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Las horas pasaban, y más se inquietaba Gerard. Pacientes pasaban a la sala del Dr. Mason. El pelirrojo movía sus piernas con notoria inquietud, su madre lo ignoraba, pero en el fondo quería que parará de hacerlo, le ponía nerviosa, y ya lo estaba suficiente.

Me pregunto si de verdad me ayudará.– Susurró el menor, aunque quería sonar de forma normal, a un volumen normal, no pudo y sonó como un susurro que Donna dudo que fuera para ella, pero de todas formas le contestó.

No seas tonto, cariño, claro que te ayudarán. Tranquilo, ¿sí?– Ambos se miraron, Gerard le sonrió con cierta inquietud, y dejó de mover sus piernas, lo que Donna agradeció.

En una media hora, llamaron a los Way, lo último que los pacientes esperando vieron de ellos fue sus miradas de inquietud y nerviosismo en ambos. Por supuesto nadie les prestaba atención del todo, ni siquiera los conocían.

Michael se encontraba en su habitación, mientras miraba al techo y tenía el celular entre sus manos. Con un número telefónico marcado en el, sin embargo, no estaba llamando a nadie. Se estaba cuestionando si debía hacerlo o no.

Había invadido la privacidad de su hermano mayor, y aunque eso estuviera mal, consiguió lo que quería y eso lo tenía satisfecho, sin embargo al marcar el número, solo lo dejó ahí y no se podía decidir, desde que su hermano y su madre se habían ido, si marcar o no.

Mordía su labio con nerviosismo, Gerard sabría que indagó en sus cosas, y el zape que le darían no valdría de nada si no marcaba. Pero, si marcaba, ¿qué le diría?

¿"Hola, Frank, soy Michael."? Era un buen comienzo, ¿tenía alguna excusa para marcarlo? No.

Michael suspiró y se imagino como iría la conversación.

"Oh, hola Michael. ¿Algo sucedió con Gerard?"

"No, para nada. Solo..."

Y se quedó en blanco. ¿Solo qué?

¿"Solo quería llamarte porque mi hermano mayor es un idiota que no esta haciendo las cosas bien contigo"?, Dios, no.– Colocó una de sus manos en su frente y suspiró con pesadez.

Levantó sus hombros, en señal de que ya nada le importaba, y marcó al número de Frank Iero. Y al hacerlo, al escuchar su voz en la otra línea, se arrepintió.

"¡Hola! ¿Quién es?"

" Ho-... Hola, Frank, soy Michael. El hermano menor de Gerard."

"Oh, hola Mikey. ¿Todo bien?"

"Sí, por supuesto, solo... ¿Crees poder hablar un momento?"

Donna y Gerard llegaron en la tarde a su casa, a eso de las 6:30 PM, con un Gerard feliz, y una madre, por supuesto, encantada de que su hijo volviera a escuchar tan claro como debía ser.

Gerard colocó su mano detrás de su oreja, y pudo sentir el audífono nuevo, suspiró, y pudo escuchar su suspiro. Se sintió tan bien que dio un chillido de felicidad. Donna sonrió, viendo como iba escaleras arriba, hacia su hermano menor, para celebrar juntos.

Al subir las escaleras y mirar con una sonrisa, pensando que sería su querido hermano bajando para ver si habían vuelto, vio a Frank, se desconcertó, y este le dio una pequeña sonrisa.

No le dijo nada, bajó las escaleras, a Donna también le desconcertó, Frank se había despedido e ido como si siempre hubiera estado allí.

¡Gee! | FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora