé con mi pelo mientras recordaba el fatídico momento.
[viernes por la noche]
Habíamos salido por el final de exámenes. Casi parecía una alineación de los astros que todos nos hubiéramos puesto de acuerdo para quedar e ir al mismo sitio sin que nadie diera una excusa para pasar.
La noche parecía ir rodada, habíamos ido a cenar, nos reíamos sin parar y en un momento nos encontrábamos en una de las discotecas más conocidas de la ciudad bailando entre la gente y sintiendo la música estallar dentro de nuestros oídos.
¿Mi problema? el alcohol.
Todos sabían que yo siempre solía pasarme algo con las copas, y eso, juntado con mi ya prominente incontinencia verbal era muy peligroso a la hora de guardar un secreto,
Él estaba bailando con Ian, si es que lo que hacen los tíos en las discotecas se le llamar bailar. Aun así, me encantaba como se movía. Su sonrisa era jodidamente hipnotizante, como sin nada más importase, como si esa fuera la solución a todos los problemas.
—Oye, ¿Estás bien? Pareces un poco perdida—me gritó Cassandra por encima de la música.
—Si, sí. Solo necesito ir un momento al baño, ¿Me acompañas?
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Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅
FantasiPor primera vez en un milenio los ciclos centenarios de poder vuelven a estar en marcha. Dos mundos volverán a fusionarse para dar nacimiento a unos nuevos héroes. Las historias no son como las cuentan, se han ido distorsionando y apagando con el pa...