Rubí
El cielo todavía quedaba dividido en dos cuando mi cuerpo decidió que no tenia más ganas de descansar. Arriba aún se podía entrever el cielo oscuro nocturno, con las estrellas y la luna resplandecientes, mientras que abajo ya comenzaban a iluminar los primeros rayos anaranjados de luz solar. Mi mente racional solo veía un amanecer como tantos otros, pero mi espiritualidad que había regresado con más fuerza desde que salí de la isla tuvo conciencia de que era la partición de dos mundos.
Me levanté con cuidado de no despertar a Erick, que dormitaba a tan solo unos pasos. Sonreí. En cuanto se despertara le regañaría por no haberme pedido que vigilara si estaba cansado. Ahora estaba tranquilo y en paz, con una media sonrisa en los labios. No iba a ser yo la que le interrumpiera.
Fui a comprobar que todo estuviera en orden. Me disgusté al comprobar que Ian aún no había vuelto. Busqué por los alrededores sin hacer ruido. Todo ser viviente se paraba a mirar con curiosidad cuando pasaba por su lado.
Ayer, al ver que me rodeaban de esa forma, fui consciente por primera vez que podía ser que hubiera desarrollado otro poder nuevo. Los demás también se habían acentuado y habían agrandado su poder. Podía controlar la energía a mi antojo, cambiando las cosas de lugar o provocando tormentas terroríficas. Aunque ya tenía mis sospechas sobre lo de cambiar el tiempo. No estaba confundida cuando supe que Cassandra no tenía nada que hacer contra el poder natural que corría por mis venas, al menos no de momento.
Cassandra. Recordé como mis sombras se adentraron en ella. Se me pusieron los pelos de punta. No podía entender como había logrado sobrevivir a eso. La mitad de esa oscuridad por poco hace que me vuelva loca, a saber, que le haría a su cuerpo albergar el doble. Lo mejor es que todos pensaran que había muerto. No sabía hasta que punto llegarían sus poderes ni como influiría eso en su personalidad. Además, puede que las sombras la mataran pronto y no quería darles ilusiones. No iba a decirles que estaba viva para que se metieran en la boca del lobo. No podía dejar que pasaran por los mismo que yo había pasado. Me encargaría del problema si resultaba ser más poderosa como para poder controlarla.
Respiré el aire profundamente. Llevaba tanto tiempo encerrada, a solas y en la oscuridad, que la más mínima brizna me transportaba hacia el cielo. Ahora entendía por que Morriguen me había retenido allí. Mi mente se había despejado y entendí que mi poder residía aquí. Que provenía de la energía vital que mueve todos los mundos. Haber estado en el mundo de los muertos me había consumido casi por completo. Aparte, había tenido tiempo suficiente como para elaborar otra teoría sobre mi oscuridad. Creí que era algo provocado por mi magia, pero lo que realmente estaba haciendo era envenenar mis poderes.
Aún me dolían las articulaciones y los moratones eran un triste recordatorio de todo lo que había perdido en la Isla Infernal. Mi voz no estaba recuperada del todo y tendría que ir con cuidado para que no sufrieran ningún otro daño. El ahorcamiento podría haber dañado gravemente mis cuerdas vocales.
Tuve que volver antes de tiempo al campamento. Odiaba lo débil que me había dejado el encarcelamiento, pero al menos creía estar recuperándome deprisa.
—Erick—le llamé sacudiéndole el hombro varias veces—, despierta princesita.
No hubo respuesta. Dormía como un verdadero tronco. Le di un manotazo en el pecho para que reaccionara. Mi mano paró el filo que se cernía sobre mí a tan solo unos centímetros de mi garganta. Se disculpó, encogiéndose de hombros.
—Nunca despiertes así a un hombre que empuña una espada.
—¿Un hombre? —pregunté, mirando hacia ambos lados— Yo no veo ninguno.
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Hielo o fuego [Saga Centenarios I.] ✅
FantasiPor primera vez en un milenio los ciclos centenarios de poder vuelven a estar en marcha. Dos mundos volverán a fusionarse para dar nacimiento a unos nuevos héroes. Las historias no son como las cuentan, se han ido distorsionando y apagando con el pa...