¡Gee! | Frerard

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–Por favor, Gerard... Dime que sigues ahí, ¿sigues ahí?– Trago saliva el menor, rezando por primera vez en su vida después de mucho tiempo para que el mayor estuviera allí.

Había dejado de llorar hace poco tiempo, quito las lágrimas de sus mejillas y ojos y comenzó a llamar a Gerard.

–Estoy aquí. ¿Ya dejaste de llorar?– Gerard se reincorporo hasta quedar a la vista (vista limitada, por la rejilla pequeña que tenía el casillero) de Frank.

Frank frunció el ceño y quiso gritarle un montón de groserías, pero no lo hizo y asintió dando un pequeño sollozo.

–Sí.–

–Entonces supongo que me vas a explicar por qué te ilusionarias.– Se cruzó de brazos, aún tenía el celular en sus manos, con la contraseña allí, pero no había desbloqueado el casillero, así que Frank seguía en éste.

–Si me sacas de aquí, sí, te lo explicaré y si quieres te hago los deberes de lo que queda del año. ¡Pero ya sacame de aquí!– Dijo, o más bien, rogó Frank, Gerard soltó una risita y negó.

–No, si te sacó de allí, no me explicaras nada. Explicámelo allí adentro.– Frank se relamió los labios, pensando en qué hacer.

–Te lo juro, Gee, sacame y te lo explico. Lo juro. ¡Por favor!– Gerard rodó los ojos dando una de sus risas, desbloqueo el casillero y ayudó a Frank a salir, viendo sus ojos hinchados y rojos por llorar.

Quiso abrazarlo y tranquilizarlo, pero ya parecía bastante tranquilo y no quería ser el raro que abraza a todos.

–Bien, uhm... Eh...– Balbuceo, sin saber cómo explicarle todo a Gerard, miró hacia la derecha, por detrás del hombro de el pelirrojo, intentando inventarse una excusa muy bien hecha.

–¿Y bien, Frankie?–

–Eh, lo que pasa es que no he tenido muchos amigos en esta escuela, ¿sabes? Los únicos que tengo son Raymond y Robert Bryar, y son de grados mayores. Ehm, uh. Entonces, me hace mucha ilusión poder hablarte a ti, que eres de mi mismo grado, y, uh. Si me ibas a dejar encerrado allí y no me decías, iba a seguir con la ilusión de que serás mi amigo. ¿Lo entiendes?– Frank comentó hablando rápido y con sus mejillas sonrojadas, Gerard había comenzado a mirarle los labios, lo que hizo de su nerviosismo mayor.

–Bastante creíble.– Respondió con una sonrisa, le devolvió el celular a la vez que alzaba sus hombros y se iba caminando lentamente.

Frank dio un suspiro de alivio, parecía haberse creído cada palabra que había dicho, aunque ni sabía cómo es que había pasado, la mentira había salido de su boca tan fácilmente que fue sorprendente para él.

–¡No olvides la tarea de Artes, LERO!– Pronunció el apellido mal, apropósito y en voz alta, justo cuando el timbre había sonado y todos los adolescentes salían de su respectiva sala.

Frank dio otro suspiro, esta vez como el de una chica enamorada de 15 años, aunque no estaba muy lejos de serlo, estaba enamorado de Gerard Way y tenía 17 años.

Recordó que Gerard tenía 18, se preguntó si había reprobado algún grado, tomó nota mental para preguntarle luego a Way sobre eso.