CAP VIII

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Las semanas pasaron, haciéndose los días más cortos y las noches más largas y frías hasta darle la bienvenida al invierno. Shiho salió por la puerta principal acomodándose el gorro de lana color crema que llevaba y asegurando que su niña estuviese bien abrigada. Akane crecía día a día convirtiéndose en un bebé regordete feliz, saludable y lleno de vida.

Paseó por las calles con la niña abrazada entre sus brazos sin prisa alguna para llegar a su destino.

Masumi la había llamado hacía un par de días diciéndole que bajaría a la ciudad por un par de semanas, y después de tanto tiempo sin verse, podía decir que estaba impaciente por ese encuentro. Se llevaban realmente bien y sabía que era una persona en la que podía confiar, al igual que Akai, Masumi era como una hermana para ella, pero últimamente solo podían hablar por teléfono.

Cruzó el paso de cebra después de asegurarse de que ningún vehículo se acercase y siguió andando hasta entrar a la cafetería.

Había llegado más pronto de la hora acordada, así que, se limitó a sentarse en un rincón del establecimiento esperando la llegada de su acompañante mientras el bulto que tenía entre sus brazos reclamaba su atención moviendo los brazos con mucha energía.

rubiofresa de su cabeza había empezado a crecer poco a poco mostrando la bella genética que había heredado de su madre. Aunque tuviese los ojos de su padre, podía decir que se parecía bastante a ella.

Sabía que Masumi se sorprendería al verla, la última vez que se vieron ella aún estaba embarazada y ahora Akane estaba rozando el año.

"Vaya, vaya ¿Pero como puede ser que de los genes de Kudo haya salido una niña tan bonita?" Preguntó Masumi haciendo acto de presencia, acercándose a la mesa y acariciando las mejillas regordetas de Akane a la vez que le mandaba una amplia sonrisa a Shiho.

"Que ganas tenia de veros a las dos." Dijo abrazando a la pelirroja antes de sentarse en el asiento de enfrente. "¿Puedo cogerla?"

"Claro."

Masumi sostuvo a Akane mientras la camarera llegaba y les tomaba nota con una sonrisa. Shiho disfrutaba mientras veía a Masumi jugar tan alegre con su hija, después de tanto tiempo sin verse y todos los acontecimientos que habían pasado, le daba la sensación de que había pasado más tiempo del que realmente había pasado.

La camarera volvió a aparecer al poco con sus bebidas. Las dos bebieron y por primera vez desde que su amiga había llegado, el silenció se amoldó a la sala.

"Ha cambiado mucho la ciudad en un año."

Shiho podía decir que se notaba la nostalgia en la voz de la morena.

"Todos vamos cambiamos con el tiempo, Masumi, es una de las pocas cosas que podemos decidir en esta vida. De que manera cambiamos y con quien lo hacemos."

"Ayer por la noche estuve hablando con Akai." Dijo haciendo una pausa para beber de su café antes de continuar hablando. Shiho entrecerró los ojos al ver la tensión en la joven y esperó sus palabras con una ceja alzada. "Me dijo que Kudo había vuelto a salir con Ran."

Shiho abrió la boca y la volvió a cerrar. Respiró lentamente y habló intentando darte mínima importancia al tema.

"Lo sé, me enteré hace poco." Contestó bebiendo de su café y acarició la cabeza de Akane. "Hace semanas que no le veo y la última vez que lo hice tuvimos una discusión."

Se quedó mirando a su hija mientras su cabeza volvía a mostrarle las escenas de su último encuentro.

"Kudo deberías irte, no deberías haber venido."

El pasado no desapareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora