CAP XXVI

309 16 1
                                    

Desde esa conversación con Kudo y el FBI, Akane y Shiho decidieron ceder y pasar unos días en casa del profesor. Kudo iba y venía la mayoría del tiempo, más de lo normal incluso, siempre con la excusa de que visitaba a su viejo amigo, pero ella sabía que esa no era toda la verdad y que sus miradas se encontraban la mayoría de las veces que lo miraba de reojo.

Toda esa tensión y nervios por la captura de alguien que no se sabía ni quien era, los estaba poniendo a todos un poco inquietos. Aunque no parecía que por el momento hubiese intentado hacer nada contra de ellos, el riesgo seguía estando presente.

La policía estaba estudiando cualquier persona que pudiese estar relacionada con la sede o con algún miembro encarcelado, pero no habían encontrado nada de interesante por el momento.

Shiho no tenía miedo a enfrentarse. Todo ese miedo que antes predominaba en su vida había desaparecido gracias a Kudo, él siempre le había enseñado a afrontarlos de cara y vencerlos, y la había ayudado a hacerlo. Era de las mejores cosas que había aprendido de él. Pero también temía por lo que pudiese pasarles a sus hijos, ese dolor no dependía de ella y no iba a permitir que alguien viniese a arrebatárselos o intentar hacer algo con ellos.

Era como una leona con los colmillos afilados y unas crías que cuidar, dispuesta a lanzarse a la yugular de cualquier ser que se atreviese a cruzar el límite.

"¡Mamá! ¿Donde está papá?" Preguntó Akane, chillando por toda la casa por veintena vez.

Shiho suspiró cansada y se masajeó las sienes para aliviar su dolor de cabeza antes de contestarle. "Akane no chilles, por favor. Papá tiene que estar por llegar." Contestó sentándose en el sofá.

Esos días que llevaban en casa del profesor, Kudo había sacado todo su tiempo libre para pasarlo con ellas. Akane estaba encantada de la situación y la científica se sentía más aliviada de tener esa ayuda extra en esos momentos de su embarazo, pero también sabía que si pasaba tanto tiempo con ellas era porque no se atrevía a dejarlas solas. Y eso le preocupaba, porque significaba que la situación no mejoraba.

"¿Por qué no te vienes aquí conmigo y ponemos la película que tu quieras?" Preguntó para intentar calmarla.

"¡Valeeeeeeeeee!" Volvió a chillar a la vez que subía de un salto al sofá.

Las dos se quedaron resguardadas bajo una manta, acompañadas sólo por el ruido del televisor.

Akane se calmó en cuanto empezó la primera escena, poniendo toda su atención a los dibujos que aparecían, mientras su madre le acariciaba dulcemente con las yemas.

<●>

Kudo suspiró agotado mientras miraba a través de la ventana copiloto, observando cómo la noche empezaba a tragarse los últimos rayos anaranjados. Esa jornada laboral parecía que no iba a acabar nunca y su boca se abrió para bostezar de cansancio.

"Encontraremos algo pronto." Le animó Akai, sin dejar de prestar atención a la carretera.

Llevaban des de primera hora de la mañana detrás de una pista que al final solo les había hecho perder el tiempo, dirimiéndoles a una carretera sin salida. Otra vez. Shinichi se peinó el pelo hacia atrás a la vez que resoplaba molesto, llevaban días dando vueltas detrás de información que luego no le traía absolutamente nada relevante y eso solo conseguía hacerle sentir que estaban jugando con ellos.

"Nos hemos tenido que pasar algo por alto." Dijo Kudo pensativo, poniendo el pulgar y el dedo índice en su barbilla.

"Mañana a primera hora continuaremos. Hoy ya se nos está haciendo bastante tarde." Dijo Akai sacándose un pitillo del bolsillo de la chaqueta.

El pasado no desapareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora